Las obras de arte que más me seducen, son las
que mayor grados de libertad e inspiración ofrecen a diferentes tipos de
público; las que ponen alas a tu imaginación sensible y amplían la disposición
creadora; las que cuidan el silencio y te hacen ponerte erguido y atento, en la
incertidumbre del encuentro: coctelera mágica que mezcla la luz del ocaso más
gaseoso con el atisbo de una noche más plena, la vulnerabilidad más íntima con
tus sueños más profundos…las
obras de arte que más me atraen son las que agitan la semilla viva de lo que
siempre ha estado ahí, las que te hacen temblar de amor, te hacen sentir carente
y abundante, ridículamente igual a todos y en las que te sientes bien perdiendo
el tiempo…riéndote de ti mismo y entrando a través del juego y la fiesta al
clímax donde eres tu corriente, cauce y flujo universal.
A finales de agosto estuve participando
en 2 performances que se presentaron como obras finales en la Maestría en Artes
Vivas de la Universidad Nacional, ambas obras me hicieron tener una experiencia
profunda, un cambio de estado y de percepción, la entrada al rito festivo y la deriva
imaginativa, la presencia de universos sensibles que tanto me seducen, como son
la fiesta, la rebeldía, el azar, la ironía, la incertidumbre, el encuentro, la
autobiografía, la deriva, la sinceridad, el canto, la libertad y la
imaginación. Ambas obras, trascienden el arte clásico posmoderno, que
usualmente se asocia, cuando hablamos de performance, a cierta expresión
crítica, fría y conceptual, sin forma, ejemplo algunas veces de narcisismo y en
otras expresión de la falta de ideas y metáforas que conecten al espectador.
“El
Mundo en Jaque: Ópera Cuántica” de Juan Sebastián Monsalve y Jaime Rincón,
fue una experiencia que perturba y al tiempo es encantadora, un perfomance
surrealista, desvarío poético mezclado con crítica social enunciada a través de
las piezas del ajedrez; una obra donde uno parece viajar dentro de la mente de los 2
artistas y está siempre a la deriva, sin saber a dónde llegar. Una obra que es
ópera y fuga. Allí vemos los alter ego de los artistas, "Parcowski", un director
de orquesta y el "Voraz", un científico de las formas y un arquitecto de ambientes,
instalando estrategias artísticas
metamodernas, como la ironía, el collage, la apropiación de las vanguardias de principios de siglo XX que aún siguen siendo nuestros clásicos.
“El grito de la Mujer-Cabra”, una
autobiografía RAPeada por la artista Marcia Cabrera, fue una obra-fiesta, un ritual,
un instante de agradecimiento y erotismo, una obra pos-feminista, con toques de
humor, nostalgia, alegría y tristeza y la inclusión de variedad de géneros musicales
con los que compartía juguetonamente una porción de su vida, de su historia, de
sus excreciones, sueños, olvidos y de su plena y vibrante humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario