martes, 20 de julio de 2021

11 años celebrando la vida juntos

Han sido 11 años maravillosos compartiendo la vida juntos, y lo que hemos aprendido, viene tejido con la confianza, el respeto, el asombro, el humor, el canto, el arte, la educación, el riesgo, el olor a bosque, en bailes de colores, tréboles de 4 hojas, caminando por las riberas de los ríos, honrando la dignidad de las personas y los territorios, avistando y contemplando la naturaleza interna y viajando por geografías imaginarias y tropicales, ungidos con la fuerza del perdón, asumiendo la responsabilidad en el conflicto y restaurando la conexión cuando hay problemas en la relación: con la tectónica sutil abierta de nuestros corazones encendidos. 


Hemos aprendido a escucharnos, a mimarnos, a estar presentes, a disfrutarnos plenamente, a trabajar e inspirarnos mutuamente, a ser conscientes de nuestras limitaciones y equivocaciones, a soltar pesos innecesarios, a reimaginar a cada instante nuestras vidas y algo muy crucial, a cómo encender en cada situación la belleza de Eros: la sensualidad y la energía creativa; hemos aprendido también a estar acompañados, unidos en el silencio y en la palabra. 


 

Hemos construido susurro tras susurro y con la magia de la inocencia, la Casa de Hadas, en estos momentos en obra el Valle del Amor, más cerca de las estrellas, de la vida comunitaria, de la sensualidad de las montañas y de la frescura del páramo. 


 

Aquí siento más profundo tu infinitud dentro de mí, tus ojos color miel, se desbordan en cauces que endulzan cada mañana. Aquí en el valle del amor somos el aliento burbujeante que derrocha la alegría del estar vivos. Tu sonrisa da vida a todo el universo y tu cuerpo es un manantial que se funde entre senderos salvajes. 



Este amor es infinito, somos poesía en movimiento y seguimos aprendiendo y viajando con el viento.


Feliz cumple-sueños...te amo infinito

(Valle del Amor - 2021)


Leer más...

jueves, 15 de julio de 2021

Construcción de la casa (II PARTE)

Hoy, después de una semana intensa de trabajo, empezó la 2a parte de la construcción de nuestro Nido de Amor, un territorio colectivo y familiar que ha sido especialmente cuidado por muchos años con entrega y dedicación por Gustavo Salgado (Padre de María José), y en la última década, por Patricia Jiménez (Madre), y donde hemos tenido la fortuna de cuidar semillas, cosechar alimentos, cultivar sueños, afectos, festejos juntos y sobretodo ver germinar y florecer la vida.

 

Fundidos hace más de una semana los cimientos de la casa; después de haber dado el espacio suficiente para que la losa secara y ofrecido al equipo un descanso necesario de tres días, se inició el día de hoy, 15 de julio de 2021, el proceso de armado de los muros prefabricados, la mayoría de ellos reciclados y los restantes comprados a la salida al Sur de Bogotá.

 

El armado se asemeja a un rompecabezas de gran formato. Me pregunto, si tal vez, podría esta técnica constructiva de bajo costo, volverse un juego con implicaciones reales, que pueda ser enseñado a los jóvenes, en la educación media formal e informal, técnica y universitaria, con el fin de tener estas habilidades constructivas y poder hacerse a futuro su casa.

 Y a la par, otro desafío sería ir adquiriendo más consciencia ciudadana para empezar a considerar para todos el derecho a una vivienda justa y digna, el cese de la usura de las inmobiliarias y aunado a una renta básica universal, una posibilidad más expansiva de la redistribución colectiva de la tierra.

Antes de montar los muros, he percibido en varios momentos del día a Alberto - el armador de casas prefabricadas, y con quien se hizo el contacto inicial para la obra - hacer el boceto del plano de la casa a mano alzada una y otra vez en una hoja cuadriculada, con el fin de definir los materiales necesarios y faltantes, tener presente el proceso que se va a realizar, aclarar la lógica constructiva, observar la disposición de los perfiles, uniones, ventanas, techos, puertas, tubería y finalmente, la parte eléctrica. 

