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martes, 5 de noviembre de 2024

Para Violeta

Violeta o Chepes de ché bebé fue una gata muy libre y salvaje, recorría a diario los techos de Teusaquillo, con amigos, conocidos y novios que invitaba a casa, con predilección por los de color negro y tomar el sol en el cénit del día. Inventé con ella un ritual cuando me despertaba e iba a la ducha y era que me acompañaba, me estiraba un tapete rojo invisible, caminaba con garbo y al salir esperaba que le regara con mi pie algunas gotitas de agua sobre su espalda ...ella en muchas ocasiones susurraba sonidos de felicidad. Esta acción la repetimos infinitas veces y después ella se disponía a comer. Muchas veces comprendí que le gustaba que la acompañáramos a comer mientras la consentíamos. Era también una gatita muy mimada y muy comprensiva y en los momentos en que estaba uno con dolencias y enfermo, se enroscaba sobre el cuerpo y se convertía en una compresa de sanación, ronroneaba melodías de placidez y sus ronquidos eran expresión de plenitud. Le enseñé también "la cuevita" que consistía en hacerle una carpa con la cobija para que entrara y se calentara...dormía plena. Las últimas veces ya viejita se nos cayó por un agujero de la casa contigua a la nuestra y nos tocó pedir rescate a los bomberos...fueron horas y horas para lograr llegar a una casa abandonada y un reto, pasada la media noche, para meterla al guacal.




Violeta llegó a casa en una cajita cuando Iara María estaba en el colegio en primaria, y se le presentó en el bosque, una flaquita negra hermosa, nosotros no queríamos pero al verla nos enamoró. Una gatita que no tuvo hijos, pero aborto muy pequeña varios en Choachí...cuando la llevábamos a la finca se escondía debajo de la cama los primeros días y después de varios días salía muy sutilmente a explorar el entorno. Un día me trajo de regalo un ratón, otras veces mariposas grandes, yo intentaba ser receptivo y comprender estos regalos, en los últimos meses, se volvió incontinente y al principio lo vimos mal, no volvió a dormir con nosotros, se iba uno o dos días, pero ya en las últimas semanas supongo que era una forma de comunicarnos lo mal que se estaba sintiendo. 

Desde hace por los menos 3 años ya no comía pepitas duras sino blanditas, riñones de pollo, corazones y su plato preferido, la trucha y la pechuga picada chiquito ya que sus dientes y sus encías hacía que le molestara tremendamente comer. 

Aprendí muchas cosas compartiendo 13 años juntos, una era la importancia de tomar el sol, hacer la pausa y la siesta, la música la escuchaba con atención y parecía gustarle cuando cantaba, tocaba guitarra y cavaquinho,...fue en general una gata muy saludable, para lo callejera que fue, recuerdo una vecina que le enviaba alimento por una cuerda a los gatos del barrio y para ella muchas veces fue la despensa de alimento. 

Otra anécdota que recuerdo fue cuando estaba en un árbol afuera de la casa y si no fuera por los maullidos y la cohorte de gatos esperándola abajo - ya que estaba en celo - que notamos su presencia y salimos al rescate con comida y ahuyentado a los gatos que la esperaban con ansia loca. 

Violeta, gracias por tu compañía, por tu belleza, tu calidez y todo tu amor para toda la tribu de la familia. Dos días antes, en el día de los muertos, nos disfrazamos un alebrije, una dragona y un mago, y su último día vimos un pájaro naranja asombroso en la ramita de un arbusto y dos de los gatos negros que no había vuelto a ver salieron al encuentro para despedirte. Gratitud por todo tu amor.

