jueves, 23 de diciembre de 2021

La Casa: un acto de Amor


Teníamos unas raíces que crecían bajo tierra para alcanzar al otro y,

 cuando todas las bellas flores se nos cayeron de las ramas, 

descubrimos que éramos un solo árbol, no dos

Louis de Bernières

Hacer nuestra casa ha sido un acto sincero de amor, un canto de libertad e interdependencia, gesta de reciclaje, trabajo físico y colectivo, imaginación, esfuerzo, inocencia, improvisación, confianza y mucha entrega. 

Esta acción de habitar-construir-ensoñar la casa, nos ha ocupado todo este año y tal vez un poco más, y nos ha llevado a percibirla 
no solo como un espacio para que vivamos juntos placenteramente, sino para que allí aniden diferentes formas de vida, se regodee la familia no humana por El Valle del Amor, danzando, cantando, polinizando, embelleciendo y jugando,... inspirando para que el amor, Eros, que mueve al universo, las montañas, corre por cauces y atrapa silencios, converse y se mantenga vivo, fresco, sensual y asombrado. 

Hacer una casa en el oriente, nos invito a ver de nuevas maneras occidente, a mirar su legado y sus crisis con imaginación y actitud reconstructiva. Es todo un arte de nuestro tiempo mirar al otro lado que no miramos con aprecio, una oportunidad de mirar lo opuesto, la sombra, observar el alimento complementario con nuevos ojos, contemplar con igual de atención e intensidad la alborada y el ocaso; también esta construcción de nuestra casa es fruto de las crisis sistémicas que vivimos en los últimos años, una certeza en medio de la incertidumbre y el desencanto, que nos ha inclinado a tejer polos opuestos complementarios: oriente - occidente, el norte con el sur, lo puro con lo sucio, lo rural y lo urbano, lo viejo con lo nuevo, lo individual y lo colectivo, la ciencia y la espiritualidad, abrazando lo paradójico y sinsentido con lo que está brotando en forma de esperanza, en ruta de seguir construyendo la metáfora territorial, el crisol de los sueños, un “lugar de vientre bueno”, “Choachí”, “Ruchical”, “el púlpito”, “la montaña compartida”, “la casa de Hadas”, “El Valle del Amor”, pariendo un nido donde se escucha el palpitar de la vida, las historias, las músicas, donde se aprende a pensar como un ecosistema y se tiene el hábito de recoger y depositar los aprendizajes en una nube en el cielo, con el propósito fecundo para que lluevan bosques de alegría, semillas de abundancia, aroiris de plenitud para todos. 


Hacer una casa entre nubes, una casa en el cielo, también se asemeja a hacerse de una nueva identidad, mas aérea, cambiante y amplia, también asienta paulatinamente una nueva manera de percibir, caminar, sentir, amar y trabajar, de concretar un sueño, extender la gratitud con los ancestros y los micelios familiares, entre lo vivo y y lo muerto, lo divino y lo profano, la memoria y el olvido. 
En todo el proceso de construcción, la relación con los trabajadores, vecinos y habitantes se nos ha ofrecido como una bella oportunidad de trazar un camino real para la dignidad de todos, la confianza y el no juicio, igualmente todo un viaje, una película estilo “road movie”donde te descubres viajero y enraizado, cada vez más aplomado pero a la vez más ligero y sutil, más enamorado de la sencillez y la simplicidad de las cosas pequeñas y misteriosas de la existencia.

