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sábado, 10 de julio de 2021

Crónica de la construcción de nuestra Casa en el Valle del Amor (I PARTE)

Ha sido una semana intensa, hermosa y de mucho aprendizaje. Una de las semanas más bellas de mi vida, unos pocos días e instantes, donde el aprendizaje rezuma y sintetiza años, incluso décadas. El 2 de julio de 2021, iniciamos junto a mi  compañera Maria Jose Salgado y 5 trabajadores más (dos nativos de la vereda y 3 bogotanos: un armador de prefabricados, un maestro de obra y un ayudante), una Minga de construcción de nuestra casa, un sueño fraguado desde hace meses con intenso anhelo (catalizado por la Pandemia actual) en el Valle del Amor, predio que está ubicado en la zona del Oriente de Cundinamarca, específicamente en la Vereda “El Púlpito”, en el Municipio de Choachí, sector más conocido como “El Ruchical”. 

Equipo de Construcción
Después de muchos ires y venires, semanas de producción, de cotizaciones, exploración de sistemas constructivos, entrevistas con carpinteros, obreros, maestros, arquitectos, ingenieros y familiares; después de la siembra de los 40 árboles (ritual que realizamos con amigos en mi cumpleaños número 40) y el desmonte y reciclaje de una casa prefabricada, en la Montaña Compartida y posterior a la visita de proyectos inspiradores y regenerativos realizados por amigos, tales como: Minkalab, Aldea Feliz, Monte Mama y Monte Samai, entre otros; decidimos dar un paso más allá y preparar todo para iniciar obra: intuíamos que necesitábamos integrar de nuevas maneras lo aprendido en la vida urbana y llenarnos de fuerza y alegría para emprender una aventura más osada y radical, enraizada y comprometida, una viaje más sentido, tranquilo y creativo: en conexión profunda con lo vivo y la naturaleza. 

Ya veníamos desde hace unos años sintiendo ese palpitar, cultivando con alegría y esperanza, en una suerte de ejercicio resonante y constante de hábitos y hábitats regenerativos que fortalecieron esta decisión, ese deseo de otra economía más ardiente y consciente… nuestro anhelo ya olía a bosque húmedo, océano de niebla y páramo, fuegos, cantos, Mingas, caminatas, susurros en la montaña, siembra y cosecha de alimentos, pequeños experimentos en clave de permacultura, vivencias de rituales ancestrales, la exploración sensible de sistemas vivos y puesta en juego de economías solidarias y del bien común.

Ahora que estamos en construcción de nuestra casa, percibo con mayor claridad, que a menudo los intercambios en la ciudad, sobretodo la vida en espacios superpoblados, se ven muchas veces ensombrecidos por la automatización, la rapidez, el facilismo y la desconexión de los procesos vivos, los ecosistemas y el contacto con la vida comunitaria. Parece que muchos de los intercambios y prácticas cotidianas en la ciudad, están diseñados para favorecer la desconexión, la pérdida de contexto de la ecología de las relaciones y de las interacciones sutiles y sistémicas que sostienen y regeneran la vida. Sospecho que esta distancia, acrecienta nuestra renuncia a ser parte del cambio, a anestesiarnos, habituarnos a tomar mucho y a dar y a entregar poco, sin darnos cuenta que entramos inconscientemente en la economía de la escasez, lo estrecho y por otra parte a engancharnos en modos de vida insostenibles donde prima la velocidad, el consumo, la deuda, la separación, las desigualdades y la alienación.

Después de 2 años tan intensos emocionalmente (2020-2021), donde transcurrieron por igual parte, tragedias, duelos, renuncias, muertes, aumento vertiginoso del desempleo, pandemia y emergencia de crisis globales, la invitación a replantearnos nuestra vida compartida se volvió prioritaria y urgente. Ya no podíamos ética y existencialmente hacer y ser los mismos. Algo profundo murió dentro de nosotros y a la par, algo nuevo se prestó a iniciar su rumbo, a echar raíces en un nuevo ambiente. Nuestros modos de habitar se vieron agitados en muchos frentes, problematizados radicalmente y muchas acciones que hacíamos consuetudinariamente se volvieron anacrónicas: perdieron su brillo, flujo y potencia. 

