martes, 26 de marzo de 2013

Nomadismo pedagógico

De turista a peregrinos. Por una educación nómada y para la vida


Ver video de Educación para la Vida. Satish Kumar, Fritjof Capra y Pauli Gunter. 2011.


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Jean Renoir y la educación

El río de Jean Renoir, encarna la sabiduría de todo un pueblo, a través de prácticas y rituales que nos encantan por su profundo sustrato material y por la cantidad de referencias entre éste y la espiritualidad. Aquí todo es poesía concreta y lectura de lugares que animan por su presencia viva, en donde convive el arte con lo más mundano. Allí todo es magia, por que todo es transformado: unas escaleras, un hombre encantando una serpiente, la composición de una mandala por dos hermosas mujeres y los cantos en balsas, que realizan los hombres para hacer libre su trabajo artesanal.


Lo que sucede en el río es artesanía en su estado más armónico, el equilibrio entre el bien y el mal se realiza en rituales en donde toda su cotidianidad es expuesta en su forma más profunda y vital:

Lo cotidiano, donde nos construimos y en donde sembramos la esperanza. La materia, la que transformamos como transformándonos a nosotros mismos.

Los mejores film, activan en nosotros la sensibilidad y a partir de ella, son capaces de sustraer el tiempo invocando sus coordenadas más potenciales, para que se amplifique la creación. El cine  introduce en nuestros cuerpos, un clima y una temperatura en donde el pensamiento expande sus ricos aromas y donde la humanidad es puesta en entredicho, haciendo justicia divina a lo real y considerando que todo es tan artificial como la construcción de un plano.

Otro asunto que llama la atención es la apertura en muchos momentos del film, de lo que el director Raoul Ruiz, denomina planos holísticos. En estos hay una ambivalencia, al tiempo que una concreción de una utopía marcada por la duda y la intriga reveladora. Este tipo de planos, al tiempo que resumen y condensan una obra cinematográfica, tienen la capacidad de incorporar elementos que hacen que tejamos en distintos eventos, en lugares específicos, formas de intervención práctica de la realidad.

Allí es donde sospechamos que el cine explora todas sus potencias políticas y también donde quizá encontremos que se hace más relevante la experimentación como forma contemporánea de educación.

Las preguntas que fluyen por el río serían entonces: qué podríamos aprender de un río, de sus contornos geográficos y de gente común y corriente, que aún no ha perdido del todo su derecho a la espiritualidad. Qué aprendemos de la materia, tan abundante y tan rica en sustrato creativo-espiritual.
Haciendo con las manos, con el pensamiento y con el corazón sería la lección que nos da el film el Río de Renoir, todo un poeta de las imágenes y un compositor de mundos que guardan misterio.


Por una educación sensible, espiritual y artesanal.

1.  Entrevista Satish Kumar Education  Ver Aquí. 
2. The Small School artículo de Satish Kumar. Leer Aquí.

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Los niños deberían experimentar la naturaleza


Los niños deberían experimentar la naturaleza. Video super-recomendadísimo. Entrevista a Satish Kumar.

quién es más importante, Van Gogh o los girasoles? Sin girasoles no hay Van Gogh. De modos que para tener un Van Gogh, tienes que tener girasoles. Y Van Gogh sale a la naturaleza y pinta los girasoles



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miércoles, 6 de marzo de 2013

El poder de las máscaras


Interesante sería explorar las relaciones de la máscara como fuerza viva transfiguradora de subjetividades, con la producción de otro tipo de rituales alternativos a los que la educación promueve, en donde el orden, las jerarquías, las lecciones, la disciplina y la racionalidad instrumental operan significativamente. Con la máscara podemos construir identidades diferenciales y así sospechar de que siempre somos los mismos. Podemos jugar y escondernos, materializar rostros y gestos que dan cuentan de lo que podemos ser, al tiempo de lo que  nos queremos distanciar. Con la máscara podemos profanar el hecho de que la subjetividad es algo personal y humano, invariable y homogénea, por unas formas de sociabilidad en donde cada quien puede ser lo que quiera, hasta tal punto que alguien puede desplazarse por el espacio como un ángel, una fiera, un ogro, un patafísico, un astronauta, un cienmpiés o un panadero, es decir, que pueda ser o no ser, o que suspenda su formas habituales de ser, al tiempo que se está siendo. El poder ser muchos a través de la máscara, confiere a las prácticas pedagógicas de la potencia de variación de la identidad y de lo que otra tendencia llamaría como diálogo de voces. Somos muchos y nuestras máscaras son virtualidades que cada sujeto puede sacar a relucir dependiendo de las circunstancias.


La intuición que valdría poner a prueba, es si las máscaras, que se traducen en otro rostro al normal, o que lo velan, lo cubren, lo amplifican y que tienen la potencia aún secreta de modificar el cuerpo real viviente, son portadoras de cambios en las relaciones de poder y en nuestra institucionalidad. Es decir, como si las tecnologías que creamos y que actualmente perfeccionamos, tienen no sólo el poder de condicionar nuestro ser en el mundo, sino de hacer aparecer otros mundos, en otras pieles que recubren igualmente de una intimidad y exterioridad al mundo, capaces de hacerlo aparecer de nuevo.



La otra vía de exploración podría realizarse entre la máscara y el ritual de la fiesta. Cuando cada uno deja de ser quien es para entrar a un mundo festivo y carnavalesco a través de una entidad transubjetiva, tal vez, esta experiencia de transformación ayuda a la cocreación del mundo y a la gestión de las realidades cotidianas. Si yo ya nos soy yo, sino otro, esto me permite anticipar una relación de alteridad que se traduce en la posibilidad múltiple de ser otro a lo que soy y de cuidar a ese otro, escucharlo, comprenderlo y jugar con él. Esto nos permite observar y deducir, que cuando pensamos en las máscaras, lo que resulta interpelando a los procesos formativos, es que ofrecen las máscaras una gran metáfora respecto a los procesos de producción de subjetividad y de contexto. Comprendamos bien, que la máscara, como tecnología social, no sólo es encubrimiento, ni fortín para la mentira, puede ser la configuración de una identidad posible, inacabada y el ingreso a un espacio potencial horizontal de juego, que efectúa por un lado, ejercicios de poder diferentes a los normativos y condiciona a quienes deciden ponérsela de una relación singular con el espacio y el tiempo, con el aquí y el ahora.


Finalmente, la potencia de la máscara no está tanto en su confección como en su movimiento, tanto en lo que enuncia como en lo que silencia. Allí son muchos los secretos que podemos explorar, son muchos los dramas-tramas que podemos originar. La confección de la máscara debe proporcionar un ritual sensible y colectivo, que haga tangible el cambio material de un mundo y no su mistificación, idealismo y perfeccionismo, que son muchas veces obstáculos para que las voces, miedos, esperanzas que nos habitan, hablen y se expresen a su manera.

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