El suicidio, a pesar de que parece ser un asunto genuinamente humano, muy cotidiano en la cultura actual y en donde muchos de nosotros hemos conocido casos cercanos (ya sea en la cultura popular, amigos o dentro de la propia familia), es un tema que resulta incómodo y difícil de hablar y digerir. Al intentar hacerlo, es muy notable observar cómo algunos optan por salir rápido y cambiar de tema, otros arrugan la cara o impugnan asuntos morales y religiosos, diciendo que no tenemos libertad para esto o que la vida es sagrada; he visto también que algunas personas intentan como una salida rápida buscar un chivo expiatorio a quien culpar, otros ponen el foco en la salud mental, en los aspectos biológicos y otro conjunto de personas lo relacionan con variables sociales. Sea como sea, y sabiendo que en todas estas perspectivas hay algo de verdad, hablar sobre el suicidio, el acto del ser humano que prefiere morir a vivir es algo duro, genera muchas reacciones y un tema que no está exento de simplificaciones.
El caso reciente de 3 suicidios de estudiantes en la Universidad Pedagógica Nacional, me ha invitado a interrumpir los contenidos académicos y abordar el tema con diferentes personas, con el fin de abrir espacios para comprender con mayor profundidad y más perspectivas nuestros sentimientos y pensamientos al respecto y un acercamiento a nuestra propia vida y también a nuestras muertes.
La ruta de la conversación sobre la muerte voluntaria, nos abre a explorar cómo es nuestra conexión con la negatividad y el absurdo, la relación con la pérdida, la tragedia, la desilusión y la finitud. Creo yo que hablar del suicidio además de una invitación a la vulnerabilidad, permite mirarnos a nosotros mismos de maneras sinceras y con mayor intimidad con nuestros dolores, hablar de nuestros límites, fallas y consuelos y de cómo nos encerramos a veces con nuestras propias ideas.
En este encuentro quiero invitarlos a pensar en qué momentos la vida pierde su intensidad y su brillo,…. ¿Cuándo las situaciones de la vida nos desbordan, nos vemos frustrados y con brutal pérdida de significado? ¿Cómo lidiamos con este bache, con el absurdo de la vida… con lo que no encaja con nuestra perspectiva de ver el mundo? La pregunta por el suicidio quizá nos lleva a preguntarnos sobre cómo lidiamos con nuestras limitaciones, con nuestras oscuridades, porque hablar del buen vivir sin hablar del buen morir, es una historia incompleta.
Nos reunimos entonces en este episodio de la universidad del futuro a pensar temas complejos y paradojales con mayor honestidad, a fortalecer la amistad y una invitación a lidiar con lo que más nos cuesta lidiar: nuestra propia muerte. Hoy nos convoca la pregunta por los suicidios… hay muchos acontecimientos de nuestra historia reciente que están por digerir, muchas historias por contar, hay necesidad de mayor conexión, lazo social y empatía… una exigencia de salud pública de hacer nuestros duelos, cerrar nuestros ciclos de vida/muerte, honrar y llorar nuestras propias muertes….hay cosas que solo aprendemos cuando sentimos intimidad con nuestra propia finitud….
La pregunta por los suicidios parece ser un gran koan que necesitamos abordar… ¿qué significa vivir y morir, cómo nos relacionamos con nuestra finitud?….en qué momentos vale la pena vivir o morir? ¿Estamos listos para morir? ¿Con quién contamos y a qué comunidades podemos llevar nuestros dolores y desdichas? ¿Siendo la sensibilidad una potencia y un rasgo de muchos artistas, cuándo esta se vuelve contra nosotros? ¿Cómo lidiar con la desigualdad emocional, en la que lo que para unas personas es una tragedia, para otros es una circunstancia manejable? ¿Cómo ayudarnos a co-regular nuestros sistemas nerviosos? ¿En qué circunstancia optar por una muerte voluntaria es un acto de libertad y de coraje? ¿será lo desconectados que estamos de los demás, lo anestesiados, vivimos a menudo como máquinas, una causa de que este aumento de suicidios sea cada vez más alarmante? Habrán formas dignas de morir? Cuáles son los antídotos internos y ritualísticos para elaborar los dolores más profundos… qué papel juega el humor, la comunidad, la imaginación,…? Qué patrones de trascendencia hay en las culturas?
