Este ensayo comparte algunas reflexiones generales sobre la guerra, la paz, las formas de expresión de la agresión y la hostilidad, la importancia de una perspectiva sistémica (una mirada multidimensional a los procesos de paz), comparto también experiencias personales de la violencia, la importancia de la Comisión de la Verdad, causas y patrones del conflicto, la importancia de la sombra y la sanación colectiva y finaliza planteando preguntas para conversar sobre pedagogías orientadas a la construcción de paz.
Como sabemos por el arte, la literatura, los mitos y la historia personal, la guerra nos ha acompañando por milenios, ha sido compañera de viaje en los tiempos que llevamos como humanidad. Existe una atracción rara y extraña con ella, un poder de seducción que nos insta a controlar, dominar, ganar a como dé lugar, justificando agendas de apropiación, de exterminio, control determinado por racionalizaciones exageradas y construcción de prejuicios distorsionados. Además de traumas históricos colectivos de larga duración, en nuestra historia personal, familiar y social podemos atestiguar registros dolorosos de la guerra y del conflicto armado.
La guerra y los traumas que genera, es algo que se siente en el cuerpo, en las tripas, en los pensamientos (conscientes e inconscientes), en la historia, en las familias y hace presencia en los territorios en que vivimos. Por más que queramos alejarla, y cambiar el canal, ella siempre está ahí presente como máscara, síntoma, como conjunto de traumas intergeneracionales, dolores no procesados y digeridos y cuerpos congelados; la guerra también ha sido una estrategia poco imaginativa para salir ante un conflicto, una experiencia que trae por consecuencia, contraernos, disociarnos, mentirnos, alejarnos unos de los otro y perder la empatía, la conexión profunda con nuestro cuerpo, la realidad y la dignidad de los demás.
Hay diferentes tipos de guerra y de violencia, que van desde formas físicas, psicológicas y otras que se expresan a través de guerras culturales. Hay también diferentes formas de agresión, unas más evidentes y otras más sutiles: la agresividad física, la tortura, la esclavitud, la extinción, el asesinato, la hostilidad, la discriminación, el acoso, el piropo agresivo, la deshumanización, el matoneo, la malicia, el chisme tendencioso, la manipulación emocional, el juicio severo, el auto-sabotaje, el control y la dominación, la envidia, el avergonzamiento y un gran repertorio de usos del lenguaje que fomentan la exclusión y el poder de unos sobre otros.
Tenemos también distintas expresiones de violencias estructurales, que emergen de la dominación, la privatización de lo común, de prácticas y procesos de cercar la abundancia y de generar artificialmente escasez. Violencias ecosistémicas causadas por la deforestación, la pérdida de biodiversidad, el monopolio creciente de la riqueza colectiva, sobrepesca y sobre-producción de plásticos; violencias por psicopatías, alienación, suicidios y el aumento de desigualdades. Violencias de género, racistas y especistas; tenemos también violencias dentro de las familias y las parejas, violencias de género a las mujeres, hombres y comunidades trans; violencias estatales, paramilitares, guerrilleras, bandas multicrimen, guerras infructuosas contra las drogas, sistemas alimentarios nocivos, agricultura industrializada, impactos severos de los combustibles fósiles en el clima mundial, prácticas violentas de extractivismo… también existe violencia informativa, deterioro de la atención, fracking de los sistemas mentales, publicidad engañosa, desinformación, auge de la posverdad, algoritmos e IA al servicio del control, el surgimiento de autocracias y de nuevos fascismos en el mundo, así como la violencia económica ejecutada a través de la deuda, la usura y la concentración desmedida de la riqueza;
Como percibimos en los párrafos anteriores, son muchas las formas de violencia, el punto clave es observar y comprender, tal como nos informan las perspectivas sistémicas e integrales, que tanto las violencias individuales, como las colectivas, las internas como externas, están conectadas. Lo curioso es que estamos lejos de que sus interdependencias sean comprendidas por la mayoría de personas. Redescubrir esta conexión entre todos los tipos de violencia (formas de agresión y hostilidad), es quizá uno de los actos pedagógicos profundos de estos tiempos de construcción de paz y convivencia.
Cuando estamos agobiados por historias traumáticas y dolorosas del pasado, no podemos desarrollar una consciencia plena de nuestros potenciales como seres humanos, ni menos podemos compartir nuestra belleza y dones que tenemos con los demás, es una experiencia que nos quita energía, caldo de cultivo para el aumento de los prejuicios, las mentiras y nos priva de cualquier futuro posible. Una potencia mundial de la vida, consigna potente que viene instalando el Pacto Histórico, el actual gobierno de Colombia, necesita una reflexión en profundidad en todas las escalas y cómo se manifiesta la violencia en nuestras vidas, a la par también, cómo aumentar nuestra capacidad de agencia y de inteligencia colectiva, aumentar la confianza en nuestras relaciones y desplegar el saber como un dispositivo para la convivencia.
Para iniciar esta reflexión acerca de la paz integral y los legados de la guerra, voy a iniciar por tomar 4 experiencias traumáticas y situaciones de dolor que recuerdo en mi vida personal: La primera que tengo conocimiento es la historia de mi tío abuelo, asesinado en tiempos del Frente Nacional y víctima de la polarización extrema de liberales y conversadores. La segunda, el padre de mi compañera, desparecido y asesinado por el DAS en el 92. También en los 90s, un tío fue víctima de la extorsión y de intento de secuestro y mucho más reciente, el episodio de un amigo, uno de los grandes filósofos de Caldas, quien fue detenido por rebelión.
- Hace unas semanas se realizó en Manizales la conmemoración del centenario del natalicio del Músico Ramón Cardona García (1922-1959), un gran líder y visionario de la música en la ciudad (Ramón es tío de mi padre Humberto Fonseca y hermano de mi abuela Rosalinda Cardona). La anécdota cuenta que el 28 de junio de 1959, día en que se dirigía con su coro a un concierto en Ibagué, en inmediaciones del Alto de la Línea, detuvieron el bus unos bandoleros y al escuchar que Ramón era líder del conservatorio, lo confundieron con líder del conservatismo y fue asesinado.
- Otra historia que recuerdo, es la de mi tío Augusto, que de regreso de Supía-Caldas, fue detenido por la guerrilla, para extorsionarlo y pedir dinero, mi tío, debido a la experiencia traumática quedo inmóvil por el miedo y tuvo que ser alzado y casi cargado para llevarlo hasta un punto en el monte y liberarlo.
- Gustavo Salgado, el padre de mi compañera, que fue desaparecido y asesinado por el DAS en 1992, en un tiempo de ejecución de defensores de derechos humanos, líderes y personas activistas. Después de muchos años como desaparecido, en pleno proceso de la JEP, salió a la luz pública las formas como medicina legal fue parte de la trama de desaparición, reiterar las tramas asesinas de los militares y esta es una situación terrible de dolor, que pasa de una generación a otra.
- Un amigo filósofo de Manizales lo detuvieron después de salir de su cátedra en la universidad, hace unos años con orden judicial, por motivos de rebelión y supuesta participación como líder intelectual de grupos armados, Fue una noticia muy impactante ya que con él compartimos activismos estudiantiles y muchos cafés en la cafetería de la nacho, para hablar y conversar sobre coyunturas políticas del país.
Estas 4 historias del conflicto que les presento son abrumadoras y han dejado profunda huella en mi y en mi familia y nos hacen preguntarnos, en clave de reconstrucción social, por la responsabilidad de todos los ciudadanos del mundo y especialmente de los habitantes de Colombia, para hacernos partícipes de una paz integral y que los traumas que deja la guerra no sigan dirigiendo nuestras agendas, relaciones y formas de vida. Aquí viene un punto importante, y es que dado que la violencia genera desconexión y patrones de alienación muy profundos en el cuerpo y en la cultura, la sanación consiste en el trabajo creativo y comunitario de abrir y devolver la conexión, la integración de las partes fragmentadas dentro de nosotros mismos.
La guerra del conflicto armado, advierte el actual Informe de la Comisión de la Verdad, lleva más de 60 años en Colombia y ha dejado millones de víctimas, dolores, cicatrices, pérdidas, incluso muchas de ellas civiles, familias desterradas, mujeres violentadas, jóvenes reclutados, seres que han perdido sus infancias, procesos de expropiación de tierras, orfandades, dinámicas de corrupción y narcotráfico, naturalezas convertidas en cementerios y proyectos sociales transformadores truncados.
Muchas de las causas de la violencia histórica en Colombia son múltiples y complejas y tiene como patrones recurrentes, estrategias como la deshumanización del otro, la estigmatización de las personas, la rigidez ideológica, la naturalización del conflicto, la polarización extrema, la ignorancia, las violencias de género y reproductivas, el racismo sistémico, la desinformación de los medios, los proyectos sociales incumplidos por el Estado, la impunidad, la fragilidad de la democracia, la injusticia y en general la ausencia de políticas estatales robustas, integrales y descentralizadas orientadas a la equidad, la justicia y la paz de todos.
Una pregunta que nos hacemos actualmente los educadores, líderes sociales y trabajadores de la cultura, es nuestro papel como constructores de paz y cómo podemos orientar en las aulas y a través de las prácticas pedagógicas, experiencias formativas en clave de laboratorios para la construcción de ciudadanía y convivencia. Es en este horizonte que nos preguntamos por las estrategias pedagógicas y políticas que necesitamos empezar a definir y diseñar entre todos y en distintas escalas, desde los domicilios existenciales, las relaciones familiares, en la formulación de currículos, en los espacios de deliberación pública y en diversos escenarios políticos, para hablar y cocrear la sociedad que todos queremos orientada hacia el buen vivir, la paz integral y la seguridad integral de toda la población, iniciando por aquellas poblaciones que han sufrido mayores violencias, exterminios y discriminación en la historia reciente del país.