He descubierto que Alberto es un ser humano de gran corazón, quien ha desarrollado un talento a partir de la práctica para la arquitectura y posee además, fuerte resiliencia, el tesón de un Atlante y el aspecto desparpajado, callejero e impertinente de un adolescente. Me encantó que en este proyecto estuviera vinculada su familia, su esposa Jenny y su hijo Kevin de 10 años, los cuales están ambos aportando contentos a la obra y que como recalcó él en el almuerzo, nunca habían disfrutado de trabajar juntos. Ahora bien, al ser la persona con quien he ido a comprar la mayoría de veces los materiales a Bogotá, también nos hemos abierto a compartir nuestras historias de vida y acercándonos en nuestras esperanzas, preguntas, emprendimientos y tragedias.

En días pasados, este hombre grandulón y montador, me sorprendió cuando estábamos en la mañana desayunando todos en un andén en una estación de gasolina de chapinero (el desayuno del obrero: gaseosa, pan y salchichón) mientras cambiaban el aceite del motor del carro y le ofreció comida a un mensajero que pasaba por ahí a tanquear en moto, diciendo: papi, quiere comer?... si hay pa uno hay pa todos. El hombre saboreó la comida y agradecido, desayunó con nosotros y al despedirse, guiñó los ojos y chocaron las manos como si fuesen parceros. Toda una lección de apertura y dignidad.


Alberto evidentemente tiene una gran facilidad para conectar con la gente y posee una destreza e inteligencia espacial y muscular enorme. En cada tramo de viaje, hemos conversado de lo que venimos viviendo y soñando y una apertura a conocernos más ampliamente. Quiero al finalizar, apoyarlos en la construcción de una página web y un video promocional, para que fortalezcan, junto con su socio Daniel Matiz (maestro de obra), su propia empresa de construcción, y que este proyecto que están haciendo con nosotros, se convierta posiblemente en la oferta de un modelo de casa piloto que puedan ofrecer en el mercado.

El reto más grande que se ha tenido hasta el momento en la construcción, ha sido sin duda la subida de todo el material hasta el sitio de construcción, en un tiempo muy invernal, la carretera angosta de un solo carril y un nivel de dificultad de conducción muy alto. Sumado a esto, la novedad para mí, de la exigencia física de conducir largas horas consiguiendo todo lo necesario para la obra en los Depósitos y Ferreterías más económicos del sur de la Ciudad y de regreso, superando obstáculos en un camino muy escarpado, faldudo, con piedras altas, lluvia permanente y repleto de barro. 

Nunca había tenido que resolver tantas situaciones (y tan seguido) complicadas... e irlas resolviendo (sin miedo) momento a momento y también ha sido nuevo para mí, los viajes de un lugar a otro, por muchos lugares del Sur de Bogotá y Soacha: barrios de los que antes no sabía nada, tales como Candelaria La Nueva, San Mateo, San Carlos, Patio Bonito, María Paz, Tres Esquinas, el Oasis, Potosí, Ciudadela Sucre, San Nicolás, Los Laches, Matatigres, La Playa, Santa Lucía, el Bronx, Sierra Morena, entre otros

 Frente a la subida de materiales, tengo que reiterar que para mi ha sido maravilloso contar con un equipo fuerte, dispuesto y recursivo, que labora intenso de sol a sol y que acompaña pacientemente la compra de todos los materiales. Esto ha sido esencial y muy inusual en los maestros de obra. También es clave indicar, que nos hemos distribuido muy bien las funciones de acuerdo a las inteligencias y experticias. El equipo me ha enseñado muchas cosas, entre ellas la generosidad, la recursividad, el trabajo bien hecho, la disciplina, el humor, otras formas de vivir y ganarse la vida y he aprendido además de ver mis ignorancias y privilegios, ver mi vida desde otra perspectiva, relativizando muchas verdades que daba por supuestas y valorando otros saberes, corporalidades, inteligencias y estéticas.

