martes, 18 de octubre de 2022

Instantes de belleza

“El ojo nunca habría visto el sol si no fuera él mismo de naturaleza solar, 
como el alma tampoco podría ver lo bello si no fuera bella ella misma”

Plotino

La belleza es un sentimiento interior que está asociado con el asombro, la atención, la apertura, lo inefable, la profundidad y es a su vez una virtud que tiene el poder de liberar el alma y a la humanidad de sus condicionamientos y estrecheces. Al ser emocional y encarnada, la belleza se asocia con la intensidad, la magia, la poesía, la conexión, la interdependencia de fenómenos que sorprenden a la vida y estas emociones relacionadas, además de colorear la experiencia, expresan directa o indirectamente lo que somos. 

La belleza es un estado de gracia, fruto de la contemplación y una especie de oscilación entre la inteligencia emocional y la espiritual … se siente como una sensualidad interior, como si todo estuviera naciendo por primera vez, esta intensidad de irradiación que implica la belleza envuelve tanto lo visto como la mente que percibe. La belleza como profundidad abre espacio para que otras virtudes florezcan, es una expresión del amor, un anhelo por conectar y una confianza y aceptación radical. La belleza es una curiosidad cósmica, una expresión de la profundidad, del destello y de la vitalidad.

Una persona encarna esta virtud, cuando ha sido capaz de integrar las verdades más profundas y dolorosas de la existencia, las alegrías y las tragedias…lo más denso y lo más sutil y también cuando comprende que nuestros cuerpos y el cosmos son parte de una historia de amor. 

La belleza es por tanto un esplendor de la verdad… Es muy cierto que, sin belleza, la inteligencia queda coja, desencarnada. Y también que lo bello tiende hacia lo esencial: a lo inmanente y lo trascendente, explora con igual profundidad la tierra y el cielo, ama las certezas relativas y también las contradicciones y las paradojas. 

La belleza está más allá del interés propio, de la consciencia de los fines, está hecha de desapego y de una actitud juguetona y generosa, que busca acrecentar la intensidad de los encuentros.  El alma ama la belleza y el ser trascendente además de generoso es creativo, abre espacios para que el sí mismo se revele, para que el dolor sea significativo y para que los demás compartan su ser singular. Un ser que se ha vuelto más transparente, más vacío, más ligero, que vive con mayor libertad, tiene el poder de albergar más belleza y dar más belleza al mundo. 

Es notorio cuando se encuentran almas bellas, poéticas, que han cultivado una presencia de sí y experimentado una profunda amistad, sobreviene una conexión más profunda y el fluir de la magia y la inspiración. La amistad y las relaciones, pueden revelarnos el poder de belleza que tenemos como reservorio de humanidad.

Cada vez que compartimos nuestra belleza estamos creando al mundo y ofreciendo un espacio de profundidad para que todos los mundos brillen con sus sombras.

Les confieso que una de las cosas que me parecen más bellas del ser humano es cuando ríe, el esplendor de su sonrisa, hay algo que revela este gesto de nuestra común humanidad, quizá, una expresión del alma. Disfruto también observar la inteligencia simbiótica que se expresa en el mundo natural: en actos de amor como la polinización, en la regeneración de la vida, en ver crecer los árboles, sumergirme en la vida coralina y en la variedad de ecosistemas que anidan en los arrecifes; percibo belleza y exultación, en lo salvaje, en la danza de las nubes y ver cómo en su movimiento se van revelando los perfiles de las montañas. Me parecen bellas y conmovedoras las historias, ideas y verdades profundas, la sinceridad y la cooperación entre amigos, cuando las personas hacen arte y música juntos y en la chispa de la seducción que se expresa en la poesía de los cuerpos. Percibo una gran belleza en las personas amateurs, autodidactas, locos, outsider, artesanos y hackers, seres que viven con pasión, en el limbo, al acecho de la creatividad y que experimentan la vida como un juego. Me enamora ver los niños, niñas, jóvenes, adultos y viejos jugar, cada quien en su nivel de complejidad. Me encantan las historias en el cine abiertas, las estéticas del cine negro y las películas de carretera, navego las pinturas abstractas y la música psicodélica, así como también, los maestros que enseñan lo que quieren aprender y los estudiantes que se animan en encarnar la sabiduría de sus maestros. Me provoca un arte que directamente toca tu creatividad más salvaje, el que te mueve en la dirección de la libertad y la experimentación. Además de gozarme la cocina y experimentar con las texturas, temperaturas y sabores, me encanta escuchar música y tocar guitarra y cantar con mi compañera en la casa, como forma para afinar y sintonizar nuestro amor. Intuyo que el poder de la belleza se refleja en todos los seres y en su poder de transformación, reconozco que si alguien expresa mejor estas cualidades interiores, como la belleza y la compasión, tal vez ha tenido mayores privilegios, amigos y participado en redes más creativas y con una confianza básica bien establecida. Admiro la belleza que reside en la tragedia, en el no saber, en el plumaje con el que nos vamos vistiendo al acometer actos de cuidado, libertad y generosidad. Me produce encanto los momentos de transformación de la identidad y contar con una familia, amigos y amores que catalicen la luz y la sombra, la belleza y el futuro, la visión y el propósito. La belleza se va haciendo más fulgurante mientras más te vas adentrando en tu propio bosque y empiezas a reconocer los caminos que te llevan al de tus amigos, de camino a casa. Soy un amante del camino, de la naturaleza, del emboscarse, encuentro mucha belleza en el limbo cuando el sol se esconde y se revela la noche. Busco lo bello en las artes, en la ciencia, en el canto, en la amistad, en las emociones y en hacer cosas que me desafíen, me insten a colaborar y a cocrear con otras personas. Quiero ser un puente para que la belleza del mundo se territorialice a través de comunidades de aprendizaje donde podamos aprender y florecer por el resto de la vida.


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