martes, 3 de junio de 2008

ENTRE TIC Y TECNOLOGIAS DE LA IMAGEN...DE LA APROPIACIÓN A LOS USOS SOCIALES


Algunas cuestiones que parece indispensable comprender son:

1) estamos ante un “repertorio tecnológico” esto es un conjunto crecientemente articulado de tecnologías, que comparten algunas características comunes y centrales; 
2) uno de sus rasgos centrales es que son tecnologías de “coordinación de acciones” en tiempo real. La “comunicación” de contenidos, la circulación y gestión de “información”, la configuración de hipertextos, la naturaleza digital y binaria de las representaciones textuales, son atributos más o menos contingentes, respecto a la poderosa capacidad de coordinación de acciones, trabajo y experiencia humana, de máquinas con máquinas, de máquinas con hombres, de hombres con hombres, en tiempo real y de manera extendida. 
3) La naturaleza de ese “tiempo real” considera a) no sólo el hecho de que se trata de tiempo inmediato y en presente continuo, sino b) de la promesa de hacer infinito (y ancho) el tiempo finito inmediato, un presente dilatado.

Esto, para desmarcarse de la idea demasiado restrictiva de “TIC” o el énfasis en aparatos concretos. Se trata de conjuntos de “posibilidades tecnológicas” que comparten algunas características, una de las más importantes es su condición de fuente de coordinaciones de acciones en tiempo real. Es respecto a lo anterior que tiene sentido empezar a ‘desnaturalizar’ la noción clave de TIC, que en mucho es deudora de las prescripciones de la empresa, de la mercadotecnia, del lenguaje de los gobiernos y los medios de comunicación, y de las esperanzas de control de las organizaciones de seguridad. La nomenclatura y noción “Tecnologías de Información y Comunicación”, que ha terminado por imponerse probablemente desde el campo intelectual y tecnoempresarial anglosajón, particularmente norteamericano, no deja de ser problemática. Basta ver, por ejemplo, la defensa conceptual que Renaud (1992) hace de su noción de Nuevas Tecnologías de la Imagen, refiriéndole a regímenes de lo visible en configuración, distintas formas de la imaginería en desarrollo y la emergencia de una discursividad numérica (digital) en que se articulan ciencia y técnica

Lo que se altera en virtud de este régimen de lo visible, es la producción social de los saberes, la producción social de las cosas y objetos, la producción social de la memoria, los procesos de creación, los procesos de comunicación. La noción de Tecnologías de Información y de la Imagen inscribe la máquina en el horizonte de las transformaciones de los regímenes discursivos, de representación y de expresión. Como puede apreciarse el énfasis de Renaud está puesto en el estatuto de la «imagen», no en la supuesta comunicabilidad expansiva y expandida que prometen este tipo de tecnologías, ni la circulación, archivado y procesamiento de información (data). Una parte importante del proyecto debe estar orientado a deconstruir, discutir y repensar los supuestos que entraña la naturalizada noción de Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación. Se trata de evitar hacer de las “TIC” un tic, ya que la noción de tecnologías de la información parece todavía presa de la condición instrumental de la máquina: procesadora de datos e información.

Rheingold permite apreciar la centralidad de los “usos sociales” a la hora de pensar el devenir de estos “repertorios tecnológicos”. Es importante notar que las “variedades” o “diversas formas de apropiación” de esos repertorios tecnológicos es, de suyo, un atributo político. ¿Por qué y en qué sentido? Los usos sociales de esos repertorios tecnológicos tienden a ser más o menos regulados por diferentes instituciones e instancias sociales de poder: el mercado privado, las instituciones escolares, los gobiernos y burocracias públicas, las organizaciones policivas y de seguridad. En conjunto estos prescribirían un orden de usos más o menos convencionales de estos repertorios tecnológicos. La dimensión política de los procesos de “apropiación” de estos repertorios tecnológicos se manifiesta en las variedades de uso más conservadores, esto es, los que tienen mayor proximidad a las prescripciones convencionales y a los núcleos de valores canónicos dominantes; “rupturas radicales o resistencias alternativas” a esos valores, y usos “innovadores, inesperados y emergentes” respecto a esos valores convencionales. En ese sentido puede ser útil retomar la distinción establecida por R. Williams (1980) en términos de cuatro tipos de formaciones culturales: lo arcaico, lo residual, lo emergente y lo dominante. Hay usos sociales que “conservan” los valores dominantes. Hay usos que realizan y reactualizan valores residuales, esto es, valores largamente reprimidos por la cultura dominante, confinados al pasado, lo primitivo, lo no civilizado, lo no moderno, lo no racional, pero vivos, que pueden reaparecer intensamente de la mano de los repertorios tecnológicos. Hay usos que constituyen auténticas innovaciones sociales, no previstas por los diseñadores de estos repertorios, por sus mercadeadotes ni por las instituciones que movilizan los valores dominantes. En algunos casos estos usos se anticipan y movilizan –guían- al repertorio tecnológico. En resumen, hay usos sociales que se pliegan a los requisitos previstos por los poderes que diseñan el repertorio tecnológico. Hay usos sociales que resisten o invierten los términos previstos por el repertorio tecnológico. La idea esencial es que hay demandas sociales, movimientos que vienen de lo social, demandas de coordinaciones sociales, que no provienen de los repertorios tecnológicos, sino de la inventiva y magma social, las demandas de vínculos

Es de resaltar de cara al proyecto de investigación, en lo que respecta a los repertorios tecnológicos la presencia discursiva, de prácticas y usos donde se mezclan tiempos tradicionales, modernos y contemporáneos, además nos lleva a considerar tanto las maneras como predominan tecnologías de la información y la comunicación, en algunas experiencias, donde prevale la transmisión, organización y diseminación de datos, y también, experiencias donde predominan tecnologías de la imagen, como tecnologías discursivas, de expresión y representación. Nos interesan justamente las líneas de dis-continuidad entre unas y otras.

Respecto a la categorìa “apropiaciòn”, señalamos algunas inquietudes respecto a su semántica más próxima, en tanto esta refiere a aquello de “hacer propio, privado” algo. Apropiación podría resonar con otros términos como propiedad, posesión, atributo que hace alguien de algo que es común. En este caso, las políticas de masificación de TIC en nuestros países han estado acompañadas de este discurso de apropiación social, bajo el supuesto que cada quien, debe hacer privado, un “bien” de consumo. ¿Qué categoría deberíamos usar si entendemos que estas tecnologías han de ser para la creación colectiva y pública, para la expresión de memorias individuales y colectivas, para la cooperación? Por ahora, “usos sociales de los repertorios tecnológicos” nos parece que puede ser una salida (desde Rheingold, desde Certeau) y reconocemos en ella que esos usos tienen entonces un carácter político que se expresa desde las políticas de un capitalismo de la propiedad privada, y en el cual participan diferentes instancias y organismos públicos y privados, hasta políticas de resistencia donde se plantean otros modos de producción y de propiedad, donde hay una pregunta por “lo común”. Lo propio, va en detrimento de lo comùn dado que esto ùltimo empieza cuando lo aquello se diluye.

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