Existe una problemática en los procesos educativos que consiste en la brecha y desequilibrio entre los temas, enfoques y experiencias que se desarrollan en los cursos, más orientados a formar en disciplinas aisladas y las cuestiones globales que nos afectan a todos, como la sostenibilidad, la salud mental, las violencias de género, las desigualdades y la pérdida de libertades. La actualización de los currículos y planes de estudio en el siglo XXI, no se va a resolver implementando más reformas diseñadas de arriba a abajo por expertos y consultores.
Además de apelar a la inteligencia colectiva de la sociedad, precisamos de manera perentoria, cambios en todos los niveles, que van desde las prácticas pedagógicas (las epistemes, narrativas y metodologías), hasta la transformación de las dinámicas de producción de saber, que hoy por hoy, exigen ser más dialógicas e investigaciones transdisciplinarias con impacto territorial.
Mencionemos algunas propuestas.
La educación superior, en sus 3 funciones- docencia, investigación y extensión – necesita vincularse con los propósitos, intencionalidades y acciones colectivas de los movimientos sociales urbanos emergentes que son atractores de futuro, es decir, semillas de cambios de largo alcance (tales como los ambientalistas, hackers, artistas, líderes sociales, feministas, trabajadores de la salud, activistas, entre otros. Esta conexión tiene el propósito de rediseñar los currículos y potenciar las prácticas pedagógicas, abriendo una nueva senda para la formación de las futuras generaciones y para la puesta en valor del conocimiento y la innovación generada por las clases creativas que existen en la sociedad. A su vez, hacer el puente con estas innovaciones sociales, significaría territorializar nuevas agencias ciudadanas y la multiplicación de los liderazgos en diferentes contextos sociales.
A donde podríamos dirigirnos, es a construir una red de redes internacional, una plataforma de actores distribuidos por todo el mundo (empezando por nuestros barrios y localidades e irla extendiendo a todo le planeta) con capacidad de fomentar mejores espacios de diálogo, deliberación y de educación abierta para toda la población. Al crecer esta red, la educación sería liberadora y articulada con diversidad de visiones, herramientas y prácticas nutridas por agentes que están creando singularidad social, innovación y transformación cultural. Esta nueva educación facilitaría un mayor acceso a información de relevancia planetaria y sería un crisol para la inteligencia colectiva, procurando el aumento y la democratización de prácticas regenerativas, que produzcan más vida, formando seres más vivos e inter-conectados y a la generación de estudios que sean historias que toquen a millones de almas.
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