Hacer la casa en un lugar sin camino, es abrirlo a cada instante, un espacio para entretejer las paradojas, reinventar la patafisica (la ciencia de la soluciones imaginarias) y algo que ha sido fundamental: propiciar la cercanía y vecindad de relaciones con percepciones, historias y temperamentos diferentes entre los integrantes de la vereda. La construcción de una casa en territorio rural, de difícil acceso, implica además un esfuerzo mayor, un desapego del confort, resetear el sedentarismo y falsas comodidades de la vida en la ciudades, la vida privatizada y endeudada, sin tiempo; replantear y ver con distancia la tan elogiada y narcisista sociedad del conocimiento y todo un intento de desmonopolizar la atención centrada en los aparatos tecnológicos digitales y redes sociales, que tan zombies nos ha vuelto, que nos mantienen preocupados por buscar el reconocimiento y la auto gratificación constante en los demás y que además ha tornado los bienes comunes y la democracia en una ficción, alejada de nuestra cotidianidad. 

La casa de Hadas en El Valle del Amor”, está ubicada en la vereda el púlpito, en las montañas de Choachí - Colombia, cerca al páramo de Cruz Verde, es un espacio hecho y sigue siendo un sueño, un futuro en el surco del presente, una materialidad-símbolo entre dos que son uno y uno que son enjambre, colonia, manada, coro, multitud, red, cosmos,...la casa de Hadas en El Valle del amor es un lugar donde circula la vida, y la creatividad, territorio abierto a los aprendizajes del bienvivir, donde se cuidan los silencios, una danza y oscilación entre lo rural y lo urbano, lo tradicional y lo moderno, lo personal y lo transpersonal, y en donde se procura cada mañana la respiración, la contemplación, los merodeos, el despertar de una espiritualidad encarnada y sentida, y donde cada vez con más atención y ecuanimidad, se restauran los vínculos, las amistades y las relaciones con todos los territorios, ecosistemas y seres sintientes.


La casa, ademas de huerto celeste, segunda piel, una nave para viajar al interior, descubrimos hace poco que en la noche se nos ofrece como una suerte de observatorio astronómico para ser aéreos, cosmopolitas, atisbando lo fugaz, lo inmenso y la naturaleza profunda del tiempo. La casa es un lugar íntimo y abierto, donde se cocciona el presente y el futuro y se siente que se está afuera y adentro al mismo tiempo. En ese sentido, es que decimos que su habitar, envuelve un acto profundamente erótico y espiritual. 

Percibo que hacer a pulso la casa, a muchas manos, me ha cambiado, me ha sanado, me ha hecho pensar más sistémicamente las cosas, me ha hecho sacar dentro de mi, nuevos personajes que no conocía, valorar otras fuerzas, algunos oficios subvalorados por la cultura industrializada, además ya siento la naturaleza y la savia de los árboles correr por mis venas, la naturaleza vive y resuena dentro de mi y poco a poco me voy convirtiendo en un nómada con raíces en el cielo, un aprendiz de todas las formas naturales, rediseñando la educación, compostando las historias y aprendizajes, visitando con humildad las aulas vivas y nuevos antiguos oficios para sorprenderme, alfabetizándome en la hospitalidad y en la bienvenida, comprendiendo la sabiduría de la medicina de la tierra, leyendo el clima y las estrellas, encarnando el poder restaurador de las plantas, la belleza de las formas simétricas y mímesis entre los insectos y las flores, la generosidad de los árboles, la fecundidad de la hojarasca y la veleidosidad del paisaje, reconociendo la cualidad fractal y evolutiva de la vida, de los hongos y sus simbiosis como micorrizas y líquenes, percibiendo el eco de la orquesta natural, los cantos de las aves, la presencia de las montañas y sus pequeñas serenatas diurnas. 


Les contaré para terminar tres anécdotas que me han tatuado en todo este proceso de levantar morada enamorada, la primera: la casa antes de ser habitada por nosotros, la familia humana, fue previamente bautizada en festín con mierda de vacas, huellas de zorro cangrejero, copulación de insectos, es decir, las trazas de lo vivo y lo salvaje la perfuman y penetran a cada instante. En este vaivén de formas vivas, hace unos días llegaron mientras degustábamos el paisaje, un combo de garzas, que se pasearon muy plenas para saludar, alimentarse y seguir su viaje. 