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viernes, 26 de abril de 2024

A veces el tiempo: cartas de amor en tiempos de depresión (2024)

Les invito al lanzamiento del libro A veces el tiempo: cartas de amor en tiempos de depresión escrito por Alejandra Romero y Judith Bautista, Editorial Letras al Horno (2024). Un texto conmovedor y valiente que nos invita a conectar con nuestras partes rotas, heridas e intimar con los dolores más profundos. Aun cuando destila por momentos crudeza y sequedad, en cada carta habita la sinceridad y la esperanza y un cierto rayo de luz que se asoma a tientas para iluminar la oscuridad… 

Un libro muy pertinente en estos tiempos de tanta afectación de la salud mental, donde cada día se gesta una oportunidad para reconciliarnos, esclarecer las verdades más profundas y repararnos. Siempre me ha parecido paradójico el hecho de que para salir del dolor, haya que entrar en él, ojalá con creatividad, coraje y vulnerabilidad como lo hacen las dos autoras, revelándose mutuamente y donde se auscultan las profundidades de la psique, las noches oscuras del alma y los viajes al submundo…. este dispositivo epistolar es igualmente ejemplar para todas las parejas del mundo, una herramienta para escucharnos, gestionar conflictos y encontrar maneras más sabias de digerir el sentimiento propio y del otro.

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jueves, 26 de mayo de 2022

Conversaciones sobre cultura integral para la paz (Ep.17)

En esta conversación abordamos algunas cualidades para crear una cultura integral para la paz en contextos educativos. Raúl Aramayo (líder de la iniciativa Pragmagia y co-creador de la plataforma Vida Integral), es oriundo de Sucre (Bolivia), hijo de madre activista política y padre músico de rock, le encanta la poesía y compartir con amigos… inicia sus trayectorias formativas estudiando economía en Rusia, luego planificación de empresa y en muchos de sus viajes por el mundo y otros aprendizajes en otras áreas del saber y de la experiencia humana (en el Salvador, Nicaragua, México y últimamente en Colombia), facilitando procesos para cultivar una conciencia integral y de construcción de paz. 

Raúl comunica con claridad, presencia y empatía y ofrece reflexiones y prácticas muy valiosas sobre la educación para la paz y la convivencia. Nos comenta de cómo la pandemia nos mostró la complejidad de los problemas, de las desigualdades, pero también paralelamente nos mostró una mayor consciencia de las interconexiones, de quienes somos y con quién contamos. También señala algo que es muy evidente actualmente en los espacios educativos, y es el caso de profesores que quedaron muy cansados por la virtualidad y ahora se encuentran en el aula presencialmente con niños y niñas igualmente desregulados emocionalmente, por la carencia de vínculos durante tanto tiempo.

Para hablar de la paz, Raúl nos invita a observar los patrones de violencia que han existido y aún existen en las familias (y también en los profesores), mostrando el legado de micro-violencias naturalizadas en precedentes generaciones, expresadas en dureza, descalificación, hostilidad, miedo, odio, juicio, vergüenza, comparación, evitación de la responsabilidad, sobreprotección, ocultamiento de las emociones, llegando a la conclusión que muchos de los adultos actuales no poseen herramientas interiores que les permitan desarrollar una cultura de la paz. Raúl asimismo señala que la violencia empieza cuando empezamos a negar la humanidad del otro, eliminando su interior, y convirtiendo al otro en objeto de violencia, blanco para la descarga, el odio y la eliminación.


La cultura de la paz ha de empezar descubriendo nuestra humanidad, nuestro ser único (así como nuestra sombra y oscuridad), para luego conectar con la humanidad de los demás, porque todos somos iguales en dignidad…todos somos merecedores de buenos tratos, respeto y compasión. Hablamos de la valentía y la vulnerabilidad como cualidades interiores de la paz y una resignificación del concepto del diálogo, la escucha, el poder (alcanzar juntos cosas y consciencia) y del amor (unir lo que está separado) y enunciando un gran desafío de que los maestros se conviertan en promotores de salud mental en sus escuelas.

En la parte final de la conversación, Raúl nos comparte sus más recientes experiencias y aprendizajes viajando a diversos territorios rurales en Colombia, facilitando procesos de cultura de paz y como colofón nos regala 3 prácticas fundamentales para la paz en la vida cotidiana.

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jueves, 23 de diciembre de 2021

La Casa: un acto de Amor


Teníamos unas raíces que crecían bajo tierra para alcanzar al otro y,

 cuando todas las bellas flores se nos cayeron de las ramas, 

descubrimos que éramos un solo árbol, no dos

Louis de Bernières

Hacer nuestra casa ha sido un acto sincero de amor, un canto de libertad e interdependencia, gesta de reciclaje, trabajo físico y colectivo, imaginación, esfuerzo, inocencia, improvisación, confianza y mucha entrega. 

