La Carrera 7a siempre me ha parecido una aventura sonora maravillosa y contrastante que me recuerda los experimentos dadaístas, las Cartografías al azar y mi faceta como programador en la UNRadio. Aquella tarde había una luz tenue en el ambiente y un aire fresco que me estiraba el rostro haciéndome sonreír: parecía un perro callejero. Todos me sonreían, decidí husmear y desacelerar el paso para que las postales fueran más intensas y pudiera compartirlas en directo con el mundo.
Mientras tomaba café y leía un libro de Charles Simic, poco a poco fue apareciendo los acordes de una guitarra como saliendo de los majestuosos Cerros bogotanos... siempre acompañando...en unos pocos metros me asaltó un rayo cálido de luz y la coreografía de una pareja de caleños con Cha Cha Cha y Son Montuno, pasando en un mágico vocoder al Mambo que bailaba un hombre encanecido y barbado que lucía un traje blanco, portaba luces en el cuerpo y sonreía al infinito. Por ratos no era yo, sino una aguja de un tocadiscos, una antena de retransmisión, una oreja andante, un ser que tuneaba la ciudad, al estilo de los anónimos...un salto y una gran grieta aparece repentinamente y me lleva al House de Technotronic, luego al Metal, miro al frente, aprieto los dientes y alguien con un gran escapulario, un bozo ennegrecido y una gorra de los Lakers se alegraba de hacer un jaque mate que ni el mismo lo creía; la Reina bailaba Salsa y el Rey Vallenato y Plancha...
La tarde iba cayendo cada vez más rápido, un momento que, confieso, siempre me excita, donde se funde el día y la noche, los sonidos de los pájaros, los ejecutivos buscando el karaoke, arreboles en espiral de un anaranjado intenso haciéndole el amor a una gran nube negra... me quedé extasiado, di dos exhalaciones y continué... el paseo parecía terminar, pero en el momento más feliz, brotó de la nada el "Despecho" y un paso al Reggueton, buscándose su sitio, apresurao, invitándome a seguir bailando, escuchando, realizando trayectos en nuevas direcciones, donde el azar y la improvisación, la comedia y la tragedia, se unen en mi música que es la de todos
Mientras tomaba café y leía un libro de Charles Simic, poco a poco fue apareciendo los acordes de una guitarra como saliendo de los majestuosos Cerros bogotanos... siempre acompañando...en unos pocos metros me asaltó un rayo cálido de luz y la coreografía de una pareja de caleños con Cha Cha Cha y Son Montuno, pasando en un mágico vocoder al Mambo que bailaba un hombre encanecido y barbado que lucía un traje blanco, portaba luces en el cuerpo y sonreía al infinito. Por ratos no era yo, sino una aguja de un tocadiscos, una antena de retransmisión, una oreja andante, un ser que tuneaba la ciudad, al estilo de los anónimos...un salto y una gran grieta aparece repentinamente y me lleva al House de Technotronic, luego al Metal, miro al frente, aprieto los dientes y alguien con un gran escapulario, un bozo ennegrecido y una gorra de los Lakers se alegraba de hacer un jaque mate que ni el mismo lo creía; la Reina bailaba Salsa y el Rey Vallenato y Plancha...
La tarde iba cayendo cada vez más rápido, un momento que, confieso, siempre me excita, donde se funde el día y la noche, los sonidos de los pájaros, los ejecutivos buscando el karaoke, arreboles en espiral de un anaranjado intenso haciéndole el amor a una gran nube negra... me quedé extasiado, di dos exhalaciones y continué... el paseo parecía terminar, pero en el momento más feliz, brotó de la nada el "Despecho" y un paso al Reggueton, buscándose su sitio, apresurao, invitándome a seguir bailando, escuchando, realizando trayectos en nuevas direcciones, donde el azar y la improvisación, la comedia y la tragedia, se unen en mi música que es la de todos
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