Ahora que está despertando con mucha intensidad el interés por la
espiritualidad (el amor en acción, el buen vivir, activismos sagrados, círculos
de transformación, estilos de vida más conectados con el presente, el cuidado
de los otros y la naturaleza), es necesario precisar la apropiación engañosa
(fake) que hizo (y sigue haciendo) la nueva era, que laminó el potencial
transformador del trabajo con el mundo interior. Estos autores, en su mayoría
posmodernos, pensaban en los milagros y en la magia de transformaciones que
sucedían de maneras instantáneas. Que solo orando, siendo consciente y pensando
positivo se iban a transformar las realidades. Confundieron los estados con las
estructuras.
Autorretrato realizado por Cristina Sajor (estudiante de educación infantil UPN)
Lo que pienso es que una
cosa es la religión, un sistema de creencias, rituales, símbolos y dogmas… que
tienen la función de ofrecer una suerte de solaz y consuelo a las personas que
buscan religarse con el mundo fragmentado en el que viven y que permite
encontrar un sentido a la vida y otra es la espiritualidad, el amor y la
presencia, el toque y perfume de la gracia divina que transforma nuestra vida y
nos hace mejores seres humanos, más libres y creativos. Este impulso por
trascender que surge de lo profundo de sí mismo, es algo natural, pero requiere
coraje y resolución, atención, silencio, desapego y profundo autoconocimiento.
La imagen del espíritu que más nos podría ayudar no será ya un sistema de
creencias, sino una forma de vida, una entrega de amor en cada instante,
estemos donde estemos, dando y recibiendo amor, alimentando al mundo,
practicando el estar en el mundo como algo sagrado, como un fuego infinito que
nos abraza a todos.
Un primer momento para
la humanidad fue el solaz que produjo la creencia, el mito para tener una
seguridad en el mundo. Pero en este momento requerimos de prácticas y
activismos sagrados (Harvey) que activen todos los potenciales para la transformación del mundo.
Inteligencia, pasión, corazón, paz interior, imaginación, encuentros, círculos
y muchas experiencias de activismo ciudadano que transformen las condiciones en
que estamos.
Hoy en día necesitamos
actualizar la inteligencia espiritual que no ha salido de las
cavernas y sigue atada al miedo, al dolor, la culpa, la magia y la
evasión. Necesitamos cultivar una relación más madura y práctica con la
inteligencia espiritual, ya que es parte constitutiva como seres humanos y
puede llevarnos a actuar de maneras más inclusivas, creativas, amorosas y
compasivas y despertar todos nuestros potenciales más elevados. Necesitamos
para abordar nuestros problemas actuales, imaginación, consciencia,
pensamientos, prácticas, redes y organizaciones que movilicen la
espiritualidad (belleza y la bondad) en la vida cotidiana.