Hoy puedo atestiguar, que contar con un equipo firme y hacer el trabajo en Minga, nos hace más valientes, contentos y fuertes a todos. Es una estrategia de ganar-ganar donde todos salimos fortalecidos. Ya no me preocupo, porque sé y siento que cuento con otros que están dispuestos a ayudarme. Cada uno ubicado en el puesto de la cancha, atento a la jugada donde cada uno pueda dar lo mejor de sí. Esta conclusión, es algo que me hace pensar que entre más nutrida y fortalecida sea una comunidad, es decir, entre mejores relaciones tengamos con los demás, mayores serán las posibilidades en diluir el miedo, la duda y fortalecer por ende la seguridad, la confianza, los intercambios y los proyectos comunes. Esto es un descubrimiento con consecuencias educativas y sociales muy fecundas.

 

Por otro lado, la práctica de la conducción intensiva realizada en la última semana, me ha hecho poner en la piel de muchos conductores que realizan este trabajo a diario y el voltaje de realizarlo en una ciudad grandísima, agitada y caótica como Bogotá. Sin embargo, es una realidad, que el ver la materialización de un sueño tan hermoso como el que estamos realizando y viendo un equipo tan comprometido, los miedos individuales se suavizan, y siente uno además del respaldo, la certeza de que, pasada cualquier circunstancia difícil, siempre habrá una solución imaginaria más bella y recursiva, un apoyo incondicional distribuido. Qué hermoso sentir esto.

 

Me gustaría seguir contándoles un poco más sobre la conformación del equipo. Nativos de Choachí, contamos con John, el ayudante y cuidador de la Montaña Compartida, y su hijo Estiven de 15 años, ambos muy colaboradores, fuertes y con conocimiento de la vereda y vecinos. Han vivido buena parte de la vida entre nubes, campesinos, trabajos fuertes de ciudad y de campo y envueltos en la vegetación de sub-páramo. John y Estiven, son seres fuertes, respetuosos y atentos, en varias ocasiones han colaborado con muy buena onda al resolver problemas, en especial, sacar a la camioneta del patinaje chiguano fangoso y la mayoría de veces están en buena disposición a crear las mejores soluciones. Estiven es valiente, una vez lo vi rápidamente reptar por el tronco hasta la copa de un pino alto, con el fin de desbrozar las ramas con una sierra pequeña, previo al derribo. Hemos dado un buen uso a la madera. De los pinos hemos sacado material para formaletas, postes para el parqueadero, pedazos de cortezas para caminos y también quedará buena parte para ser usado como leña. 

Subiendo de Gallinas felices hasta la casa, hay 4 puntos críticos por el camino, que, de ir y venir, los tengo plenamente mapeados. Cierro los ojos, y paso despacio para no afectar el carro por debajo, en otras partes paso rápido, para no encunetarme, esto pasa ya casi a la llegada donde voy danzando como un vals en los surcos movedizos de una capa densa y negra de barro, en un sitio oscuro impenetrable a la luz del sol y esto hace que sea de extremada dificultad, incluso subiendo con la 4x4 con bajo y un buen peso en la parte trasera de la camioneta. Las soluciones que se han intentado cuando hemos quedado patinando, van desde la puesta de arena seca, escombros y en otras ocasiones extremas, zarandear fuertemente el carro, levantar las 4 llantas con gato, para apoyarlas en otros materiales como recebo o tea partida, que proporcionen más agarre a las llantas. 

 

He notado que es muy importante al momento de trabajar en un contexto rural, muy desconocido hasta el momento para nosotros, tener aliados, una red social amplia y la oportunidad de establecer amigos y aliados en la zona, para resolver circunstancias, establecer contactos y apoyarse en ayudas mutuas que en el transcurso de la obra y de la vida compartida cotidiana se vayan necesitando. 