Fue necesario mirar de nuevo, recoger, soñar, crear, soltar, abrir nuevos cauces y re-imaginar el rumbo... también fue importante sanar, mejorar la conexión, sintonizar más profundo con el territorio, con las relaciones, los amigos, el inicio de otra danza y ritmo, integrar mejor lo aprendido y dar un salto a lo profundo de nosotros mismos; habitar otros espacios donde brota a cántaros el agua, donde el silencio resuena, donde las nubes danzan, un lugar fértil donde se viene enriqueciendo nuestro amor, nuestros sueños, esperanzas, el reverdecer de la vida comunitaria y la posibilidad de articular de maneras más audaces los saberes urbanos (académicos y experimentales), con los campesinos, los indígenas, los nativos y los de la artesanía, el hacktivismo y el trabajo por el bien común, es decir, la labranza del trabajo bien hecho y el resurgir de la inteligencia colectiva. A lo mejor, en esos encuentros y en esa diversidad de sabidurías, aspiramos se hallen posibilidades inauditas para el florecimiento de la naturaleza, la comunidad, la sociedad, la ciencia, el arte, la tecnología y los mundos humanos y no-humanos. 

Ha llegado el momento de salir de nuestras zonas de confort para ir hacia lo desconocido, el misterio, la profundidad, la belleza, lo salvaje, lo holístico y acechar y construir el nuevo arte y educación, que ya está dentro de nosotros, en nuestras huellas, andanzas, amistades, familias expandidas, ensoñaciones e historias compartidas.

Aquí llegamos a esta Minga en el Valle del Amor, después de haber cultivado un amor fecundo y palpitante... de habernos embellecido mutuamente, de haber tenido subidas y caídas, de haber retejido las heridas, curado los dolores, perdonado, realizado con arrojo un trabajo fuerte con las sombras personales y colectivas; nuestro amor ha sido una fuente infinita de aprendizaje en los 11 años que llevamos  juntos y todo sigue animándonos a descubrirnos en nuevos retos, en nuevas pieles, semblanzas, en el zumbido del colibrí y de las libélulas, aquí todo está fresco, vivo, sensual como el aire que a diario respiramos. Aquí llegamos después de intentar volvernos más sensibles y humanos, de haber re-encantado nuestra cotidianidad, después de nuestras Maestrías en la música, el arte, la investigación y la educación integral, el nomadismo pedagógico, de compartir nuestras naturalezas radiantes y salvajes, nuestros conocimientos y generosidad con todos. 


Aquí llegamos conscientes de nuestra fragilidad, vulnerabilidad y finitud. Estamos prestos a aprender de todo lo que vivenciamos, a fortalecer la comunidad y a inspirar modelos de desarrollo local-comunitario sostenible donde se integren las mejores sabidurías para el buen vivir y donde todos ganemos y florezcamos. Aquí llegamos para fundar un territorio de paz, sostenibilidad y creatividad, donde se abran espacios para la educación integral, el crecimiento del ser humano, el cuidado de lo vivo y el florecimiento de las relaciones con todo. Aquí llegamos para seguir despertando, compartiendo, sembrando y produciendo lo que mejor sabemos hacer. Aquí llegamos con humildad, respeto, para honrar la dignidad de todos los seres y ecosistemas, conscientes de nuestras ignorancias y lo poco que sabemos. 

