sábado, 23 de abril de 2022

Sobre los Rituales

"La danza de la renovación, esa danza que le dio forma al mundo siempre se bailó aquí al borde mismo de las cosas, al límite, entre la niebla que cubre la línea de la costa"
(Ursula K. Le Guin)

"El cosmos está embarazado de pistas que guían a nuestras imaginaciones. Estamos llamados a sanar el mundo a imagen de nuestros vuelos más bellos de fantasía. El Eros de la imaginación es el elixir de Dios corriendo a través del universo".

(Marc Gafni)

Es cada vez más notorio que hay una sed de rituales en las sociedades contemporáneas hiperconectadas, aquellas de ritmo acelerado que se han desconectado de la tradición, el territorio, el significado, la vida espiritual y comunitaria. El ritual tiene el potencial de convocar la magia de la intención, magnifica e intensifica la vida y renueva la alegría de compartir juntos; a su vez, nos recuerda que somos seres mundanos y espirituales, allí aprendemos a dar y recibir con amor y abundancia, renovar y actualizar el propósito y el sueño compartido y fortalecer los lazos de amistad, hospitalidad y prácticas de  generosidad. 


Las maneras de festejar y celebrar van modificándose a lo largo de nuestras vidas. Los juegos se van haciendo más intensos, sencillos y complejos, a medida que vamos haciéndonos más conscientes, libres y radiantes. Sería un juego atractivo, reinventar nuestras maneras de celebrar, los ritos y festejos, resignificar desde el nacimiento, el bautizo, la primera comunión, el cumpleaños, el grado, el matrimonio, la boda...los funerales, el año nuevo, el día de los niños, de la tierra y de los muertos...etc..."los rituales que la sociedad occidental sigue llevando a cabo, se centran únicamente en el individuo, en la conmemoración de ritos de transición personal". (Kimmerer, 2020).

Sería bastante sugerente inventarnos rituales periódicos donde todo el planeta participe y además, extender nuestro gesto de celebración y conexión con todas las especies... ahora bien, sea cual sea la celebración, procuremos que sea un acto colectivo de reciprocidad, ofrenda, regeneración, gratitud, amistad, fiesta y gozo. "En las costumbres potawatomis, aquel cuya vida se celebra es quien entrega los regalos, quien los dispone en una manta para compartir su buena fortuna con el resto del círculo...en los pueblos tradicionales, la riqueza no se mide por lo que se tiene, sino por lo que se entrega". (Kimmerer, 2020).

Por ejemplo, en gesto de resignificación, el día de cumpleaños podría ser una ofrenda de reciprocidad y reforestación, un día de siembra y de minga con los familiares y amigos. Por cada año cumplido, 6 árboles o plantas sembradas en el territorio; si vas por los 50 años, augura minga de 300 árboles nativos.  Cuando alguien cumple 15 años, serían 90 árboles sembrados y cada quien podría en nueva ritualidad, degustar en este momento, los frutos en familia y con la vecindad, haciéndose acreedor de ser nativo del territorio y buen ancestro. Como señala la etnobotánica Robin Wall Kimmerer, en el maravilloso libro, "Una trenza de hierba sagrada": "en el aprendizaje de la reciprocidad, las manos pueden guiar al corazón".

Siguiendo con el juego, el nacimiento podría ser un acto ritual de encuentro donde los seres queridos acompañan, cuidan y juegan con la criatura y donde se reafirma un pacto solidario de crianza compartida. El día de los muertos, tendría el fin de ofrendar gratitud por los ancestros y antepasados y por lo que nos han ofrecido como cesta de dones, regalos y privilegios. El día de los niños, todos salen a espacios públicos a recrear los juegos que más le apasionan en sus comunidades; en este día, todo el planeta será un gran juego de atracciones. El día de la independencia, será el día para refundar las interdependencias, imaginar las prácticas, comportamientos y futuros deseables. La boda, será un ritual en donde cada amigo y familiar regala muchas flores de colores, palabras, regalos, experiencias y frases para fortalecer el amor de la pareja... el ritual de la luna de miel, con la posibilidad que junto con sus allegados se construyan las bases para el hogar y así cocrear el nido de amor. El año nuevo, las familias se reúnen, comparten y disfrutan y recogen los aprendizajes de todo el año y hacen la fiesta del perdón, liberando el odio y resentimiento, volviendo a fortalecer nuevos hábitos y re imaginar los sueños y propósitos compartidos. Cada mes, en la luna llena, se hace el ritual de la sincronización planetaria, bailando, cantando, caminando o meditando juntos. En la semana santa, nos alineamos con las cosas y experiencias sagradas en nuestras vidas. En los momentos de funerales, la familia no deposita rápidamente al muerto en una funeraria, sino que opta por acompañar en casa con canto, ritual de la memoria compartida, palabras y alegría lo importante que fue ese ser, y se crea un campo de luz colectiva para que el alma siga viajando fluidamente por el universo. El duelo es un acto de entrega, el duelo se hace en comunidad. Después de graduarse del colegio o la universidad, cada persona tiene la responsabilidad de irse de voluntariado a una organización o movimiento social para aportar sus habilidades, oficios y conocimientos por el bien de todos. Realizado este trabajo de servicio, y cumplir cierta cantidad de horas, tendrá el beneficio de acceder a un año sabático para replantear su vida, su profesión y su propósito de vida. Y cada 15 años sucesivamente, volverá a tener esa posibilidad para reimaginar su vida. Y así sucesivamente, cada ritual, un logro, una transición, un duelo, la Muerte, siempre serán ejercidos como un acto de entrega y reciprocidad en comunidad. Una manera viva de nutrir los vínculos. Recordemos que los rituales son atractores de consciencia y modelan nuestras vidas colectivas y relaciones con el mundo humano y no humano.


