viernes, 5 de diciembre de 2025

Matrices de pensamiento en disputa

Hoy quiero compartir una reflexión inspirada en las Matrices de pensamiento de Alcira Argumedo. Su texto me puso a pensar en cómo las sociedades organizan el sentido, cómo imaginan el futuro y qué fuerzas simbólicas están en disputa en este momento histórico.

Lo interesante es que, al leerla, no pensé en las visiones de mundo con las que suelo sentir afinidad. Más bien ocurrió lo contrario: empecé a ver cómo están reapareciendo imaginarios que creíamos superados, pero que hoy definen gran parte de las guerras culturales en el mundo.

La marcha de la humanidad” – David Alfaro Siqueiros

Y ahí es donde la lectura de Argumedo se vuelve muy lúcida. Para ella, las matrices de pensamiento no son etapas evolutivas ni niveles de conciencia. Son estrategias históricas: proyectos político-culturales que compiten por el sentido común. Y cuando uno mira la política reciente, eso salta a la vista.

Figuras como Bukele, Trump, Milei o, en Colombia, el candidato presidencial Abelardo de la Espriella, no proponen realmente un futuro nuevo. Lo que hacen es reactivar una matriz muy antigua: la del héroe que viene a poner orden, la del dirigente que suele tener muy claro al enemigo, la de la fuerza como camino hacia la salvación. Y esa narrativa funciona porque aparece justo donde hay miedo, precariedad, incertidumbre.

También me di cuenta de algo incómodo: creíamos que nuestras visiones de mundo —más inclusivas, más plurales— eran compartidas por mucha gente. Pero el panorama muestra algo distinto. Hay matrices de pensamiento muy vivas que apuestan por el orden, la autoridad, la contundencia, el racismo, clasismo y la violencia. Y también hay otras que buscan sostener la vida, la comunidad, la empatía y la dignidad.

Lo que me interesa es esa tensión. Porque ahí se revela la profundidad del momento histórico que estamos viviendo. Esto no es simplemente una pelea entre derechas e izquierdas. Es una disputa entre formas de interpretar el mundo, de entender la libertad, de imaginar el porvenir. Cada matriz responde a una herida social distinta.

Y aquí viene la pregunta con la que quiero cerrar: ¿Qué matriz de pensamiento estamos alimentando cada día, con nuestros miedos, con nuestras decisiones y con nuestras conversaciones?

Porque, al final, la disputa política es una disputa por el sentido mismo. Y ese sentido no se impone por fuerza ni se gana humillando al adversario: se construye ampliando la imaginación colectiva y entendiendo con profundidad las diversas visiones de mundo que hoy compiten por orientar nuestro futuro.


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martes, 2 de diciembre de 2025

Curso Narrativa Sonoras para la Paz

El curso Narrativas Sonoras para la Paz para víctimas del conflicto armado en Colombia, diseñado por el CEPAZ de la UPN y la Unidad de Víctimas, nació como un espacio para aprender a contar historias para dignificar sus experiencias y trayectorias y encontrar una escucha y reconocimiento más profundo. Muy pronto descubrimos que lo más importante no era el guion, ni la grabación, ni el producto final. Lo que realmente transformó a quienes participaron fue el encuentro mismo: ese acto sencillo y profundo de sentarse a hablar, de reconocerse en otro, de descubrir que el dolor era un territorio compartido.



Cada sesión abrió un umbral donde las palabras circulaban con cuidado y donde las historias, al hacerse audibles, encontraban una forma de reparación. Las voces se convirtieron en puente y en abrazo. Compartir experiencias, escuchar sin juicio, reconocer trayectorias semejantes: todo ello fue tejiendo una red que disminuyó el aislamiento y fortaleció emocionalmente a las víctimas. Allí comprendimos que, en procesos como este, el vínculo humano es el principal dispositivo pedagógico.

Con el paso de las semanas, la asistencia comenzó a disminuir. La vida, con sus urgencias y dificultades, fue exigiendo a algunos participantes priorizar otros espacios. Quizá la duración extensa, quizá factores externos: la causa nunca fue del todo clara. Pero la experiencia dejó una lección: un formato más concentrado, intensivo y coherente con las dinámicas de quienes participan podría mantener viva la energía colectiva y favorecer la continuidad del proceso.