Aquí llegamos para amar más intensamente, para fortalecernos y seguir produciendo espacios para la creatividad, el arte, la educación, la ecología y la conexión espiritual. Aquí llegamos para escuchar el bosque, el concierto estelar, para merodear y encontrar nuevas fuentes de inspiración para nuestros quehaceres cotidianos y proyectos creativos y educativos. Aquí llegamos para vivir, para seguir cantando y compartiendo los mejores frutos de la casa de hadas en devenir del Valle del Amor, un espacio que no tiene fronteras. Aquí llegamos para seguir honrando a nuestros ancestros, a todos los que nos precedieron. Qué seríamos nosotros sin los caminos andados por ellos?. Son muchas las implicaciones de este salto a la montaña, trayecto inmerso en nuevas economías, estéticas, políticas y reinvención de prácticas y oficios cotidianos. 

Aquí llegamos después de que Iara María, trasuntara en la danza, su vocación al servicio social, finalizado su último grado de bachillerato, el discurrir de viajes, la práctica deportiva constante con el ju jitsu (actualmente ella es cinturón morado y nos sorprendió este año con el 3er puesto en el Nacional que se realizó en Estados Unidos), unos despertares que han sido también fuente e impulso de nuestro nuevo hogar. Su vida e integridad nos enriquece a todos y ella es fuente especial de inspiración para este sueño en construcción.


Es mucho lo vivido y lo aprendido. Este amor sigue vivo y receptivo al cambio, a la utopía y a los aprendizajes y liderazgos que se avecinan. Algo nuevo está naciendo entre nosotros, una exhalación divina, un perfume a bosque, una casa en el cielo, un jardín en el mar, un amor encendido, un volver a empezar. Hoy me siento profundamente enamorado de ti y de todo lo que nos rodea.

Como pueden olfatear, son muchos los aprendizajes y las cortezas advirtiendo el camino del amor. Mucho aún por procesar, no obstante, como hemos visto, no surge de la nada, sino que es parte de un gran rizoma, una historia en construcción, un proceso interno-externo intenso, una vida orientada a la reflexión, a la auto-trascendencia y al asombro.

Otras raíces de nuevos aprendizajes:

- El potencial del trabajo colectivo. Todos los trabajos importan, son necesarios e iguales en dignidad. La admiración por el saber, oficios y sabidurías de los artesanos, obreros y campesinos y del trabajo bien hecho. El valorar saberes, tecnologías y oficios que en el ámbito social y urbano son desconocidos y a veces vistos como de poca monta, la mayoría de veces mal pagos, como los domésticos y del sector de la artesanía y la construcción.

- La consciencia de las interdependencias en clave de la salud de todos los ecosistemas.

- El reconocimiento de los privilegios y de las ignorancias en muchos aspectos de la vida, especialmente en la vida rural y en el dominio de la construcción.

- Que todos tenemos talentos que orquestados en conjunto, se convierten en una fuente de inteligencia colectiva: allí reside el poder de la vida comunitaria y de las obras en clave del bien común

- Para hacer una casa se necesita en iguales proporciones, soñar, planear, diseñar, pensar, ejecutar, celebrar y agradecer. Es en esencia un trabajo holístico.

- Realizar una labor diferente a las que realizo cotidianamente (mi trabajo es mayoritariamente intelectual) me ha puesto a valorar y a reconocer otros trabajos, que no había tenido la oportunidad de saborear y de realizar, pero que con la nueva vida en el campo necesito ejercitarme más. Estamos ad-portas de un equilibrio en las forma de habitar y vivir.

- Poder convivir con un equipo diverso ha sido un reto y una oportunidad para acrecentar la empatía y ensoñar de nuevo otras prácticas pedagógicas fundadas en proyectos, donde el intercambio, el trabajo en equipo y la convivencia sean ejes centrales. 

- El amor mueve montañas, permite reinventar, acechar lo nuevo, hacer que la vida  cobre mayor sentido, potencia e inspiración.


Valle del Amor

Vereda “El Púlpito”- Choachí.