Esta acción de habitar-construir-ensoñar la casa, nos ha ocupado todo este año y tal vez un poco más, y nos ha llevado a percibirla 
no solo como un espacio para que vivamos juntos placenteramente, sino para que allí aniden diferentes formas de vida, se regodee la familia no humana por El Valle del Amor, danzando, cantando, polinizando, embelleciendo y jugando,... inspirando para que el amor, Eros, que mueve al universo, las montañas, corre por cauces y atrapa silencios, converse y se mantenga vivo, fresco, sensual y asombrado. 

Hacer una casa en el oriente, nos invito a ver de nuevas maneras occidente, a mirar su legado y sus crisis con imaginación y actitud reconstructiva. Es todo un arte de nuestro tiempo mirar al otro lado que no miramos con aprecio, una oportunidad de mirar lo opuesto, la sombra, observar el alimento complementario con nuevos ojos, contemplar con igual de atención e intensidad la alborada y el ocaso; también esta construcción de nuestra casa es fruto de las crisis sistémicas que vivimos en los últimos años, una certeza en medio de la incertidumbre y el desencanto, que nos ha inclinado a tejer polos opuestos complementarios: oriente - occidente, el norte con el sur, lo puro con lo sucio, lo rural y lo urbano, lo viejo con lo nuevo, lo individual y lo colectivo, la ciencia y la espiritualidad, abrazando lo paradójico y sinsentido con lo que está brotando en forma de esperanza, en ruta de seguir construyendo la metáfora territorial, el crisol de los sueños, un “lugar de vientre bueno”, “Choachí”, “Ruchical”, “el púlpito”, “la montaña compartida”, “la casa de Hadas”, “El Valle del Amor”, pariendo un nido donde se escucha el palpitar de la vida, las historias, las músicas, donde se aprende a pensar como un ecosistema y se tiene el hábito de recoger y depositar los aprendizajes en una nube en el cielo, con el propósito fecundo para que lluevan bosques de alegría, semillas de abundancia, aroiris de plenitud para todos. 


Hacer una casa entre nubes, una casa en el cielo, también se asemeja a hacerse de una nueva identidad, mas aérea, cambiante y amplia, también asienta paulatinamente una nueva manera de percibir, caminar, sentir, amar y trabajar, de concretar un sueño, extender la gratitud con los ancestros y los micelios familiares, entre lo vivo y y lo muerto, lo divino y lo profano, la memoria y el olvido. 
En todo el proceso de construcción, la relación con los trabajadores, vecinos y habitantes se nos ha ofrecido como una bella oportunidad de trazar un camino real para la dignidad de todos, la confianza y el no juicio, igualmente todo un viaje, una película estilo “road movie”donde te descubres viajero y enraizado, cada vez más aplomado pero a la vez más ligero y sutil, más enamorado de la sencillez y la simplicidad de las cosas pequeñas y misteriosas de la existencia.

Hacer la casa en un lugar sin camino, es abrirlo a cada instante, un espacio para entretejer las paradojas, reinventar la patafisica (la ciencia de la soluciones imaginarias) y algo que ha sido fundamental: propiciar la cercanía y vecindad de relaciones con percepciones, historias y temperamentos diferentes entre los integrantes de la vereda. La construcción de una casa en territorio rural, de difícil acceso, implica además un esfuerzo mayor, un desapego del confort, resetear el sedentarismo y falsas comodidades de la vida en la ciudades, la vida privatizada y endeudada, sin tiempo; replantear y ver con distancia la tan elogiada y narcisista sociedad del conocimiento y todo un intento de desmonopolizar la atención centrada en los aparatos tecnológicos digitales y redes sociales, que tan zombies nos ha vuelto, que nos mantienen preocupados por buscar el reconocimiento y la auto gratificación constante en los demás y que además ha tornado los bienes comunes y la democracia en una ficción, alejada de nuestra cotidianidad. 