En las sesiones, se hizo evidente que las narrativas más potentes surgían cuando las voces se entrelazaban. Los proyectos individuales, aunque valiosos, mostraron límites frente a la fuerza de lo colectivo. Por eso, en la reflexión final del curso, emergió con claridad la necesidad de promover la creación compartida: productos sonoros hechos entre varias manos y varias miradas, donde cada rol se rota, se aprende y se enseña. La inclusión de estudiantes universitarios fue vista como una oportunidad para crear un encuentro donde saberes distintos se nutren mutuamente y la horizontalidad se vuelve posible.

Uno de los logros del curso fue su diversidad metodológica. Se trabajó con el cuerpo, con la memoria sensorial, con la música, las imágenes, los relatos del territorio y el fotobordado. Se exploró la voz en todas sus formas: como instrumento, como testimonio, como espacio de creación. Esta pluralidad de lenguajes permitió que cada persona encontrara un camino propio para narrarse y para narrar al mundo. Esa diversidad fue, sin duda, una de las mayores fortalezas del proceso.

El tránsito por Narrativas Sonoras para la Paz dejó, además, aprendizajes proyectados hacia el futuro. Es necesario diseñar un recorrido formativo donde el proceso sea tan importante como el producto; incorporar momentos de cosecha colectiva —bitácoras, círculos de cierre, pequeñas piezas grupales— que permitan sedimentar lo vivido; y ofrecer herramientas prácticas para que los participantes continúen explorando la narración sonora más allá del curso. También será valioso proponer micro-producciones semanales que mantengan la motivación y roles rotativos dentro de cada grupo, de modo que todos puedan experimentar diferentes posiciones creativas sin presión.

Finalmente, la memoria de lo vivido fue bellamente compartida en una mesa de radio y se enlazará a los podcasts universitarios (como pázala voz, la pedagógica radio y la página de la unidad de víctimas) y ojalá también con otros espacios culturales para que estas voces sigan circulando, fortaleciendo la construcción de paz desde la palabra y el sonido.

En síntesis, Narrativas Sonoras para la Paz fue un curso donde la voz se hizo territorio, la escucha se volvió cuidado y la creación se transformó en una práctica de memoria y de encuentro. Una experiencia que invita a seguir caminando, escuchando y narrando juntos.

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jueves, 27 de noviembre de 2025

Contra los excesos de memoria: por una consciencia post-trágica

He venido pensando que la simple confrontación con las verdades desgarradoras del conflicto en Colombia no basta para activar al sujeto y sus realidades. El horror, por sí solo, no moviliza. Para que el pensamiento se ponga en marcha y la acción situada emerja, se necesita una especie de horizonte, un proyecto compartido, una imaginación política y una inteligencia colectiva que permita transformar lo heredado en lo posible.

También veo que escuchar verdades dolorosas mediante fotos, libros, audios, videos o archivos es distinto de recibirlas en diálogo directo con quienes han vivido la violencia. En la presencia del otro, la palabra cambia: escuchamos, preguntamos y somos cuestionados por esa experiencia viva. Si queremos que la memoria sea un espacio de empatía y reconocimiento, debemos propiciar estos encuentros en los procesos formativos.

Pero la memoria no es una solución universal. Existen excesos, prácticas memoriantes que se repiten sin producir sentido, palabras que pierden fuerza por su uso ritual. Recordar no siempre ayuda a superar el pasado; a veces lo fija, impidiendo que pase.

Aquí aparece lo que podría llamarse una consciencia post-trágica. No niega el dolor ni lo trivializa, pero tampoco lo convierte en destino. Propone ir más allá del sufrimiento como única referencia. Las víctimas no son solo víctimas: no quieren ser reducidas al evento que las marcó, ni volver sin fin sobre sus dolores. Necesitan espacios donde su subjetividad no quede atrapada en el trauma.