(2 al 10 de Julio de 2021)



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lunes, 8 de junio de 2020

Diario Cuarentena Parte IX

41.
Les traigo algunas buenas noticias. La verdad es que hay muchísimas cosas que ya no volverán hacer las mismas. Estamos atravesando un momento de transición evolucionaria, como casi siempre, trágica y hermosa, donde vemos que muchos sueños, malestares, desigualdades, problemas, futuros, presentes, olvidos, mentiras, e intuiciones empiezan a cobrar vida, estamos en un campo de gravitación invertida, en el umbral en lo que todo puede pasar, los polos se están uniendo, las verdades más profundas quieren ocupar lugar en nuestras vidas; la unidad en todas las relaciones es la metáfora que conecta, invitando a abrazar y acompañar; es un momento de saturación de las ideas y la información; las lógicas y comportamientos parecen invertirse, afectarse, reconstruirse de maneras inéditas…antiguamente eran solo vestigios, locuras, posibilidades utópicas, algo lejanas y románticas, pero hoy se están convirtiendo en asuntos de la canasta familiar y del diálogo y encarnación de muchas más personas en el mundo. Esto me da alegría y mucha esperanza…esperanza de adquirir compromisos más profundos con el mundo y con las realidades de los demás, así como asumir más riesgos y viajes creativos en la vida personal…oportunidades que me hacen seguir abriendo espacio para hacer lo que más me gusta y aportando a los demás confianza y libertad de ser; en el camino de seguir sembrando certezas, confianza, barrio, territorio, abriendo trocha, futuros y presentes llenos de mayores libertades para todos. Los sueños que teníamos de las tecnologías al servicio del cambio cultural (de las ciberciudadanías, la educación expandida y de la creatividad social en red), que exploramos hace una década atrás, se está viralizando ampliamente y mostrando actualidad y pertinencia; la integración de lo masculino y lo femenino, parece tener hoy en día un espacio y una posibilidad de resurgir maravillosa; la consciencia del linaje y la descendencia, de los ancestros, de la madre y del padre, de los hijos; la importancia y conexión con la familia humana y no humana es inédito; la consciencia de nuestras vulnerabilidades más profundas y heridas abiertas cobra hoy mucha importancia para sanar traumas del pasado; saldar todas las cuentas, pagar los créditos y cancelar tarjetas de créditos, pagar, tributar, resolver los conflictos pasados que no nos dejan dormir…un momento para resolver los problemas que tenemos con los demás, para perdonar y agradecer; un tiempo necesario para el no hacer, descansar, pasar el rato, hacer cosas improductivas, reírse, jugar, estar en paz y en silencio: la potencia de la colaboración y la generosidad de compartir los saberes, oficios, alimento, capitales culturales; la mengua del miedo a la muerte y la vejez se están volviendo más naturales a la existencia humana; el miedo a estar solos decrece porque nos sabemos juntos, compartiendo los dolores y alegrías; que muchas más personas están aportando a construir redes de apoyo para los más necesitados; que los contenidos que publicamos están ofreciendo mejores contribuciones a la sociedad; que estemos presenciando los límites y problemas de salud frente al acceso intensivo de internet, el teletrabajo y la fragmentación de la atención que generan los usos de los dispositivos digitales y redes sociales; que veamos con mayor nitidez la precariedad de los gobiernos, su anacronismo, la fragilidad de las instituciones sociales, especialmente las del ámbito de la salud, política, economía y escuela; que los niños puedan estar más tiempo con sus madres y padres; que ya se estén visualizando y configurando las nuevas formas de trabajo social local y global; que más gente esté hablando de la importancia de los trabajos de cuidado y la restitución de la dignidad de todos los seres, la renta básica universal y que empecemos a considerar a todos los humanos y seres sintientes con mayor cuidado y amor es algo en rápido crecimiento; que estemos lidiando radicalmente con la cotidianidad, con sombras y temas tabúes; que nos demos la importancia de conectar con el cuerpo y serenar la mente; que los espectáculos innecesarios estén suspendidos y que muchos millonarios y gobiernos estén aportando mayores recursos a causas sociales; que veamos con mayor claridad la inoperancia de los políticos, líderes abusadores, activistas que quieren agrandar solo su fama y la cantidad de seguidores; lo inoportuna de las teorías posmodernas, la economía neoliberal, las lógicas extractivistas y paradigmas basados en la escasez junto con el fin de la hegemonía de la escuela moderna; que estemos sintiendo con mayor certeza, la ineficacia de las teorías consoladoras y formas de alegrarnos destruyendo el mundo; que nos demos cuenta del poder de las palabras, dañan o honran la dignidad de las personas, sanan o trauman; que los padres se articulen y se comprometan con tiempo de calidad en la crianza de los hijos; que reconozcamos el valor, el poder de la música, el arte, la naturaleza y las prácticas espirituales para entrar en otros estados de consciencia y de resonancia con el mundo; que la máquina de producción de enfermedades, gases y tóxicos y el excesivo consumo innecesario se haya detenido y esté permitiendo que la naturaleza respire y descanse de tanta contaminación, era hace unos meses toda una utopía; que podamos trabajar desde nuestras casas y que nos tengamos que hacer cargo de nuestro propios desórdenes y de todo lo que acontece allí es demandante,  agotador y también fantástico si sabemos organizarnos y llegar acuerdos; que hoy como nunca se torne tan primordial abordar las cuestiones esenciales y evitar las cosas que nos quitan energía y salud; que todos los hábitos cotidianos también aparezcan mostrando sus riquezas y futilidades; que decaiga la importancia primordial del dinero y de los deseos y apegos, las falsas recompensas, que estemos valorando otro tipo de conversaciones, de capitales afectivos, culturales, sociales y comunitariosque estemos empezando a reconocer la importancia de la vida en pareja y empezando a trascender las vanidades, el egocentrismo y las vergüenzas, me parece toda una posibilidad refrescante; que estemos alimentando a las presentes y futuras generaciones; que nos demos cuenta que somos una red interconectada y que somos parte de un tejido global interdependiente; que no podemos controlarlo todo, que el problema de la educación no son los contenidos y la información, que reconozcamos con mayor intensidad el valor de la sexualidad, las relaciones, la amistad y la familia… bueno la lista podría continuar…pueden hacer el ejercicio de contar las buenas y las malas noticias que abre este tiempo; recordemos como al inicio hay muchas cosas que ya no volverán hacer las mismas.

