martes, 2 de diciembre de 2025

Curso Narrativa Sonoras para la Paz

El curso Narrativas Sonoras para la Paz para víctimas del conflicto armado en Colombia, diseñado por el CEPAZ de la UPN y la Unidad de Víctimas, nació como un espacio para aprender a contar historias para dignificar sus experiencias y trayectorias y encontrar una escucha y reconocimiento más profundo. Muy pronto descubrimos que lo más importante no era el guion, ni la grabación, ni el producto final. Lo que realmente transformó a quienes participaron fue el encuentro mismo: ese acto sencillo y profundo de sentarse a hablar, de reconocerse en otro, de descubrir que el dolor era un territorio compartido.



Cada sesión abrió un umbral donde las palabras circulaban con cuidado y donde las historias, al hacerse audibles, encontraban una forma de reparación. Las voces se convirtieron en puente y en abrazo. Compartir experiencias, escuchar sin juicio, reconocer trayectorias semejantes: todo ello fue tejiendo una red que disminuyó el aislamiento y fortaleció emocionalmente a las víctimas. Allí comprendimos que, en procesos como este, el vínculo humano es el principal dispositivo pedagógico.

Con el paso de las semanas, la asistencia comenzó a disminuir. La vida, con sus urgencias y dificultades, fue exigiendo a algunos participantes priorizar otros espacios. Quizá la duración extensa, quizá factores externos: la causa nunca fue del todo clara. Pero la experiencia dejó una lección: un formato más concentrado, intensivo y coherente con las dinámicas de quienes participan podría mantener viva la energía colectiva y favorecer la continuidad del proceso.

En las sesiones, se hizo evidente que las narrativas más potentes surgían cuando las voces se entrelazaban. Los proyectos individuales, aunque valiosos, mostraron límites frente a la fuerza de lo colectivo. Por eso, en la reflexión final del curso, emergió con claridad la necesidad de promover la creación compartida: productos sonoros hechos entre varias manos y varias miradas, donde cada rol se rota, se aprende y se enseña. La inclusión de estudiantes universitarios fue vista como una oportunidad para crear un encuentro donde saberes distintos se nutren mutuamente y la horizontalidad se vuelve posible.

Uno de los logros del curso fue su diversidad metodológica. Se trabajó con el cuerpo, con la memoria sensorial, con la música, las imágenes, los relatos del territorio y el fotobordado. Se exploró la voz en todas sus formas: como instrumento, como testimonio, como espacio de creación. Esta pluralidad de lenguajes permitió que cada persona encontrara un camino propio para narrarse y para narrar al mundo. Esa diversidad fue, sin duda, una de las mayores fortalezas del proceso.

El tránsito por Narrativas Sonoras para la Paz dejó, además, aprendizajes proyectados hacia el futuro. Es necesario diseñar un recorrido formativo donde el proceso sea tan importante como el producto; incorporar momentos de cosecha colectiva —bitácoras, círculos de cierre, pequeñas piezas grupales— que permitan sedimentar lo vivido; y ofrecer herramientas prácticas para que los participantes continúen explorando la narración sonora más allá del curso. También será valioso proponer micro-producciones semanales que mantengan la motivación y roles rotativos dentro de cada grupo, de modo que todos puedan experimentar diferentes posiciones creativas sin presión.

Finalmente, la memoria de lo vivido fue bellamente compartida en una mesa de radio y se enlazará a los podcasts universitarios (como pázala voz, la pedagógica radio y la página de la unidad de víctimas) y ojalá también con otros espacios culturales para que estas voces sigan circulando, fortaleciendo la construcción de paz desde la palabra y el sonido.

En síntesis, Narrativas Sonoras para la Paz fue un curso donde la voz se hizo territorio, la escucha se volvió cuidado y la creación se transformó en una práctica de memoria y de encuentro. Una experiencia que invita a seguir caminando, escuchando y narrando juntos.

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