Una consciencia post-trágica, entonces, no borra la memoria del conflicto, pero tampoco permite que el dolor se vuelva el centro absoluto del relato nacional. No es olvido; es evitar un duelo sin fin. Reconoce memorias necesarias, pero también los riesgos de su exceso, deja de sacralizar el trauma para abrir posibilidades de convivencia, aceptando zonas grises, responsabilidades compartidas y procesos de reparación que no exijan destruir al otro.

Más que levantar monumentos de la memoria, necesitamos espacios de conversación crítica y creación colectiva. No lugares para repetir lo ya dicho, sino para pensar lo aún no pensado e imaginar el porvenir., Que la memoria sea un punto de partida, no un lugar de detención. Si Colombia quiere otra forma de ser consigo misma, habrá que sostener el dolor sin convertirlo en identidad, y habilitar espacios donde la memoria no sea una frontera, sino un punto de partida hacia lo que todavía podemos llegar a ser.

La constelación de lo post-trágico quizá podría estar vinculado a estos 3 momentos que están plenamente conectados.:

Kátharsis: sentir y reconocer el dolor. (desahogo y descarga emocional)

Phrónesis: comprender qué hacer con el dolor (discernimiento, sabiduría práctica, momento que integra experiencia y sensibilidad)

Praxis/Poiesis: acción transformadora, respuesta creativa y una forma de crear nuevas formas de vida que no estén gobernadas por la herida.

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miércoles, 26 de noviembre de 2025

1er Festival UNIVERSIDAD DEL FUTURO (Ecocirco-Cachipay)

Nos encontraremos en el Ecocirco, del 12 al 15 de diciembre de 2025, para celebrar la amistad, la vida y esos encuentros fortuitos y mágicos que solo florecen cuando se reúnen almas vibrantes. El propósito de este primer Festival de la  Universidad del Futuro es fortalecer los vínculos de quienes hemos participado en las video-conversaciones del podcast y también abrir un espacio para vivir y encarnar las pedagogías, prácticas y experiencias que cada persona trae como ofrenda al encuentro. 

Durante estos días queremos convocar los sentidos y las incertidumbres, hacer que el futuro acontezca en el presente,  presenciar los juegos y las reflexiones, las artes y las conversaciones, la música y la danza, el silencio y el caminar. Queremos merodear juntos las preguntas esenciales, actualizar la existencia en el gozo del encuentro y en la alegría de compartir nuestras obras, metodologías, iniciativas e inéditas pedagogías. Será un festival para seguir jugando, soñando, colaborando, y para reconocer la riqueza profunda de acompañarnos mutuamente. 

Invitados al podcast en el 2025

En esta primera edición, el eje será el presente y el futuro de la Universidad del Futuro. Queremos, además de reconocernos en nuestras potencias y abundancias, imaginar y vislumbrar colaboraciones que puedan nutrir el diseño de actividades —cursos, talleres, residencias, giras, experiencias y acciones colectivas— proyectadas hacia el 2026. 

El Festival contará con conversaciones, lecturas, recitales poético-musicales, rituales, círculos de palabra, fuego y música, experiencias de danza, performance y conciertos. Un territorio común para tejer comunidad, pensamiento, arte y celebración. 

PROGRAMACIÓN AQUÍ 

INVERSIÓN

Pago completo (3 noches / 4 días): 400.000  COP 
Incluye alojamiento en cama, alimentación y acceso a todas las actividades. 

1 Día por persona: 60.000 COP (acceso a actividades, no incluye alimentación) Alimentación (por comida 20.000 COP)
Hospedaje: Cama 50.000 COP  Camping 25.000 COP 

TRANSPORTE

Salida de Bogotá a Cachipay: 22.000 COP 
Lugares de salida: Terminal de transportes o  Calle 12a # 67- 02 

INFORMACIÓN
Móvil: +57 3208599591 

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sábado, 22 de noviembre de 2025

La seguridad como cuidado

¿Cómo se hace un país emocionalmente seguro para que no necesite salvadores y líderes autoritarios?