42.
Desafío a la educación: integrar la ciencia ficción dentro de todos los currículos educativos y transitar del pesimismo adormecedor de las conspiraciones (visiones mágicas y posmodernas), al optimismo oscuro y vibrante de la ciencia ficción, el steampunk, las distopías-utopías, las ucronías retrofuturistas y retrospectivas, la patafísica, que permitan ser melodías para abrir claros en el bosque y un futuro que irradie al presente con todos sus complejidades, ambigüedades y posibilidades. Imaginemos juntos cosas más terribles que la Pandemia del coronavirus, releamos el último hombre de Mary Shelley (1826), Neuromante de Gibson, La isla de Huxley, los trabajos de H. G. Wells, Aasimov, Richard Powers y  las ciencias biológicas que desde los año 90 son excelentes referentes donde ya se había investigado la presencia de terribles plagas y sus consecuencias (explorar el enorme y completo trabajo de Laurie Garrett). Ahora seamos más oscuros, pero con elegancia, con más arte, tecnología y espiritualidad, para que allí donde sembremos la oscuridad más profunda sea el espacio para nuevas conversaciones, acciones colectivas imaginativas y solidarias y donde podamos descubrir nuevos relatos  y preguntas más profundas a la humanidad, donde se prendan nuestras imaginaciones, cuidados y alertas y podamos rodearnos de un espíritu que catalice lo mejor y neutralizar lo peor del ser humano y empezar abrir resquicios en la cotidianidad a las enormes complejidades que nos deparan.

