sábado, 18 de mayo de 2024

A propósito de la envidia

La envidia se constituye como el principio de la falta de carácter, 

que desde la miseria se va asomando hasta ser algo, 

pero siempre cubriéndose, afirmando que no es nada

(Kierkegaard)

La envidia es una de las emociones más difíciles de percibir y una de las más excitantes; opera como una “admiración infeliz” y maliciosa por lo que tienen los demás, contiene en efecto malicia, algunas veces chismes y ganas de destruir la felicidad de los demás. Hablar de esta emoción es muy importante en estos tiempos porque en nuestra época todos estamos queriendo reconocimiento, llamando permanentemente la atención y compartiendo los logros y nuestros éxitos en redes sociales, cuestión que moviliza soterradamente este sentimiento y ni qué decir, de las relaciones tensas y pugnas hipócritas que se dan entre muchos de los creativos y artistas. 

En los espacios donde hay exceso de competencia, sentimiento de impotencia, inferioridad o exceso de idolatría, surge a menudo la envidia que funciona como una suerte de rabia por poseer lo que otros tienen y anhelo de desear lo que no se posee.

Ahora bien, sentimos envidia sobre todo con personas afines a nosotros, a nuestros gustos e intereses, quienes están próximos en edad, lugar y reconocimiento, con quienes podemos competir. No envidiamos a quienes odiamos, sino a quienes admiramos, pero esa admiración es malevolente que se da con cierta sorna y desprestigio. La envidia se da cuando me molesta o me irrita algo que tiene el otro y esta situación se da porque lo quiero para mí. La persona envidiosa se molesta ante la satisfacción o logros de los amigos y amigas y en general personas que coinciden en muchos de sus estilos de vida. Una persona envidiosa además de ser muy competitiva (vive comparándose con los demás) a veces se trata muy duro a sí misma, vive mucho en el exterior (buscando el reconocimiento afanosamente afuera) y le cuesta tener gratitud y satisfacerse con sus logros y conquistas.

Las comparaciones (el hábito de pensar por medio de comparaciones es terriblemente perverso) y el sentido de impotencia son el punto de partida y algo donde casi siempre sale perdiendo la autoestima de las personas. La envidia es una emoción dolorosa, nubla el pensamiento, la objetividad de los hechos, daña las relaciones y nos vuelve ávaros en decirle a los otros lo bueno que son y que hacen. La envidia es un emoción que tal vez necesitamos estudiar más en nosotros, cómo opera, sentirla, reconocerla y cómo no dejarnos que nos impulse y también porque actualmente es usada mucho por las democracias populistas para crear divisiones e impulsar resentimientos entre grupos, etnias y colectividades. No podemos seguir autointoxicándonos con la envidia, una emoción que como vemos arrastra pasiones muy abyectas, es uno de los pecados capitales más raros e inconscientes y como  dice la psicoanalista Klein, “ataca y daña lo bueno, la fuente de vida… busca el placer en la destrucción del bien más que en su consecución”. Quizá después de la preocupación, afirma Russell, la envidia es una de las causas mas poderosas de infelicidad.

Algunas ideas para transformar esta actitud oscura y maliciosa y que quita tanta energía son: volvernos más generosos en compartir los logros de los demás y especialmente de nuestros amigos y amigas y personas que más admiramos. Celebrar nuestros logros. Fortalecer la confianza propia y reconocer nuestras capacidades creadoras, en sus límites y potencialidades. Dejar de quejarnos por lo que no tenemos y ser más agradecidos (la antítesis de la envidia es la gratitud). Dejar de compararnos con los demás y parar las carreras centradas solo en el éxito y la perfección. Una pasión que compensa es la admiración, la gratitud y la colaboración. Reconectar con el interior y con lo que nos da vida, ya que la fatiga emocional es causa a menudo de envidia, procurarnos más atención en las cosas pequeñas y en cosas que sean significativas en sí mismas y satisfactorias para nuestra alma. Eludir chismes o comentarios maliciosos hacia los demás. Sentirse con envidia aparentemente daña al otro, pero no es cierto, a quien debiilita es a nosotros, una desdicha para quien siente y se intoxica con esta emoción y le impide disfrutar las relaciones con los demás.


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lunes, 13 de mayo de 2024

3 ideas para pensar la educación del futuro

1. Necesitamos repensar y redistribuir no solo la riqueza sino también el estatus. En las últimas décadas le hemos dado muy altas valoraciones a los famosos, los influencer, a la gente de la farándula y rica, aquellos que tienen más likes y también valoramos de sobremanera a las personas educadas, con el deterioro y desmedro por aquellas personas que tienen otras aptitudes y desarrollan labores como las de la crianza, el cuidado, las empáticas, la que hacen los mediadores, enfermeras, educadoras, sabedores, campesinos, chamanes y los que se mueven entre habilidades artesanales, siendo muchas veces éstas actividades poco reconocidas y muy mal pagas. La educación además de apelar a la justicia cognitiva que tanto se habla en el Sur-Global, debe ensamblar y re-enmarcar de nuevo lo que hacemos con la cabeza, las manos y el corazón y darle un lugar especial y protagónico en la cultura, las instituciones y en la vida cotidiana.