Primero: desmontando el truco. La seguridad como cuidado es una inversión conceptual que implica transformaciones profundas: cambia el repertorio del control, el castigo y la vigilancia por aquello que realmente sostiene la vida.

Un país emocionalmente seguro no nace de un decreto, una ley, se teje capa a capa, desde lo psicológico, la crianza hasta la ciudad, desde la economía hasta las instituciones educativas y culturales. Una sociedad así no corre azarosa a los brazos del “salvador” de turno: aprende a sostenerse sola.

En clave analítica, articulando diferentes dimensiones podríamos tener en cuenta:

Psicológico: seguridad como regulación emocional colectiva, adultos capaces de no reaccionar desde el pánico.

Crianza: infancia acompañada, no disciplinada con terror; vínculos que enseñan que el otro no es amenaza.

Economía: estabilidad mínima que permite planear la vida; protección frente a la precariedad que produce ansiedad social.

Vivienda: hogar como derecho, no como privilegio; un lugar donde poder “volver” sin que la vida sea una intemperie constante.

Educación: aulas que reconocen, no avergüenzan; aprendizaje sin humillación, sin competencia cruel.

Política: instituciones que no manipulan el miedo; gobiernos que no se erigen como salvadores, sino como servidores del bien comun.

Derecho a la ciudad: espacios que invitan a habitar, no a esconderse; seguridad como convivencia, no como desconfianza.

La seguridad aparece cuando cada nivel —la mente, el hogar, la economía, la escuela, el barrio, el Estado— deja de producir miedo crónico y empieza a generar dignidad, estabilidad y reconocimiento.

La seguridad no son muros ni sirenas. No son ataques, cámaras y más armas, menos acabar con el enemigo real o imaginado, ni menos la apelación a guerras justas. Es sentirse acompañado, sostenido y potenciado. Es ampliar el cuidado en muchas de las escalas donde vivimos.

Es transformar el miedo en responsabilidad compartida, no en venganza. No necesitamos enemigos imaginarios: necesitamos adversarios legítimos.

Lo que daña se impugna; la persona se reconoce.

Firmeza frente a la violencia, cuidado radical frente al dolor.

La violencia no cae del cielo: la fabrican patrones, estructuras, decisiones colectivas. Por eso, impugnar lo que destruye es también reparar el tejido de la vida.

Activar la empatía, cultivar dignidad, fortalecer capas profundas de sentido: eso es seguridad. Eso es justicia. Eso es un país que no necesita autoritarismos para sentirse protegido.

Pequeños actos. Grandes cambios. Palabras que escuchan. Instituciones que sostienen. La seguridad, al final, es un juego colectivo de cuidado, justicia y compasión.


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viernes, 21 de noviembre de 2025

14 proposiciones sobre el pensar

1. No todo debe volverse objeto de reflexión: hay realidades que solo se dejan tocar por dentro, como si exigieran ser vividas antes que pensadas.

2. No siempre se piensa mejor pensando más; a veces pensar es soltar, dejar que fuerzas más antiguas que la razón nos atraviesen, nos desarmen y abran otras formas de lucidez.

3. Hay escenas que no admiten distancia: nos llaman, nos reclaman, nos exigen la piel, el cuerpo, la presencia; solo se comprenden participando.

4. El pensamiento tiene potencia simbólica y oracular: es, hoy, un arte profético que opera por resonancia y se expresa como filamento poético.

5. Pensar no surge de la seguridad, sino del temblor, de la fisura, de la grieta, de la herida, de la carencia, de la pérdida y de la disconformidad que rompe la inercia.

6. En el proyecto vital, el pensamiento deviene entrenamiento de la voluntad y de la imaginación: músculo de sentido, disciplina de libertad.

7. Cuando no toca tierra, hogar, vínculo, ni obra social, el pensamiento se desvincula; flota sin rumbo y se vuelve refugio para huir de la vida.

8. Pensar exige profundidad: hacer preguntas que perforan la superficie y descienden hasta el fondo móvil de las cosas. Pensar es ampliar el campo del asombro.

9. El pensamiento no es solo labor de la mente: es carne, emoción, arquetipo, memoria fisiológica, atmósfera cultural, cicatriz familiar. Pensar es también sentir, y sentir es también comprender.

