Es una alegría inmensa compartir con Beatriz Ramírez Cruz (Diseñadora de Permacultura y co-directora del Instituto de Permacultura Na Lu'um), con quien tuve el privilegio de participar en sus talleres en el encuentro de Permacultura y Educación Viva (2015) que se realizó en Monte Samai. Betty nació en México, y ha sido una caminante del mundo; en Guatemala conoció la Pedagogía Maya, inspirada en los pueblos originarios, una mujer que ha vivenciado muchas experiencias e iniciativas de cambio y transición al buen vivir en Latinoamérica e Islas del Caribe. Junto con su compañero, Tierra Martínez, fundaron el Instituto de Permacultura Na Lu'um, quien ha acompañado muchos procesos en el mundo de la permacultura, el diseño regenerativo, la construcción natural, la arquitectura orgánica y la educación alternativa.
En esta conversación hablamos de la necesidad de que los adultos establezcan a las niñas y niños, límites con amor, el valor de las relaciones, la familia y la diversidad en educación; compartimos aspectos de la comunicación no violenta, el vivir más acorde con los ritmos de la vida y la importancia del amor en acción en la conexión con nuestra totalidad y nuestro propósito como seres únicos. Beatriz señala que su caminar y su experiencia en este estilo de vida ha sido posible y sostenible, porque ha sabido integrar su proyecto de vida personal, la vida familiar, el ejercicio profesional y el que motiva su servicio a la transformación social; esto me hace pensar en lo fundamental que es trabajar en los procesos formativos y en el diseño integral de proyectos en la tríada: personal-profesional-ciudadano.
Uno de los aspectos más potentes para mí de la permacultura, es que nos abre a la oportunidad de comprender la vida como un todo, de observar cómo nos tratamos unos con otros y también ofrece las herramientas para diseñar hábitat para regenerar la vida siendo conscientes de las relaciones, las escalas y los ecosistemas en los que participamos: cuerpo-casa-familia-vecinos-especies-biósfera. Las pedagogías regenerativas son prácticas integradoras y sistémicas que dotan de significado a la vida, que permiten disfrutar lo que hacemos, restituyendo todos los sentidos, un aprender haciendo que potencia los intercambios en comunidad y que inspira estilos de vida, más coherentes, incluyentes, serenos y contentos.
En las prácticas regenerativas, la espiritualidad va más allá de los estados psicodélicos, el pensamiento positivo-mágico o en hacer ceremonias - es evidente que, aunque reconozco la importancia en contextos íntimos, en niños e indígenas y en prácticas de sanación - éstas expresiones en algunas ocasiones operan como formas de distracción y desconexión emocional. La espiritualidad en clave de regeneración, implica silencio, servicio, minga, aprender a convertirnos en tejedores de la red de la vida, volver a conectar e hilar con lo que ha estado roto y vincularse con mayor sinceridad en la relaciones y en la vida cotidiana y en conexión profunda (ser-consciencia-felicidad) como la gran obra y fuente del ser espiritual.
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