Cuando hablamos de la paz, desde una perspectiva integral, nos estamos refiriendo a varias cosas: desde los mundos interiores de las personas, los estados emocionales asociados a la vida cotidiana y los comportamientos, hasta el acceso libre y abierto a la información, las buenas relaciones, los derechos sociales, los bienes comunes, el capital socio-cultural, las formas de gobierno y participación ciudadana y el papel de las instituciones sociales (escuela, familia, medios de comunicación, colectivos y Estado).
Reiteramos que la paz no es solo ausencia del conflicto, la paz, según el informe de hallazgos y recomendaciones de la Comisión de la Verdad, no es solo el silencio de los fusiles, sino “la creación de condiciones para la libertad humana”,..“La paz no se hace en esos casos solo con acuerdos políticos entre las partes enfrentadas, sino también desde abajo, abriendo espacios para la reconstrucción de procesos locales o de lazos colectivos”. Sumado a esto, creo que la paz está vinculada con la dignidad, la equidad, la integridad, la salud, la justicia social y la prosperidad colectiva, por esto es que vemos importante un enfoque integral, para reconocer las dimensiones interiores, individuales y colectivas que hacen posible no solo seres más coherentes y equilibrados emocionalmente, mejores relaciones entre vecinos, sino sociedades más pacíficas. Recordemos que esta visión integral es preciso articularla cuando hablamos de paz o de guerra, y nos invita tener a todas estas dimensiones en cuenta (y en sus interacciones) al momento de formular prácticas integrales de vida, iniciativas pedagógicas y definir políticas sociales.
Advertimos que la apropiación de todos los recursos transmediales que nos ofrece la Comisión de la Verdad, no pueden convertirse como contenidos en una cátedra más en los colegios, como las cátedras sobre ciudadanía, medio ambiente o de paz, ya que muchos de ellos son experimentos formales con buenas intenciones, mezcladas en dinámicas y ambientes de aprendizaje anacrónicos....tal vez, lo que necesitemos es preguntarnos por el ecosistema de prácticas integrales (epistémicas, corporales, sociales, ecológicas y culturales) que podemos desplegar para ponernos en camino de la paz integral y esto supone intercambios más constantes y creativos entre maestros, redes y agentes culturales de todos los territorios, para crear escenarios de deliberación pública y así facilitar procesos de abundancia educativa y democratización de pedagogías para la paz.
Uno de los retos para la construcción de paz, en mi concepto, está también en orquestar la sabiduría de los territorios, maximizar las oportunidades de educación para toda la población, democratizar los bienes comunes y la abundancia educativa, convirtiendo las problemáticas globales complejas, en aprendizajes para toda la especie. La abundancia educativa, es un concepto potente que leí hace poco en el libro “Education in a time between worlds” de Zachary Stein, donde desarrolla una visión sistémica de la educación y se describen algunos milagros sociales, a modo de derechos sociales y cambios en la sociedad para hacer posible otro tipo de educación. La abundancia educativa, surge entonces del fortalecimiento de la amistad, de la reconstrucción de la memoria, de las redes comunitarias y la auto-organización de la sociedad civil, es decir, del entrelazamiento de agentes del cambio, líderes, visionarios, educadores, trabajadores sociales, empresarios, investigadores y gestores culturales.
Sanación colectiva
Necesitamos comprender urgentemente quienes intentamos crear procesos de sanación colectiva, a través del arte y la educación, en comprender cómo opera el trauma (histórico, intergeneracional y personal) y la sombra en nuestras vidas. Este conocimiento posiblemente debe convertirse en un bien común, que al comprenderlo en profundidad puede ayudarnos a facilitar ambientes seguros y confiables para desempaquetar de la mochila, el material inconsciente que todos portamos. Parte de la curación o de la sanación, tiene como efecto y consecuencia viajar más ligeros, crear mayor capacidad interior para comprender y sentir lo ocurrido y estar más presentes para que el futuro que anida en nosotros se exprese en plenitud.
Una últimas reflexiones y unas preguntas para compartir. El conflicto no es algo a eliminar, es la manera como se manifiesta el acto creativo, lo que catapulta las transformaciones de consciencia, una forma cómo el deseo se manifiesta... el conflicto es una oportunidad para crecer, nos muestra las áreas que en nuestras vidas merecen más atención. El conflicto, la guerra y la violencia paradójicamente, también han llevado a nuevos derechos, a profundizar cambios culturales y formas nuevas de agencia, instituciones y tecnologías.