10. Pensar se vincula con un gesto de madurez y cuidado: hacerse cargo, asumir la propia potencia y fragilidad, responder por lo que vemos y también por lo que evitamos ver.

11. El cuerpo es territorio del pensamiento: cuando se contrae, la mente se endurece; cuando se flexibiliza, la mente aprende a escuchar.

12. Si la realidad es un tejido de relaciones, transformarla exige transformar los personajes, máscaras y roles que encarnamos, así como las escenas donde configuramos nuestra vida.

13. Las ideas no pueden ser universales ni atemporales: deben nacer del movimiento histórico y dialéctico de lo que vivimos, del pulso concreto de los procesos.

14. Como dice Timothy Morton, las ideas son faros en la noche: iluminan, orientan y abren camino. Pero no podemos quedarnos pegados a ellas como polillas hipnotizadas; su luz es para avanzar, no para girar en círculo.

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jueves, 20 de noviembre de 2025

Programas Pázala Voz II-2025 (CEPAZ-UPN)

Durante el segundo semestre de 2025, en el programa radial Pázala Voz del CEPAZ-UPN, realicé una serie de 10 episodios dedicados a explorar distintas aristas de la construcción de paz: desde el arte y la memoria, hasta las resistencias comunitarias, ambientales y las producidas en la vida cotidiana.

Cada conversación abrió puertas, dejó preguntas y permitió escuchar voces que hoy alimentan las reflexiones del Centro de Educación para la Paz, la Memoria y los Derechos Humanos.

Estos fueron los episodios: ESCUCHAR TODOS AQUÍ

  • Hasta que amemos la vida. Un diálogo con César López sobre la potencia ética y sensible del arte —y especialmente de la música— en los procesos de paz.
  • Territorios de Paz: El caso del Melcocho. Conversación con Yeison Castro (líder social del Carmen de Viboral), Amatista del Colectivo Fieras Montañeras y Yésica Cortés del CEPAZ, sobre la defensa del territorio y las formas de cuidado comunitario.
  • Resistencias contra el olvido. Una experiencia pedagógica de la Cátedra Colectivo Caso 82 junto a Nancy García, Rosalba Campos y María Teresa San Juan.
  • Crisis Civilizatoria y Paz. Con Laura López Duplat (CEPAZ) y estudiantes de Vida Universitaria, reflexionamos sobre el colapso ecológico, la sensibilidad y las búsquedas éticas de nuestro tiempo.
  • Semillero de Arte, Comunicación y Paz. Participaron Brayan Beltrán, Natalia López, Linna María González, Alejandro Vaca, Mauricio Farfán, Gabriela Ruiz y Daniel Ramírez, compartiendo sus proyectos y luchas creativas.
  • Resistencias en el Sur Global. Una conversación con Faiq Mari, arquitecto y educador palestino, y Daniel Barrera, doctorando en estudios migratorios, sobre exilios, violencia y horizontes de emancipación.
  • Paramilitarismo y Violencia Urbana. Con Fernanda Espinosa (doctora en ciencias sociales y humanidades), Alejandro Múnevar (abogado UNAL) y Andrea Lezama (profesora e integrante CEPAZ).
  • Violencia Política y Universidad. Conversación con José Manuel González y Jymy Forero (CEPAZ), sobre los impactos de la violencia política en la comunidad universitaria.
  • Festival Universitario y Comunitario de Artes Escénicas. Con Camilo Igua Torres (CEPAZ) y las estudiantes Sofía Ardila y Tatiana, exploramos el sentido comunitario y artístico del festival.
  • Cartografías de las memorias con Carolina Bautista (CEPAZ), Dilan Bocanegra (Colectivo Ruta de la Memoria), Alisson Michelle Pareja (Practicante CEPAZ) y María del Pilar Restrepo (Proyecto Manos y Pensamiento

Cada episodio es una ventana distinta para comprender cómo se siembra paz desde la palabra, la memoria, las artes, las re-existencias y las prácticas culturales.


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