¿A qué creen qué se debe el movimiento ascendente de los suicidios en nuestra cultura actual, especialmente entre jóvenes? ¿Cuánto influyen los medios y redes sociales, la crisis social y económica y los efectos pos-pandémicos? ¿en qué medida un suicidio puede ser un acto de liberación y cuándo un acto de venganza contra el sufrimiento, las desdichas, exclusiones interpuestas por la familia y la sociedad que nos ha humillado?
La pregunta por el suicidio (y en general por la muerte) es una invitación a la vulnerabilidad radical… una posibilidad para ponernos en el lugar del otro, a compartir nuestras notas necrológicas de muerte… si pudiéramos escribir nuestra última nota, qué diríamos…. ¿cómo sería nuestra escritura necrológica… qué diríamos de nuestra vida en el momento último, justo antes de morir?
Este intento de comprensión me ha hecho leer los Apuntes sobre el suicidio (2022) del filósofo británico Simon Critchley donde abre un espacio para reflexionar sobre el suicidio y ampliar el léxico de dicha reflexión. Por el texto trasuntan autores como Sócrates, Radicati, Hume, Durkheim, Albert Camus, Virginia Wolf, Jean Ámery, Edouard Levé, dialoga con las notas dejadas por algunos suicidas y va instalando paradojas y polémicas muy propio del acto filosófico… llegando a decir, que las notas son un “intento de entablar una comunicación,…el suicida no quiere morir solo, sino en compañía de una o más personas, a quienes la nota va dirigida…. "¿Por qué no intentar una mínima conversión que nos aleje de la autoaversión que nos lacera y paraliza aproximándonos en cambio hacia una posible versión alternativa de nosotros mismos?".
Con el sociólogo Durkheim, en su estudio sobre el suicidio, comprendemos que todos los suicidas no están locos…que hay diferentes tipos, las causas motivacionales varían - desde el engaño, la desilusión, la depresión, la enfermedad, la miseria, la vergüenza, la desconexión con los demás, amores no correspondidos - pasando por un tipo de suicidios altruistas que se refieren a personas que entregan su vida por una causa, una idea…como los activistas que se inmolan, los soldados que se entregan a una causa o aquellos que haciendo huelga de hambre terminan muertos por inanición.
El número alarmante de casos de suicidios demuestra una paradoja de nuestro tiempo: muchos avances en términos materiales, científicos y tecnológicos, pero también un aumento de trastornos de ánimo, complejidades existenciales y una pérdida creciente de sentido y significado de la vida.
Después de leer el libro de Critchley me surgen más preguntas que respuestas…en vez de reflexionar sobre la pérdida de sentido, sobre la depresión y las conductas auto-destructivas, hemos preferido medicalizar a toda la población… cómo cambiar este diagnóstico tan reduccionista y capitalista... Cómo hacer para que en términos políticos podamos contribuir al desarrollo psico-emocional, socio-económico y cultural de la población que le permita más seguridad, buena salud, mejor información y educación y escenarios de reconocimiento y derechos culturales para el despliegue de sus potencialidades?
No quisiera terminar sin dejar de invitarles a abordar estos temas con compasión, a fortalecer las comunidades de amigos y amigas, a conectar y sentir la naturaleza, a fomentar prácticas más lentas de atención y ralentizar la vida, a evitar los círculos viciosos de las humillaciones y ser parte de la cultura de cancelación por redes y de juicios destructivos, a emprender prácticas integrales de vida, a buscar trabajos, hábitos y prácticas significativas, sanar colectivamente los traumas personales y colectivos y sobre todo a ser sinceros con nuestros dolores y sufrimiento.
En términos políticos, creería pertinente más estímulos para las conexiones sociales, comprometernos con el desarrollo psicológico de la población, aumentar los espacios de aprendizaje, los intercambios abiertos en educación, facilitar espacios institucionales donde no humillen a las personas...esto significaría crear una sociedad decente (Avishai Margalit), espacios más activos de reconocimiento mutuo, valoración social y ampliar los derechos sociales y culturales... mejor redistribución de las riquezas, renta básica universal y una infraestructura de sistemas educativos, médicos y deportivos más robustos en la sociedad.
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