La casa de Hadas en El Valle del Amor”, está ubicada en la vereda el púlpito, en las montañas de Choachí - Colombia, cerca al páramo de Cruz Verde, es un espacio hecho y sigue siendo un sueño, un futuro en el surco del presente, una materialidad-símbolo entre dos que son uno y uno que son enjambre, colonia, manada, coro, multitud, red, cosmos,...la casa de Hadas en El Valle del amor es un lugar donde circula la vida, y la creatividad, territorio abierto a los aprendizajes del bienvivir, donde se cuidan los silencios, una danza y oscilación entre lo rural y lo urbano, lo tradicional y lo moderno, lo personal y lo transpersonal, y en donde se procura cada mañana la respiración, la contemplación, los merodeos, el despertar de una espiritualidad encarnada y sentida, y donde cada vez con más atención y ecuanimidad, se restauran los vínculos, las amistades y las relaciones con todos los territorios, ecosistemas y seres sintientes.


La casa, ademas de huerto celeste, segunda piel, una nave para viajar al interior, descubrimos hace poco que en la noche se nos ofrece como una suerte de observatorio astronómico para ser aéreos, cosmopolitas, atisbando lo fugaz, lo inmenso y la naturaleza profunda del tiempo. La casa es un lugar íntimo y abierto, donde se cocciona el presente y el futuro y se siente que se está afuera y adentro al mismo tiempo. En ese sentido, es que decimos que su habitar, envuelve un acto profundamente erótico y espiritual. 

Percibo que hacer a pulso la casa, a muchas manos, me ha cambiado, me ha sanado, me ha hecho pensar más sistémicamente las cosas, me ha hecho sacar dentro de mi, nuevos personajes que no conocía, valorar otras fuerzas, algunos oficios subvalorados por la cultura industrializada, además ya siento la naturaleza y la savia de los árboles correr por mis venas, la naturaleza vive y resuena dentro de mi y poco a poco me voy convirtiendo en un nómada con raíces en el cielo, un aprendiz de todas las formas naturales, rediseñando la educación, compostando las historias y aprendizajes, visitando con humildad las aulas vivas y nuevos antiguos oficios para sorprenderme, alfabetizándome en la hospitalidad y en la bienvenida, comprendiendo la sabiduría de la medicina de la tierra, leyendo el clima y las estrellas, encarnando el poder restaurador de las plantas, la belleza de las formas simétricas y mímesis entre los insectos y las flores, la generosidad de los árboles, la fecundidad de la hojarasca y la veleidosidad del paisaje, reconociendo la cualidad fractal y evolutiva de la vida, de los hongos y sus simbiosis como micorrizas y líquenes, percibiendo el eco de la orquesta natural, los cantos de las aves, la presencia de las montañas y sus pequeñas serenatas diurnas. 


Les contaré para terminar tres anécdotas que me han tatuado en todo este proceso de levantar morada enamorada, la primera: la casa antes de ser habitada por nosotros, la familia humana, fue previamente bautizada en festín con mierda de vacas, huellas de zorro cangrejero, copulación de insectos, es decir, las trazas de lo vivo y lo salvaje la perfuman y penetran a cada instante. En este vaivén de formas vivas, hace unos días llegaron mientras degustábamos el paisaje, un combo de garzas, que se pasearon muy plenas para saludar, alimentarse y seguir su viaje. 

La segunda anécdota bella y llena de magia, fue la concepción de la casa, que se decidió en un instante furtivo, era el 31 de octubre del 2020, en plena pandemia, un día de los brujos, de los muertos, en donde sentados juntos en la montaña María y Yo, llegó una información, una lluviecita de certeza que nos silenció, y nos llevó a afirmar la buena nueva de irnos a construir una casa en la montaña. Era un parto natural, no hubo dubitaciones, miedos y prejuicios, fue una información que nos bañó, un acuerdo silencioso en un contexto de un diálogo amplio, que nos recordó lo rico que es estar dulcemente enamorados y como una meditación en un espacio natural donde habitan las interrelaciones, la presencia expandida, la verdad y la belleza y el rumor de lo infinito nos puede llenar de certezas e inundar de semillas el espacio futuro que esta dentro de nuestra relación amorosa. Me recordó la fuerza del alma, la chispa de lo divino, que cuentan muchas de las tradiciones espirituales. 


