Muchas cosas bellas surgen en la oscuridad: la vida, las semillas, la revelación fotográfica, los besos ardientes, el erotismo, la melatonina, las verdades más dolorosas, la percepción de las estrellas y las tormentas eléctricas, la profundidad y el misterio de los sueños (y a veces las pesadillas). Aquí en Colombia, viene surgiendo después de años de oscuridad, caos, pésimos gobiernos y también de mucha tensión y movilización social, un resurgir de la esperanza, encarnado en un nuevo movimiento político (y una consciencia política más amplia) que viene mostrando y contando con el potencial electoral y las mejores propuestas para ser este año gobierno en el país.
Lo que más me conmueve del Pacto Histórico, es que además de ser una convergencia de sueños, fuerzas políticas, liderazgos sociales, visiones orientadas a la dignidad y el encuentro y participación de personalidades y culturas diversas (que encarnan soluciones integradoras a las exigencias de nuestro tiempo), este movimiento posee el coraje, la inteligencia colectiva y la legitimidad para realizar un punto de inflexión en la política del siglo XXI en Colombia, que pasa entre muchas otras cosas, por hacer cumplir los acuerdos de paz, fomentar la inclusión y la justicia social, reducir las desigualdades, agenciar la reforma rural integral, fortalecer los procesos de democratización y hacernos partícipes a todos los ciudadanos con aquellas visiones de futuro que permitirán a corto plazo, mejores condiciones de vida (y un vivir sabroso) para todos (y con prioridad para los sectores que han sido excluidos históricamente) y a mediano y largo plazo, la supervivencia de la especie.
El plan programático de gobierno que ha presentado el Pacto Histórico, se resume brevemente en los siguientes puntos: el tránsito hacia energías limpias, el cuidado hacia los ecosistemas, seres sintientes, otorgar derechos a la naturaleza y garantías a los líderes ambientales; sistemas públicos de movilidad, políticas de fortalecimiento de la industria nacional y mejor seguridad alimentaria; la prioridad enfocada en niñas, niños, jóvenes, mujeres y personas mayores; mejores y más amplios derechos sociales y culturales a la población; creación del Ministerio de la igualdad que articulará políticas para el empoderamiento de mujeres, diversidades de género, generacionales, étnicas y regionales: pensión justa, educación gratuita, mayores oportunidades para el trabajo y políticas para redistribuir la riqueza; un modelo de salud integral preventiva y de seguridad humana (nutriendo mejor la vida y los hogares de millones de personas) que pone en el centro la vida, el cuidado y el bienestar de todos.
Otro gran plus del Pacto Histórico, es que tiene el potencial de crear un clima propicio y una plataforma incluyente, para que sigamos tejiendo entre todos con imaginación y coraje, en los próximos años, el futuro, a través de la educación, la cultura y los liderazgos sociales en todos los territorios. También se avizora que, a partir de la política de democratización radical que propone, cada uno de nosotros pueda comprometerse junto a otros más intensa e inteligentemente con acciones reconstructivas en diferentes escalas para la transformación de la sociedad. Este es para mi un gran desafío que comparto y al que invito a todos a participar y a parir (entre amigos, familiares y vecinos) en el momento de oscuridad más relampagueante, intempestivo y luminoso
Se requiere una sociedad civil fuerte y una red de movimientos sociales emergentes fortalecido, para que el proyecto que propone el Pacto Histórico (y en extensivo la democracia), funcione adecuadamente. La democratización que señala frecuentemente Gustavo Petro, precisa que la inteligencia social y la riqueza cultural y epistémica de la sociedad se enraíce, converja y se profundice. Por eso algunos ciudadanos hemos venido insistiendo que para procurar trascender la polarización que existe en las conversaciones cotidianas acerca de la política, necesitamos mejorar en la inteligencia emocional que da mejores capacidades interiores para un diálogo más fructífero, ampliar y democratizar las habilidades de inclusión y movilización social, que podamos reinventar las formas de protesta (de vehiculizar creativamente la ira) y las probabilidades que más sectores sociales, capitales culturales y clases creativas converjan en el pacto, con mejores ideas, ciencia, instituciones, saberes ancestrales, innovaciones sociales, tecnologías, diálogo de saberes y espiritualidades.
Somos conscientes de que el camino es largo, es una suerte de viaje de creación colectiva que nos implica a nosotros y a varias generaciones; sin embargo, por algo necesitamos iniciar esta ruta política de transformación social que envuelve muchos frentes y escalas: aquí algunas ideas de futuros deseables que podemos empezar a construir juntos: escuelas de líderes sociales en los barrios, junto con escuelas de padres y un avance significativo de mayor ciencia ciudadana en las regiones; festivales de artes, innovación social y tecnológica en muchas comunidades del país donde se ponga en valor la creatividad colectiva latente en los territorios; convergencia de Estado, mercado y sociedad civil para el emprendimiento en culturas regenerativas y sostenibles; Bibliotecas humanas donde las personas mayores puedan poner en valor sus experiencias y conocimientos; potenciar las redes para una educación y crianza integral; crear espacios públicos enriquecidos donde converja la diversidad cultural y el intercambio intergeneracional; fomentar una vida digna para los creadores culturales, artistas locales, agentes de paz y para todas aquellas personas líderes de los territorios y comunidades; fomentar que la mejor crítica de lo peor sea practicar lo mejor; fortalecer a través de medios de comunicación, mayor transparencia y conexión del gobierno con los ciudadanos, mejores hábitos alimenticios (y hacer que el alimento más sano sea más accesible a la canasta familiar); animar, integrar y consolidar en la vida cotidiana prácticas regenerativas que favorezcan las buenas relaciones, los ecosistemas y la vida en el planeta. Proponer un banco social y monedas locales gestionados por ciudadanos y un comercio más justo y sostenible; democratizar los procesos de empoderamiento y cultivo de la vida interior; crear políticas de educación sexual que puedan ser trabajadas en la escuela y en las familias; mejorar el acceso a información de calidad para toda la población y escenarios deportivos gratuitos para el disfrute de todos los estratos sociales; valorización social y económica de los trabajos de cuidados y mejor retribución económica para las profesiones en donde descansa el bienestar de la población tales como la salud, la educación, la agricultura, trabajadores culturales, entre otros; proyectos piloto de justicia restaurativa en los barrios donde las personas puedan integrarse mejor a la sociedad, prestando un servicio a la comunidad y que las personas traumatizadas puedan ser más aceptadas, amadas, valoradas y reconocidas; penalizar los ecocidios, poner altos impuestos a la concentración de la riqueza, a las empresas que destruyen los bienes comunes y el ambiente y otorgar derechos a la naturaleza y para ser viable muchas de las anteriores propuestas, crear una alianza latinoamericana y/o coaliciones de países del Sur-Global, para que estas políticas sean más robustas y se integren con mayor contundencia en la vida cotidiana local y en la sociedad global
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