Estamos en el momento oportuno (kairós) para una transformación más radical, creativa e integral de los procesos educativos e investigativos; esto supone un gesto más sereno, abierto, inteligente, valiente, colectivo e inventivo, que nos lleve a sumergirnos tanto en la raíz de los problemas, identificar la especie singular y arbórea que cada uno es, los socios claves, que nos permitan mejorar el nivel de los intercambios y conversaciones y observar el bosque y los eco-sistemas con los que estamos momento a momento interrelacionándonos, tanto por el aire, como bajo tierra.
Investigación radical, significa en este contexto, ir a la raíz, hacia lo profundo, y es profundo todo conocimiento que sana, embellece, revela aspectos desconocidos de la realidad y de nosotros mismos, generando comprensiones multiperspectivas y operando el saber como un dispositivo para la co-existencia.
Este tipo de investigación, además nos invita a no quedarnos en delirios mentales, sobre-interpretando la realidad y dando vueltas en la superficie - donde solo se aprecian los síntomas, se avivan luchas epistémicas, estrategias de solucionismo tecnológico, dualidades irresolubles -nosotros vs ellos, blancos vs negros, buenos y malos, propios de una mentalidad etnocéntrica - sino que nos conduce a caminar y encarnar en nuestras prácticas, un senti-pensar más arriesgado, amplio, profundo y solidario.
La modalidad de investigación-creación en perspectiva integral, nos permite a su vez indagar y participar con mayor precisión y actitud constructiva en un ecosistema más amplio (interior y exterior, individual y colectivo) donde afloran pensamientos, preguntas, comprensiones, estrategias y soluciones a la problemática objeto de estudio y transformación.
Utilizaremos la analogía de las partes del árbol, para explicar los momentos intrínsecos de la experiencia investigativa, pero que al igual, y lo hemos comprobado, también es útil en un curso o proyecto de aula:
RAÍZ. Una primera invitación y un gesto íntimo y radical al que convoco - que lleva aproximadamente de 3 a 6 meses - es a preguntarnos por la base emocional del problema y explorarlo con diversos lenguajes y con un cierto grado de profundidad; esta acción de contemplación individual y de cierta manera an-arqueológica, nos posibilita saborear y digerir los frutos personales (integrar pasado-presente-futuro potencial, a través de la construcción de historias y viajes en el tiempo) y conectar con el problema en cuanto a las huellas vivas insertas en nuestras biografías personales. Este primer enraizamiento es fundamental y precisa tiempo lento, contemplación, arte, meditación y sinceridad.
TRONCO. Continúa una creación de círculos virtuosos de aprendizaje, que tienen el propósito de poder observar en grupo y con precisión quirúrgica, dónde se produjo el corte, el sesgo, el caos, la división en cuanto a las expresiones de desconexión que hicieron que emergiera el problema; aquí se usa el modelo AQAL de Ken Wilber y se exploran prácticas de diálogo emergente (Debold & Steininger) y conversaciones compasivas (Diane Hamilton). Es el momento para consolidar una intención compartida, elevar la capacidad de escucha colectiva y se combinan estas conversaciones con meditaciones y ejercicios de conexión corpo-sensorial, coherencia grupal y de trabajo con la sombra (la energía inconsciente).
Si el primer gesto, supone ir a la raíz, al tiempo profundo, a las capas y estratos históricos e íntimos del problema, en este momento viramos hacia al tronco y a su corteza, donde anida nuestra savia, nuestra fuerza-confianza (familia, amigos, pareja, redes, teóricos, investigadores y socios conscientes); estos actores, además de representar el suelo y el sostén de muchos de nuestros valores, creencias y visiones de mundo, configuran el espacio relacional con quienes podemos revisar y preguntarnos qué pasa, que resuena ahí y con quienes a su vez podemos expandir nuestros diálogos y desenredar y descargar energías congeladas y traumas familiares; también en esta fase, que dura en promedio un año, empezamos afinar un ethos, una capacidad de atestiguar colectivamente y una resolución cotidiana más efectiva, encarnada y comprometida con el problema.
FOLLAJE. Damos unos pasos más hacia lo alto, e intentamos subir al follaje (a las raíces aéreas) y descubrir qué se ve desde ahí, cómo se intercepta lo que surgió en anteriores fases con otros sistemas; es el momento clave para buscar patrones, triangular información, explorar etnografías digitales sobre proyectos que han abordado la cuestión y que sirvan como inspiración; es muy útil hacer el ejercicio de comprensión multinivel, desde cada altitud o estructura de consciencia, es decir, identificar las visiones y respuestas que desde cada perspectiva daría al problema. Ejemplo, cómo ve el problema la mentalidad conservadora (mágico-mítica), la moderna (liberal-racional), la posmoderna (pluralista) y la integral (meta-moderna). Aquí se asume el riego de observar y ser conscientes en cómo el problema anida también en nuestra colectividad, en las instituciones y sistemas y que a veces nosotros en la intención de negarnos a concebir el problema en todas sus dimensiones, resultamos reduciendo muchas veces su poder solo a uno de ellos ( a menudo, al cuadrante social o inter-objetivo); en este momento también se abre el chance de observar aquellos trances evolutivos del problema (evoluciones y regresiones) en escalas de tiempos más grandes, hacemos líneas de tiempo materiales y sutiles de los hitos del problema, y finalmente después de tener consolidado las etapas anteriores, en diversas obras (medios y formatos) estamos listos para entrar en la fase de diseño y prototipado.
BOSQUE. Ya teniendo los materiales reunidos, saboreado el conocimiento propio y relacional y articulado con herramientas de comprensión integral del problema, buscamos ir al territorio, hacer conexiones con ecosistemas más amplios, organizaciones, líderes, comunidad de teóricos, activistas y ciudadanos con el fin de que afloren nuevos insight. Es el momento de ubicar e identificar la población objetivo con quien seguir dialogando, conformar grupos focales (off/online) e interactuar con comunidades que tengan experticia y conocimiento profundo del problema. Allí saldrán nuevas voces ciudadanas, voluntarios y funcionarios públicos, que serán incluidos en nuestro diseño social. Distribuimos liderazgos, roles y responsabilidades, creamos juntos bocetos, mapas, dibujos, instrumentos para recolección de información, maquetas, esquemas, prototipos y si es del caso, buscamos maneras de financiación colectiva para entrar en una primera fase de pilotaje. En esta última fase, construimos el tráiler del proyecto y se da el contexto relacional más amplio para producir un conocimiento abierto y contrastado, socialmente relevante propio de las prácticas de ciencia ciudadana. Finalmente es el momento de recoger el fruto maduro, los hallazgos más relevantes , compartir con otros la cosecha, agradecer y celebrar y de nuevo volver a limpiar el terreno y volver a sembrar. Es el momento donde volvemos a la raíz y proporcionamos un nuevo enraizamiento.