43.
Los actos de solidaridad se han puesto últimamente de moda. Cosa que me alegra muchísimo. Veo que este movimiento es lo que mejor ayuda a dar una coherencia efectiva para enfrentar los tiempos de incertidumbre que estamos viviendo. Aquí todos ganan. No nos podemos quedar en la retaguardia en los hábitos anteriores de solo saber, informarnos, culpar, proyectar, negar, detectar información errada que tanto abunda en las redes sociales. Podemos normalizar estos comportamientos y dar pasos más grandes al respecto, viralizarlos ya que inspiran a todas las familias del mundo. En mi familia, he visto la emergencia de pequeños gestos como el de las mesas solidarias en las cuadras, los fondos familiares para algunas personas que lo necesitan, mi hermana ha enseñando a mi padre a cocinar galletas y tortas. Mi padre se ha puesto el delantal y se ha involucrado con mucha alegría ante estas invitaciones. Las acciones de gratiferia que hicimos hace unos años en Sembrando Barrio en Teusaquillo, han mostrado su pertinencia y cómo son una práctica cotidiana en este momento donde mucha gente necesita de nuestros aportes. Tenemos muchas cosas en las casas que podemos regalar y muchas cosas para dar y recibir. Hoy Iara regaló a una familia que pasaba con niños juguetes suyos y de su hermano que ya no usaban y observamos la alegría de los niños jugando de inmediato con ellos. La solidaridad también se hace presente cuando saludamos y honramos la dignidad de las personas, cuando miramos a los ojos a las personas que están en la calle pidiendo reconocimiento y nuestra ayuda. También ser solidario se hace tangible cuando compartimos nuestras dificultades, nuestras emociones de una manera más franca y abierta. Al hacerlo, las personas que escuchan, la mayoría de veces despliegan su empatía, solidaridad y apoyo. También ver los hackathones, como globalhacks, donde cualquier persona plantea ideas inspiradoras, buscando la solidaridad y la inteligencia colectiva para resolver problemáticas sociales, son ejemplos contundentes de respuestas y acciones directas. Ha habido a su vez, un incremento de una mejor calidad en las conversaciones y en los encuentros entre las personas. En el curso de la Maestría en innovaciones sociales en educación he visto cómo los estudiantes se implicaron en acciones solidarias dirigidas para  fortalecer el vínculo familiar, intergeneracional y la gratitud para las personas mayores. También es una alegría ver como las personas con capitales  culturales (artistas, gestores, educadores, músicos, intelectuales, trabajadores  sociales) han compartido abiertamente sus conocimientos y sus herramientas para transformar el mundo. Son muchas las evidencias que está dejando este momento de crisis global y ver cómo la mejor respuesta, son las acciones colectivas solidarias. Podemos pasado el momento de pandemia, instituir en todos los encuentros más prácticas como estas  que despiertan lo mejor de los seres humanos.