 

Es muy emocionante respecto a lo comunal, saber que ya participamos en una reunión de la vereda, donde nos dimos a conocer y mostramos con nuestra participación y escucha que nos interesa los asuntos comunes a todos, especial y coyunturalmente, el camino real que requiere la atención y a todos actualmente nos preocupa. Para tal fin, mi compañera María José creó un grupo en whatsapp para ir abordando la situación del camino y barajando soluciones colectivas. Aunque existen con algunos vecinos, tensiones intrínsecas por el daño generado por la subida de un tractor y de la frecuencia de uso de la camioneta, es una alegría ver que este encuentro está próximo a darse.

 

 

 

Leer más...

sábado, 10 de julio de 2021

Crónica de la construcción de nuestra Casa en el Valle del Amor (I PARTE)

Ha sido una semana intensa, hermosa y de mucho aprendizaje. Una de las semanas más bellas de mi vida, unos pocos días e instantes, donde el aprendizaje rezuma y sintetiza años, incluso décadas. El 2 de julio de 2021, iniciamos junto a mi  compañera Maria Jose Salgado y 5 trabajadores más (dos nativos de la vereda y 3 bogotanos: un armador de prefabricados, un maestro de obra y un ayudante), una Minga de construcción de nuestra casa, un sueño fraguado desde hace meses con intenso anhelo (catalizado por la Pandemia actual) en el Valle del Amor, predio que está ubicado en la zona del Oriente de Cundinamarca, específicamente en la Vereda “El Púlpito”, en el Municipio de Choachí, sector más conocido como “El Ruchical”. 

Equipo de Construcción
Después de muchos ires y venires, semanas de producción, de cotizaciones, exploración de sistemas constructivos, entrevistas con carpinteros, obreros, maestros, arquitectos, ingenieros y familiares; después de la siembra de los 40 árboles (ritual que realizamos con amigos en mi cumpleaños número 40) y el desmonte y reciclaje de una casa prefabricada, en la Montaña Compartida y posterior a la visita de proyectos inspiradores y regenerativos realizados por amigos, tales como: Minkalab, Aldea Feliz, Monte Mama y Monte Samai, entre otros; decidimos dar un paso más allá y preparar todo para iniciar obra: intuíamos que necesitábamos integrar de nuevas maneras lo aprendido en la vida urbana y llenarnos de fuerza y alegría para emprender una aventura más osada y radical, enraizada y comprometida, una viaje más sentido, tranquilo y creativo: en conexión profunda con lo vivo y la naturaleza. 

Ya veníamos desde hace unos años sintiendo ese palpitar, cultivando con alegría y esperanza, en una suerte de ejercicio resonante y constante de hábitos y hábitats regenerativos que fortalecieron esta decisión, ese deseo de otra economía más ardiente y consciente… nuestro anhelo ya olía a bosque húmedo, océano de niebla y páramo, fuegos, cantos, Mingas, caminatas, susurros en la montaña, siembra y cosecha de alimentos, pequeños experimentos en clave de permacultura, vivencias de rituales ancestrales, la exploración sensible de sistemas vivos y puesta en juego de economías solidarias y del bien común.

Ahora que estamos en construcción de nuestra casa, percibo con mayor claridad, que a menudo los intercambios en la ciudad, sobretodo la vida en espacios superpoblados, se ven muchas veces ensombrecidos por la automatización, la rapidez, el facilismo y la desconexión de los procesos vivos, los ecosistemas y el contacto con la vida comunitaria. Parece que muchos de los intercambios y prácticas cotidianas en la ciudad, están diseñados para favorecer la desconexión, la pérdida de contexto de la ecología de las relaciones y de las interacciones sutiles y sistémicas que sostienen y regeneran la vida. Sospecho que esta distancia, acrecienta nuestra renuncia a ser parte del cambio, a anestesiarnos, habituarnos a tomar mucho y a dar y a entregar poco, sin darnos cuenta que entramos inconscientemente en la economía de la escasez, lo estrecho y por otra parte a engancharnos en modos de vida insostenibles donde prima la velocidad, el consumo, la deuda, la separación, las desigualdades y la alienación.

