domingo, 26 de junio de 2022

Conversaciones sobre Teatralidad, Infancia y Educación (Ep. 28)

En esta conversación invitamos a dialogar a uno de mis grandes maestros: Pedro Zapata, un amigo que conocí en Manizales y quien estuvo abriendo espacios para la creación colectiva, la amistad y el pensamiento para muchos jóvenes y colectivos de la ciudad. Pedro además de actor, quien integró el Teatro Experimental de Cali (TEC), también es un librepensador, un gestor cultural y un poema que nos invita a seguir jugando, coloreando la vida como un viaje, un sueño, el crisol donde acuna la vitalidad. Pedro siempre me ha parecido un ser de mucha vitalidad y un espacio abierto que está siempre floreciendo, en el encuentro con él, nos recuerda la abundancia, la semilla de lo vivo, lo salvaje y. la creación constante. Pedro es un libro que nunca se termina de leer, porque en él todo se manifiesta como preludio, poética, sinfonía, improvisación y alegría de ser. 

Los personajes sagrados que acompañan la infancia de Pedro, junto con los juegos de la vida en el barrio, son la fuente de la alegría, un eterno caminar en la noche blanca en la solidaridad, fruto de la ternura y del humor. El gesto, la actuación, el barrio, su madre y su padre las amistades teatrales y la música, constituyen mucho de la teatralidad y de la inspiración en la vida de Pedro. En el encuentro con este poema, siempre está la frescura, la calidez, el estremecimiento, la espontaneidad y los afectos.

Pedro nos cuenta que el vientre materno fue su primer escenario, las peleas de barrio las escenas más bellas y alegorías del arte (los gritos, los silencios, el tempo, el pálpito interior), en donde la palabra y el gesto renacen en el calor de las complicidades y donde narra que la soledad, no la desolación, es la fuerza del maestro. Su madre Ernestina (Tina), de un humor maravilloso, aceptó la decisión de que Pedro se alejara de la escuela para irse al mundo del teatro y ahí empezó la locura con Óscar Jurado y la vivencia de muchos espacios teatrales de la ciudad de Manizales. De su padre Arsecio, “un templo del silencio”, un hombre de unas gestualidades campesinas fascinantes. Todo ese universo narrado y encarnado, esa gestualidad y sencillez, tiene muchísimo que ver con la vitalidad y sensibilidades que nutren a Pedro.

Para Pedro, la vida teatral está inspirada en la vida de barrio, en correr riesgos y tomarse en serio las ritualidades de la vida cotidiana. Para él, no hay nada más sagrado que el barrio, esto fue su gran escuela. De niño fue excelente jugador de fútbol, en su adolescencia lo influyó muchísimo el Festival de Teatro de Manizales, estuvo liderando la aventura del Teatro Arpón en Manizales, (un énfasis en el arte popular), luego crearon el grupo teatral La Brecha (una combinación de Brecht y Chaplin), integrante del TEC en Cali (con Enrique Buenaventura). Fue el fundador de Jornadas Juveniles Latinoamericanas, un espacio que nació recorriendo 42 colegios de Manizales preguntándoles a jóvenes ¿qué vamos hacer, qué nos vamos a inventar? co-fundador de Ciudad Foro, Pensamientos sin Fronteras y espacios para potenciar la imaginación de los jóvenes, las poéticas del ser, el pensar y celebrar, y su búsqueda hoy, en su segunda infancia, de revivir las infancias como apreciación de lo más bello, salvaje, sincero y luminoso.

Las imágenes que evocan su memoria, lo muestran como un ser asombrado, un nómada, un ser para el que la vida siempre está burbujeando. Ha transitado por Manizales, Cali, Medellín, Bogotá, donde ha ofrecido semilla, afecto, libertad, dignidad y espacios para la imaginación colectiva con jóvenes. Actualmente está trabajando con el Programa de la Secretaría de Educación, Niñas y Niños educan a los adultos y muy interesado en crear una ciudad donde los niños puedan jugar, transitar, habitar y ser reconocidos. Tiene una profunda conexión con los niños, niñas y jóvenes, donde ha construido encuentro, obras, proyectos, épicas, universos alucinantes, donde habitan una cierta esperanza de humanidad. 




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