Preguntas para la conversación:
- Cómo podemos reconocer la oscuridad, el mal y la violencia, nuestra capacidad de destrucción, como parte de nosotros mismos para poder aprender a integrar sus lecciones y transformarnos de maneras más radicales y profundas?
- Si nos cuesta ponernos como victimarios, y a menudo, asumir la responsabilidad por nuestra capacidad de violencia y de nuestros errores, alcanzamos ser conscientes de las tácticas y hostilidades que realizamos con nosotros mismos, con los ecosistemas y también con los demás?
- Cuando se reconoce la verdad, podemos iniciar el camino de recuperación, la sanación y la transformación. Cómo sería una movilización social para abrazar la verdad personal, familiar y cultural? ¿Con qué estrategias y metodologías contamos para hacer memoria e integración sistémica de los procesos que hemos vivido?
- ¿Cómo podemos apropiarnos de las herramientas que nos proporciona la virtualidad y las Tics, para desplegar el proceso de integración de las experiencias dolorosas, pero también de aquellas donde la vida se ha potenciado y enriquecido?
- Con qué herramientas artísticas y psicosociales contamos para el reconocimiento de los patrones de violencia que hemos padecido, que nos permitan a su vez, reconocer las formas de apego seguro, crianza, educación y desarrollo moral?
- ¿Qué rituales de duelo colectivo nos ofrecen las culturas ancestrales y las tradiciones místicas del mundo, que nos permitan poder llorar nuestros muertos?
- Cómo hablar de la muerte y aumentar nuestra consciencia de ella, para aumentar nuestra vitalidad y nuestra consciencia de la finitud, de los límites y de nuestra mortalidad. Cómo sería crear un ambiente de aprendizaje para la meta-cognición y la consciencia de las muertes/nacimientos en el transcurso de nuestras de vida?
- Si la primera víctima de la violencia es la empatía, cómo podemos empezar a crear ambientes de aprendizaje donde aumente la empatía de toda la población, haciendo crecer el círculo de atención y cuidado de las gentes por los demás, las especies y por el planeta?
- Cómo crear una sociedad de la escucha sin juicio, ambientes donde nos escuchemos con mayor curiosidad y apertura, para crear un conocimiento compasivo?
- ¿Cómo podemos los educadores ofrecer modos de pensamiento más sistémico para comprender las causas de la paz y de la violencia, y salir de la encrucijada del enemigo interno y de los binarismos de nosotros los buenos y ellos los malos que como sabemos perpetúan ciclo viciosos de la violencia?
- Dado que el trauma rompe la relación, las capacidades de confianza y conexión con los demás, la percepción de la realidad, cómo diseñar ambientes de paz de acuerdo a los procesos de desarrollo de los participantes, una educación contextualizada, espacios para la conexión emocional, la regeneración de los vínculos y de construcción de comunidades, colectivos y espacios para la participación cívica?
- Cómo participar en la creación de nuevas normas y sistemas sociales y económicos que permitan a los cuidadores, personas mayores, niños y jóvenes, mayores derechos sociales, tiempos y espacios para fomentar la relación, el juego, el aprendizaje intergeneracional y la creación cultural?
- Qué herramientas conoces para mapear tanto nuestra identidad como los espacios sociales, que ayuden a fortalecer la confianza, la abundancia educativa y una cultura de paz? Qué herramientas pueden ayudar a profundizar en los procesos de reconocimiento, sintonización y expresión emocional? Qué pedagogías conoces que alimenten y fortalezcan la salud mental de toda la comunidad educativa….
- Qué pedagogías conoces y prácticas para la mediación de conflictos con tu pareja, entre amigos, vecinos y en la escuela?
- Qué prácticas de higiene interior realizas como maestro en la cotidianidad? Cómo haces como educador para evitar el agotamiento y sistemas nerviosos desbordados por las dinámicas de la escuela?.
- Cómo articular a las prácticas de enseñanza, la experticia de sabedores, personas mayores y conocimientos de las comunidades locales que existen en tu territorio?
- Cómo estás articulando en tus espacios educativos los grandes problemas de nuestro tiempo, y a través de qué narrativas, metodologías y proyectos?
- Cómo restaurar la dignidad de todos, la dignidad de las comunidades a las que perteneces y también cómo honrar la dignidad en tus prácticas pedagógicas?
- Cómo podemos empezar a explorar la naturaleza del sufrimiento (explícito, es decir, el directo, como también el residual) y ponernos en camino del bienestar? Qué prácticas pedagógicas conoces para despolarizar las actitudes, creencias rígidas y estereotipos que alimentan narrativas de separación y violencia simbólica?
- Qué proyectos conoces en tu territorio, localidad, barrio o comunidad que inspiren nuevos procesos de paz y de convivencia?
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