44.
Esta es la primera publicación, comenzando junio. Todo sigue moviéndose, estamos siendo estremecidos y ya nada se salva ser lo más oscuro y lo más claro. La cuarentena no ha sido fácil, los hábitos al verse suspendidos, confrontados, desplazados y el tener que convivir con nuestras personas cercanas y familia, me ha llevado a profundizar de maneras nuevas en lo que tengo que mejorar. Podemos escondernos en leer, bajar música, pintar, trasnocharnos buscando información, escribir, reflexionar sobre temas actuales, tener un discurso donde queremos corregir, estar en lo políticamente correcto, pero por más que queramos mostrar nuestra consciencia y potencialidades, volvemos a la realidad de nuestras relaciones y sobre todo al trabajo con la sombra. Hace unos día descubrí que en una situación de dolor, en una separación que tuve hace años, el mecanismo de resiliencia estuvo en traer a todo mi ser la alegría, el positivismo, la fortaleza, la auto-suficiencia, la creación colectiva, acompañada de desórdenes en el sueño, relaciones frágiles y en el abuso del licor. Fue un tiempo vertiginoso donde aprendí a rescatarme, pero también me hundía en un hedonismo fallido y efímero que no ayudaba a confrontar los problemas de raíz. Hasta ahora estoy descubriendo mis comportamientos frente al dolor, la cuarentena me recordó mis falencias, mis mecanismos de defensa, poder sentir como me paralizo, me congelo y me distancio cuando hay problemas….el mecanismo de huida y de lucha son dos formas para afrontar el miedo y el dolor. Me he dado cuenta que mi comportamiento habitual es huir, aislarme, estar solo, replegarme en el trabajo personal y cuando tengo un problema me escondo, me refugio y me desconecto de los demás. Esto hace que la empatía sea la víctima del conflicto y me blinde de muchas maneras cuando siento dolor, angustia y miedo. Ahora que se hace transparente esta estrategia, estoy buscando afrontar mejor estos mecanismos, para descubrir que en ellos se esconde el yo que no quiero ver… cuando tengo conflictos con las personas, me dificulta reconocer mis errores y muchas veces quiero ganar, doblegar al otro, hacerlo sentir mal a través de la ironía oscura. Y hablo de oscura, porque también hay una ironía potente y clara, sincera y abierta. La ironía, en su versión sana, puede ser una forma de relación con el conocimiento, un gesto sincero y atrevido, que busca compartir una información de maneras abiertas, provocando hacer salir a las personas de sus zonas de confort. La ironía sincera busca hablar de cosas importantes y actuales siempre con la sospecha de que podemos estar equivocados, pero que aunque tenemos rastros de verdad, esta se enuncia de maneras tentativas y juguetonas. Como decía Wilber, nadie está el 100 % equivocado y también ninguno está en el 100 % en lo correcto. La ironía oscura se empecina en dañar al otro, es el ego tratando de defenderse de lo que no quiere escuchar, es recurrente en personas intelectuales, que a veces nos escondemos en nuestro saber y reconocimiento de realidades, creyendo que nos las sabemos todas… La ironía oscura es la expresión de una ira escondida, que está en la sombra, que la hemos rechazado por creer que es mala, y cuando nos sentimos amenazados, derrotados, la ira emerge como hostilidad a los otros. Para los que son muy dominantes e irascibles, aprender a lidiar con la ira, una ira sin agresión, es un desafío bien complicado, pero con la práctica se puede realizar. Para estas personas, el problema es de contención y auto-regulación. Igualmente, para los que tenemos la ira escondida, en la sombra, la tarea es aprender es no evitar la confrontación, expresar la ira a tiempo, decirle a los demás lo que nos disgusta, reconocer que algo nos lesionó y abiertamente y con respeto enunciarlo directamente. No me queda sino sentir gratitud con que la sombra, lo oscuro y mis realidades emocionales negativas se hayan puesto en primer plano y quiero aprender cada vez más a afrontar el dolor, conversando con disposición, nobleza, humildad, como alguien que se reconoce perfectible y que tiene mucho aún que trabajar sobre estas realidades que a veces da miedo afrontar.

Ante un conflicto, lo primero que necesitamos hacer es tranquilizarnos, dar tiempo para que el sistema nervioso se calme. Luego podemos describir qué nos está pasando, qué estamos sintiendo, escanear el cuerpo y sus sensaciones agradables y desagradables… luego los pensamientos que tenemos… ubicar el radar en ellos para mirar su matiz, su color, su forma, textura y direccionalidad. Cuando el sistema nerviosos está tranquilo, escuchar es mucho más fácil. Cuando estamos en este estado, es más fácil tener múltiples perspectivas y tener diferentes puntos de vista. Recordar en la conversación frente a temas conflictivos, como podemos ser el uno para el otro. Crecer a través del conflicto significa que aprendemos a cómo mantenernos abiertos a nueva información y perspectivas sobre los temas que nos apasionan. Si queremos interrumpir los ciclos destructivos y vengativos que aparecen en nuestros países, comunidades y relaciones personales, necesitamos encontrar formas más constructivas para procesar nuestras lesiones y dolores. (Diane Hamilton, Conversaciones Compasivas, 2020)

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