Después de 2 años tan intensos emocionalmente (2020-2021), donde transcurrieron por igual parte, tragedias, duelos, renuncias, muertes, aumento vertiginoso del desempleo, pandemia y emergencia de crisis globales, la invitación a replantearnos nuestra vida compartida se volvió prioritaria y urgente. Ya no podíamos ética y existencialmente hacer y ser los mismos. Algo profundo murió dentro de nosotros y a la par, algo nuevo se prestó a iniciar su rumbo, a echar raíces en un nuevo ambiente. Nuestros modos de habitar se vieron agitados en muchos frentes, problematizados radicalmente y muchas acciones que hacíamos consuetudinariamente se volvieron anacrónicas: perdieron su brillo, flujo y potencia. 

Fue necesario mirar de nuevo, recoger, soñar, crear, soltar, abrir nuevos cauces y re-imaginar el rumbo... también fue importante sanar, mejorar la conexión, sintonizar más profundo con el territorio, con las relaciones, los amigos, el inicio de otra danza y ritmo, integrar mejor lo aprendido y dar un salto a lo profundo de nosotros mismos; habitar otros espacios donde brota a cántaros el agua, donde el silencio resuena, donde las nubes danzan, un lugar fértil donde se viene enriqueciendo nuestro amor, nuestros sueños, esperanzas, el reverdecer de la vida comunitaria y la posibilidad de articular de maneras más audaces los saberes urbanos (académicos y experimentales), con los campesinos, los indígenas, los nativos y los de la artesanía, el hacktivismo y el trabajo por el bien común, es decir, la labranza del trabajo bien hecho y el resurgir de la inteligencia colectiva. A lo mejor, en esos encuentros y en esa diversidad de sabidurías, aspiramos se hallen posibilidades inauditas para el florecimiento de la naturaleza, la comunidad, la sociedad, la ciencia, el arte, la tecnología y los mundos humanos y no-humanos. 

Ha llegado el momento de salir de nuestras zonas de confort para ir hacia lo desconocido, el misterio, la profundidad, la belleza, lo salvaje, lo holístico y acechar y construir el nuevo arte y educación, que ya está dentro de nosotros, en nuestras huellas, andanzas, amistades, familias expandidas, ensoñaciones e historias compartidas.

Aquí llegamos a esta Minga en el Valle del Amor, después de haber cultivado un amor fecundo y palpitante... de habernos embellecido mutuamente, de haber tenido subidas y caídas, de haber retejido las heridas, curado los dolores, perdonado, realizado con arrojo un trabajo fuerte con las sombras personales y colectivas; nuestro amor ha sido una fuente infinita de aprendizaje en los 11 años que llevamos  juntos y todo sigue animándonos a descubrirnos en nuevos retos, en nuevas pieles, semblanzas, en el zumbido del colibrí y de las libélulas, aquí todo está fresco, vivo, sensual como el aire que a diario respiramos. Aquí llegamos después de intentar volvernos más sensibles y humanos, de haber re-encantado nuestra cotidianidad, después de nuestras Maestrías en la música, el arte, la investigación y la educación integral, el nomadismo pedagógico, de compartir nuestras naturalezas radiantes y salvajes, nuestros conocimientos y generosidad con todos. 


Aquí llegamos conscientes de nuestra fragilidad, vulnerabilidad y finitud. Estamos prestos a aprender de todo lo que vivenciamos, a fortalecer la comunidad y a inspirar modelos de desarrollo local-comunitario sostenible donde se integren las mejores sabidurías para el buen vivir y donde todos ganemos y florezcamos. Aquí llegamos para fundar un territorio de paz, sostenibilidad y creatividad, donde se abran espacios para la educación integral, el crecimiento del ser humano, el cuidado de lo vivo y el florecimiento de las relaciones con todo. Aquí llegamos para seguir despertando, compartiendo, sembrando y produciendo lo que mejor sabemos hacer. Aquí llegamos con humildad, respeto, para honrar la dignidad de todos los seres y ecosistemas, conscientes de nuestras ignorancias y lo poco que sabemos. 