La segunda anécdota bella y llena de magia, fue la concepción de la casa, que se decidió en un instante furtivo, era el 31 de octubre del 2020, en plena pandemia, un día de los brujos, de los muertos, en donde sentados juntos en la montaña María y Yo, llegó una información, una lluviecita de certeza que nos silenció, y nos llevó a afirmar la buena nueva de irnos a construir una casa en la montaña. Era un parto natural, no hubo dubitaciones, miedos y prejuicios, fue una información que nos bañó, un acuerdo silencioso en un contexto de un diálogo amplio, que nos recordó lo rico que es estar dulcemente enamorados y como una meditación en un espacio natural donde habitan las interrelaciones, la presencia expandida, la verdad y la belleza y el rumor de lo infinito nos puede llenar de certezas e inundar de semillas el espacio futuro que esta dentro de nuestra relación amorosa. Me recordó la fuerza del alma, la chispa de lo divino, que cuentan muchas de las tradiciones espirituales. 


La tercera historia mágica es difícil expresarla con palabras. Cada quien tiene que caminarla, degustarla, soñarla y colorearla. No hay que buscarla por que se da en todo momento, solo estar ahí presente. Ese tercer momento mágico está ocurriendo en este instante mientras lees estas historias de la casa sembrada en la montaña compartida, en el valle del amor. 

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martes, 7 de diciembre de 2021

Síntesis de las experiencias pedagógicas (II- 2021)

Como muchos han visto en este blog, he venido explorando desde hace algunos años en mi trabajo como artista multidisciplinario, investigador, activista y educador, una metodología que involucra 3 momentos, expresada a través de lo que denomino la pedagogía de las 3C: 


conexión, comprensión y co-creación


Todos estos 3 ámbitos y fases del proceso educativo se relacionan y mezclan en todas las actividades, talleres, obras colectivas y propuestas y juntas conforman la tríada de la pedagogía integradora y holística que vengo prototipando en contextos de educación posgradual, específicamente como profesor en la Maestría en Innovaciones Sociales en Educación y Maestría Ambientes de Aprendizaje en Uniminuto y en la Maestría Virtual en Docencia Mediada con las TICS en la Universidad de San Buenaventura.




Hagamos un breve resumen de cómo estos momentos y fases de la metodología integral se expresan y relacionan. Iniciemos con la CONEXIÓN, o en amplio sentido, la inter-conexión, que representa la metáfora clave, el origen y fuente de todas las emergencias de la vida. Se expresa en reciprocidad, intimidad, fragilidad, salud, cuidado, alimento, abundancia, gratitud, auto-regulación, empatía y compasión. En esta fase ahondamos en la alfabetización emocional y en la intimidad con el mundo interior, a través de microhistorias, los diarios hipermediales y usando diferentes mediaciones y repertorios tecnológicos, al igual que proporcionamos metodologías innovadoras para el autoconocimiento donde convergen las artes, la ancestralidad y las prácticas espirituales. 

El segundo momento de esta metodología integral, está enfocado en la COMPRENSIÓN y ésta es función de las relaciones entre ideas, personas, saberes, ciencias, tradiciones, contextos y territorios. La comprensión es fruto de la emergencia de conexiones más profundas y de diálogos abiertos y fecundos entre personas y redes más amplias y ecosistemas, no humanos. Buscamos generar un contexto ritual para la escucha, la contemplación de la biodiversidad, la atención profunda y donde mezclamos debates, reflexiones compartidas en un enfoque multiperspectiva, transdisciplinar y meta-sistémico. 


Finalmente, toma lugar la CO-CREACIÓN, el activismo social, la responsabilidad local y planetaria que es función de los 2 momentos previos (es decir, de la conexión + comprensión) + la fuerza de la voluntad en redes de compromiso con el mundo, en co-creación de comunidades locales para encarnar, diseñar y regenerar los nuevos presentes y futuros para todos. En la co-creación se hace la Minga para sembrar la semilla en el territorio, para llevar a cabo a pequeña escala el experimento de innovación social.


