Es una película intensa, que trasparenta la psique, la frialdad, la soledad y las contracciones emocionales de una madre (Lara) y su relación con su hijo (Víktor): ambos pianistas. Lara es la segunda película del cineasta alemán Jan Ole Gerster, y para esta ocasión, el hilo conductor transcurre en el cumpleaños número 60 de Lara (nombre de la protagonista principal, Corinna Harfouch, que hace una actuación increíble) y casualmente el día también en el que su hijo debuta con una obra como compositor; ella en toda la película intenta acercarse a muchas personas, madre, amigos, vecinos, antigua pareja y finalmente al hijo, pero es bastante enfático y notorio que el espacio interior y por ende relacional de ella está muy tenso y roto. Por las respuestas negativas de amigos y familiares a muchas de sus invitaciones, intuye uno que estuviéramos visionando el karma de un ser humano que arrostra ese peso por su anteriores decisiones y relaciones muy controladoras, dominantes y autoritarias. También son evidentes las consecuencias de heridas no resueltas, como la agresividad pasiva de Lara, a veces sutil y punzante, a modo de sarcasmo y otras actuando de manera más hostil y violenta con su madre.
Donde veo que la película aporta a la reflexión sobre una problemática global muy recurrente en la crianza, es la estrategia muchas veces inconsciente de algunos padres y mostrada como “buenas intenciones”, de quienes depositan en sus hijos las ambiciones y esperanzas de lo que ellos no pudieron alcanzar. Los otros méritos del film, son la excelente fotografía y precisión quirúrgica de cada plano. No le sobra nada… excelente final y muy recomendada como abrebocas para la sanación, comprensión y trascendencia de muchos conflictos interpersonales y familiares.
Uno de los temas que acompaña una secuencia emotiva es el Chopin Etude Op 10 No.12 interpretado magistralmente por la pianista Alice Sara Ott (aquí un fragmento de la OST)
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