miércoles, 18 de marzo de 2020

Bypass Espiritual

Algunas comunidades espirituales por exaltar demasiado lo suave, lo dulce, lo armónico, la felicidad, lo bueno, la magia, el milagro, lo cultural, han muchas veces rechazado, omitido o descuidado otras partes intrínsecas de la realidad, llevando a la sombra dimensiones que son igualmente de importantes para el crecimiento y para la vida, tales como, la fuerza, la valentía, el poder, lo amargo, el emprendimiento, el logro, el dinero, el caos, incluso la ira. Recordemos que la ira no es un problema, El nudo está cuando se convierte en agresión. Leyendo a Robert Augustus, se descubren las diferencias entre ira y agresión y también entre la ira sana y la insana. La sana nos lleva a movernos, protegernos, ser firmes frente a las injusticias y lo que es dañino, nos impulsa también a trascender, a crear empresas, proyectos ciudadanos y culturales, movilizar el espíritu, poner límites, establecer a tiempo acuerdos, confrontar y nivelar lo que ya nos sirve. La ira insana, que se expresa agresivamente, nos lleva a culpar a los otros y a justificar que actuamos así por su culpa; es también la que avergüenza, excluye y deshumaniza a los demás; la que nos pone siempre a la defensiva, hostiles, malhumorados y agresivos...se expresa también cuando no nos hacemos responsables de nuestras acciones y del impacto que tienen...y la mayoría de veces cuando se nos plantean críticas o puntos de vista distintos a los nuestros, actuamos reactivamente (pero eso si, no admitimos que estamos siendo reactivos). Nos cuesta ponernos en los pies de los otros y es muy difícil que nos hagamos de otra perspectiva a la nuestra, sobretodo cuando conversamos sobre asuntos políticos y morales. Esta ira insana evidencia que nuestra vulnerabilidad y dolores son rechazados y evitados, están a nuestra sombra y muchas veces nuestras estrategias de liderazgo y activismo social son divisorias y que deshumanizan y nos sentimos justificados de hacerlo porque otros se lo merecen. En todos los casos, preferimos tener la razón que estar conectados.

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