En el curso Pedagogía social (de la Maestría de Innovaciones sociales en Educación), que tuve este segundo semestre el honor de participar como profesor, creamos un proyecto de aula denominado KOSMONAUTAS, en donde se planteó como un piloto de una Universidad del Futuro. 



En su manifiesto se expresa: https://sites.google.com/view/unikosmonautas

 

Somos todos tripulantes de un universo que instante tras instante se expande…

Aquí cantamos, danzamos, conversamos, sembramos y soñamos…

Cada uno es semilla y alimento para el otro, un territorio vivo en ebullición…

Miles de raíces componen nuestras narrativas y comprensiones,

Estas brillan en el cielo para iluminarnos y recordarnos la maravilla de estar vivos.


Los kosmonautas cuidamos el universo y lo regeneramos, nuestros diseños se sustentan en el bien común y en la prosperidad y salud para todos los seres sintientes y las futuras generaciones. Los territorios son el todo, el cuerpo, el alma, el otro, la naturaleza, el kosmos, el pasado y el futuro, las interconexiones son nuestra forma de habitar el mundo.


Se inició el curso con una provocación de soñar la educación universitaria del futuro. Para esto les compartí algunos fragmentos del post que aparece en este blog: destellos de intuiciones pospandémicas y les envié un texto borrador que se llama la “Universidad del Futuro”. Ellos lo leyeron y de ahí se desprendió una maravillosa conversación sobre el horizonte de lo que podíamos construir juntos. Hubo un buen trabajo en comprender los aspectos centrales de la utopía propuesta y se pasó a definir intenciones, roles, grupos de trabajo, plataformas de interacción y una lluvia de ideas de propuestas. Se construyó colectivamente a modo de cadáver exquisito un Manifiesto. Posteriormente se sintetizó la metodología y una presentación audiovisual (videoperfiles) de los integrantes. Pasamos luego a definir  los módulos (se crearon 12 módulos multimediales, con información y contenidos de relevancia) y a investigar algunas metodologías afines con la propuesta pedagógica y finalmente un link a padlet para invitar a crear una cartografía colaborativa de iniciativas innovadoras en el mundo. 

Aquí les comparto el video de realimentación de los estudiantes David, Camila y Patricia, Líderes del proyecto.


Por otra parte, y en otro contexto, en el curso de posgrado Didácticas para la Paz y la Convivencia (de la Maestría en docencia mediada por las TICs) las palabras finales del curso que escribí fueron las siguientes.

Me siento muy contento de las experiencias compartidas en este Curso. Lo que vivimos fueron las prácticas integrales de vida enfocadas al despertar interior, las fecundas y evolutivas relaciones y una iniciación a los activismos para La Paz y la Convivencia.

Espero que sigamos tejiendo juntos La Paz… compartiendo conocimientos y nuestras prácticas pedagógicas, .escalando las acciones colectivas y manifestando paz, unidad, coherencia en todos los espacios en los que vivimos. Espero igualmente que continúen nutriendo estos sitios web creados con sus experiencias para que otros puedan inspirarse y procuremos libre acceso a los materiales creados colectivamente.

Todos los trabajos fueron maravillosos, disfruté muchísimo los diarios, los contenidos digitales, sintiendo el arte, escuchando la vulnerabilidad, las video-entrevistas con excelentes invitados, los videos usando el cine para visualizar las visiones de mundo y las actividades y didácticas que ustedes plantearon.

Los felicito y les comparto los enlaces a los diarios hipermediales del Curso de posgrado Didácticas para la Paz y la Convivencia de la Universidad San Buenaventura (Octubre-Noviembre 2020).


  • Finalmente, les comparto algunos videos de realimentación de los aprendizajes en la voz de los estudiantes del Curso Didácticas para La Paz y la Convivencia.

VIDEO 1VIDEO 2VIDEO 3 VIDEO 4




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