2. Celebro mucho que más personas puedan participar en los procesos educativos formales. No obstante, una pregunta que casi nunca nos hacemos, es que ante la coyuntura de sobreproducción de profesionales, y a que muchos después de salir no consiguen empleos, esta crisis de las expectativas y desilusiones, nos vuelca a reimaginar y rediseñar todo el proceso educativo (pensarlo más allá de los procesos de escolarización): no podemos seguir exclusivamente la ruta de formar personas para el trabajo, solo unidas por edades y disciplinas de conocimiento, la obediencia y el rigor, ni tampoco en reducir la educación a la obligatoriedad por los contenidos, a contribuir a mayores grados de inteligencia, menos en tiempos de popularización de la IA que nos puede llevar a valorar otros campos, como la ética, la responsabilidad política, la inteligencia emocional, lo espiritual y la valoración y presencia de las inteligencias no computables, la toma de decisiones en situaciones de complejidad y a valorar otras formas de aprender y conocer.

3. Uno de los desafíos de la educación es crear inteligencia colectiva, materializada en  conformar equipos que trabajen juntos abordando problemas relevantes, personas que estén capacitadas para liderar procesos, mediar conflictos, emprender trabajos sociales y de cuidados, colectividades que definan las preguntas correctas, que sintonicen sobre lo qué es importante en determinado contexto y con una capacidad de comprender y colaborar en nuevas escalas; también volver a articular el cuerpo, el movimiento, lo emocional y la destreza de habilidades manuales que nos permitan ser muy recursivos en la cotidianidad y más soberanos en nuestras casas y territorios. La educación actual asociada a las lógicas del conocimiento formal y disciplinar, nos ha dejado muy precarios en las habilidades manuales y empáticas que nos sirven en la cotidianidad y en la salud de nuestras relaciones, nos ha dejado con dificultades para construir comunidades y ampliar los diálogos intergeneracionales, para pensar el presente e imaginar futuros en escala próxima y local y es por esto que la educación en todos los niveles debe ajustarse a estas necesidades y exigencias  de nuestro tiempo.


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lunes, 6 de mayo de 2024

PÁZALA VOZ (Programa radial del CEPAZ - UPN)

Este semestre estuve a cargo de la conducción del programa radial Pázala Voz del Centro de Educación para la paz, la memoria y los derechos humanos (CEPAZ) y realicé 8 podcast donde tuve la oportunidad de convocar a artistas, docentes e investigadores a conversar sobre cómo las artes aportan a la construcción de paz. El programa además de tener invitados muy destacados en los temas propuestos, tuvo dos secciones donde se compartieron libros y películas en relación al tema y en la parte final podemos escuchar diversidad de prácticas cotidianas e iniciativas en clave de la paz, la memoria y los derechos humanos. (En este enlace pueden consultar los 6 primeros programas: https://radio.upn.edu.co/podcast/pazalavoz/)

1) El primer episodio se enfocó en compartir las líneas de acción y la apuesta pedagógica del CEPAZ con la participación de Milena Hernández.


2) Radios comunitarias libres e itinerantes donde conversamos acerca de dos experiencias: Radio Nopal (Diego Aguirre) y La Vox Populi (Daniel Barrera, estudiante de la Licenciatura en Educación Comunitaria)

3) En este episodio se abordó la relación entre literatura y memoria con Fernando González (integrante de CEPAZ). 

4) Se presentaron los hallazgos de una tesis meritoria de la Maestría en Arte, Educación y Cultura (MAEC) y la participación de la profesora de la Facultad de Bellas Artes, Laura Duplat, para hablar del papel de las artes visuales y los procesos de construcción de memoria y paz.

 

5) Dos artistas, pedagogas e investigadoras muy reconocidas de la escena de las nuevas músicas colombianas María José Salgado y Ana María Ulloa, profundizando sobre el canto, las músicas de tradición oral y la paz. 

6) Junto a Paola Acosta y Piedad Ortega conversamos sobre el escenario transicional, justicia y pedagogías de la memoria. 

7) Dylan Bocanegra estudiante de la Licenciatura en Educación Comunitaria nos presentó la iniciativa la Ruta de la Memoria.

8) Finalizamos la serie hablando con Milena Hernández, directora del CEPAZ, acerca de la obra del sociólogo Alfredo Molano y sus aportes a la construcción de paz en Colombia.

 


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