La tercera historia mágica es difícil expresarla con palabras. Cada quien tiene que caminarla, degustarla, soñarla y colorearla. No hay que buscarla por que se da en todo momento, solo estar ahí presente. Ese tercer momento mágico está ocurriendo en este instante mientras lees estas historias de la casa sembrada en la montaña compartida, en el valle del amor. 

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jueves, 1 de agosto de 2019

Más allá de las colinas


Beyond the Hills - Cristian Mungiu (2012) es una  película que retrata las paradojas y limitaciones de la perspectiva exotérica de la religión, contada desde la situación de dos jóvenes huérfanas en Rumania; aún cuando toda tradición religiosa tiene dos perspectivas, la exotérica ( basada en la Fe, un conocimiento indirecto y en la creencia literal, en un Dios personal y antropomórfico) y la esotérica (prácticas místicas y sutiles que exigen tanto de virtudes (humildad y generosidad) como de conocimiento y trascendencia de sí mismo) es esta última, la que ha sido omitida, olvidada en los últimos 500 años, dejando el espacio para que la primera, por su potencia de dominación y hegemónica en el mundo, nos ha llevado a fundamentalismos y dualismos extremos, guerras, homofobias, sexismos, pederastia y una serie de situaciones oscuras que menoscaban la dignidad del ser humano, su espiritualidad y trascendencia.

La soluci
ón típicamente moderna (y aún posmoderna) del problema es eliminar la religión a causa de sus posible abusos...Pero no podemos denostar de la religión (en cuanto sabiduría perenne) cuando es una perspectiva (exterior) y la más privilegiada la que conocemos. Por el contrario, debemos equilibrarla, con la realización de las virtudes (belleza interior) y la conciencia, así como con sabiduría, voluntad y amor.

Necesitamos ver a dios en todas partes (esoterismo) y no como muestra la peli, y en general el exoterismo, la renuncia al mundo, como algo literal, conden
ándonos al ostracismo y a vivir en sectas, sueño que en parte viene materializando las tecnologías y redes sociales. Necesitamos un equilibrio y una actualización del misticismo en los espacios cotidianos.

“La cualidad de interioridad nos impone, no una renuncia al mundo exterior - lo que por dem
ás sería imposible- sino un equilibrio determinado por el sentido espiritual del mundo y de la vida”.


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domingo, 7 de mayo de 2017

Espíritu: obra del amor.

El espíritu obra en silencio. El lenguaje de las mariposas, el resplandor de las miradas, las acciones suaves, el florecimiento de los espacios donde compartimos sonrisas juntos. La miel de los encuentros donde danzamos y cantamos. Hay algo cuando se inspira que crea un campo amplio donde la humanidad encuentra su hogar, donde la flor crece con el agua: los arrullos del amor. Podemos ser un espejo para que brille la humanidad y la sabiduría que hay en todos. Ser un vehículo de belleza que se irradia por todo el cosmos. La energía se va transformando y se va tornando más dulce, un tornado que nos abraza y nos fecunda.

El espíritu también es obra del silencio, obra del amor en las acciones cotidianas del ser humano. Veo a mi corazón como un océano palpitante de alegría, una porción de infinito. Veo a mi razón, tejiendo formas plenas para que la imaginación resurja; siento mi cuerpo nadando y siendo uno con el agua. Veo a cada uno como mi hermano, como una flor, como un viaje, como un sendero, un territorio, una semilla, la posibilidad de transformación compartida que obra natural, despierta.

Lo que veo y lo que pienso son reflejo de cómo me siento, qué me interesa, en qué pongo mi atención. Lo comparto para que sean muchos los custodios de la semillas de la creación, lo vivo para que cantemos juntos. Aquí no hay afán de superioridad, sino capacidad de entrega, de evolución. Cada quien ve e interpreta desde sus perspectivas. Quiero abrirme cada vez más, encarnar todo mi aliento; no quiero que esto lo que digo sea una predicación; quiero recordar juntos, abrirle un espacio a lo que voy viviendo.

Hoy es un día para ser custodios de las semillas de la transformación que hay en toda muerte que nace y en cada vida que despierta.


Hoy es un día para ser un espejo donde la humanidad y la sabiduría vibran en el silencio.

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