Aquí llegamos para amar más intensamente, para fortalecernos y seguir produciendo espacios para la creatividad, el arte, la educación, la ecología y la conexión espiritual. Aquí llegamos para escuchar el bosque, el concierto estelar, para merodear y encontrar nuevas fuentes de inspiración para nuestros quehaceres cotidianos y proyectos creativos y educativos. Aquí llegamos para vivir, para seguir cantando y compartiendo los mejores frutos de la casa de hadas en devenir del Valle del Amor, un espacio que no tiene fronteras. Aquí llegamos para seguir honrando a nuestros ancestros, a todos los que nos precedieron. Qué seríamos nosotros sin los caminos andados por ellos?. Son muchas las implicaciones de este salto a la montaña, trayecto inmerso en nuevas economías, estéticas, políticas y reinvención de prácticas y oficios cotidianos. 

Aquí llegamos después de que Iara María, trasuntara en la danza, su vocación al servicio social, finalizado su último grado de bachillerato, el discurrir de viajes, la práctica deportiva constante con el ju jitsu (actualmente ella es cinturón morado y nos sorprendió este año con el 3er puesto en el Nacional que se realizó en Estados Unidos), unos despertares que han sido también fuente e impulso de nuestro nuevo hogar. Su vida e integridad nos enriquece a todos y ella es fuente especial de inspiración para este sueño en construcción.


Es mucho lo vivido y lo aprendido. Este amor sigue vivo y receptivo al cambio, a la utopía y a los aprendizajes y liderazgos que se avecinan. Algo nuevo está naciendo entre nosotros, una exhalación divina, un perfume a bosque, una casa en el cielo, un jardín en el mar, un amor encendido, un volver a empezar. Hoy me siento profundamente enamorado de ti y de todo lo que nos rodea.

Como pueden olfatear, son muchos los aprendizajes y las cortezas advirtiendo el camino del amor. Mucho aún por procesar, no obstante, como hemos visto, no surge de la nada, sino que es parte de un gran rizoma, una historia en construcción, un proceso interno-externo intenso, una vida orientada a la reflexión, a la auto-trascendencia y al asombro.

Otras raíces de nuevos aprendizajes:

- El potencial del trabajo colectivo. Todos los trabajos importan, son necesarios e iguales en dignidad. La admiración por el saber, oficios y sabidurías de los artesanos, obreros y campesinos y del trabajo bien hecho. El valorar saberes, tecnologías y oficios que en el ámbito social y urbano son desconocidos y a veces vistos como de poca monta, la mayoría de veces mal pagos, como los domésticos y del sector de la artesanía y la construcción.

- La consciencia de las interdependencias en clave de la salud de todos los ecosistemas.

- El reconocimiento de los privilegios y de las ignorancias en muchos aspectos de la vida, especialmente en la vida rural y en el dominio de la construcción.

- Que todos tenemos talentos que orquestados en conjunto, se convierten en una fuente de inteligencia colectiva: allí reside el poder de la vida comunitaria y de las obras en clave del bien común

- Para hacer una casa se necesita en iguales proporciones, soñar, planear, diseñar, pensar, ejecutar, celebrar y agradecer. Es en esencia un trabajo holístico.

- Realizar una labor diferente a las que realizo cotidianamente (mi trabajo es mayoritariamente intelectual) me ha puesto a valorar y a reconocer otros trabajos, que no había tenido la oportunidad de saborear y de realizar, pero que con la nueva vida en el campo necesito ejercitarme más. Estamos ad-portas de un equilibrio en las forma de habitar y vivir.

- Poder convivir con un equipo diverso ha sido un reto y una oportunidad para acrecentar la empatía y ensoñar de nuevo otras prácticas pedagógicas fundadas en proyectos, donde el intercambio, el trabajo en equipo y la convivencia sean ejes centrales. 

- El amor mueve montañas, permite reinventar, acechar lo nuevo, hacer que la vida  cobre mayor sentido, potencia e inspiración.


Valle del Amor

Vereda “El Púlpito”- Choachí.

(2 al 10 de Julio de 2021)



Leer más...