Sobre el ritual en la educación

El ritual en educación, funciona como un atractor de conciencia, donde la intención y la atención, de quienes participan, se orienta hacia lo infinito, permitiendo integrar en un tapiz sensual y mágico, las vivencias de una comunidad. Un ambiente de aprendizaje, configurado como ritual, procura además la conexión y la participación, que, como el amor, se la juega en los detalles y como el erotismo, en la intimidad de los cuerpos. Configurar un ambiente orientado hacia la ritualidad, implica crear una atmósfera que invita a la quietud, el asiento, el cuidado de los silencios, el reconocimiento, la escucha y donde se puedan intercambiar gestos, dones y asombros.

El ritual es asimismo contenedor seguro y continente de afectos y quienes entran a él, transforman sus estados de consciencia, dado que allí encuentran un canal abierto para la aparición de la singularidad, la influencia mutua, la sintonización, el crear insight juntos, ensoñar futuros posibles, en una mezcla equilibrada entre sinceridad, apertura y vulnerabilidad. En esta temporalidad extática, que abre la ritualidad en la educación, se gesta una economía del ganar – ganar, la circulación de las abundancias y capitales simbólicos de una comunidad. Es también el espacio propicio donde aprendemos el arte del dar y del recibir, de ofrendar la palabra, la celebración de la existencia, y el sumergirnos en juegos infinitos, que tienen el propósito de seguir jugando.

Los rituales tienen la característica de ser altamente psicodélicos, dado que en estos, la atención, la intención, la confianza, los estados de consciencia más sutiles y la empatía, refulgen en el brillo de los ojos de quienes participan. Podríamos decir que los rituales son desaceleradores de la vida rutinaria y catalizadores de las excepcionalidades. Allí aprendemos el arte de escuchar mejor y de tejer nuevas relaciones, narrativas y amistades, en una consciencia (y coherencia) más abierta del presente, donde el pasado (lo vivido) y lo futuro (lo porvenir) se abren lugar. 

En el ritual se mezcla la curiosidad e ingenuidad de los niños, la experimentación del adolescente, con la atención emocional y la mística del adulto. Este crisol de experimentación, hace que surjan otros juegos cada vez más complejos y al tiempo, de una sencillez increíble. El ritual produce también nuevos comportamientos, hábitos, interdependencias, medicina y magia para quienes se alinean con la intención, es algo que se siente y se vive, más que una creencia, invitando a que lo sagrado que hay en nosotros se haga presente. La capacidad de presencia, tan importante para el educador, se gesta en el aprender no solo a dar, sino también, e incluso de mayor importancia, a esperar con calma y recibir.

"El cambio cultural se afianza a través de la coherencia y la repetición. Cuando suficientes personas hacen lo mismo, de la misma manera, una y otra vez, eventualmente esas acciones se convierten en cultura" (Hübl, 2020). Para esto, la cultura y de manera general la educación, tienen el potencia de crear rituales y prácticas que promuevan la transformación social y existencial y conformar un campo de resonancia para que se hagan posibles nuevas realidades.

Hay muchos rituales que podemos hacer y resignificar en la educación, tales como los pagamentos, los ayunos, los merodeos por el bosque, el mirarse y contemplar en parejas los ojos, hacer masajes de los pies, realizar prácticas de gratitud, ofrenda y meditación, crear mingas de siembra de árboles y festejos de la abundancia de las cosechas. Ritualidad del gesto libre, la improvisación, en el canto, las rondas y la danza. jugar, viajar, improvisar, hacer malabares, hacer un deporte, tocar un instrumento, tejer, dar regalos, practicar la sexualidad y erotismo, contemplar, abrazar, todas estas prácticas generan estados alterados de consciencia, son experiencias transpersonales en las que nos hacemos uno con la experiencia y el instante eterno.














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