lunes, 8 de junio de 2020

Diario Cuarentena Parte IX

41.
Les traigo algunas buenas noticias. La verdad es que hay muchísimas cosas que ya no volverán hacer las mismas. Estamos atravesando un momento de transición evolucionaria, como casi siempre, trágica y hermosa, donde vemos que muchos sueños, malestares, desigualdades, problemas, futuros, presentes, olvidos, mentiras, e intuiciones empiezan a cobrar vida, estamos en un campo de gravitación invertida, en el umbral en lo que todo puede pasar, los polos se están uniendo, las verdades más profundas quieren ocupar lugar en nuestras vidas; la unidad en todas las relaciones es la metáfora que conecta, invitando a abrazar y acompañar; es un momento de saturación de las ideas y la información; las lógicas y comportamientos parecen invertirse, afectarse, reconstruirse de maneras inéditas…antiguamente eran solo vestigios, locuras, posibilidades utópicas, algo lejanas y románticas, pero hoy se están convirtiendo en asuntos de la canasta familiar y del diálogo y encarnación de muchas más personas en el mundo. Esto me da alegría y mucha esperanza…esperanza de adquirir compromisos más profundos con el mundo y con las realidades de los demás, así como asumir más riesgos y viajes creativos en la vida personal…oportunidades que me hacen seguir abriendo espacio para hacer lo que más me gusta y aportando a los demás confianza y libertad de ser; en el camino de seguir sembrando certezas, confianza, barrio, territorio, abriendo trocha, futuros y presentes llenos de mayores libertades para todos. Los sueños que teníamos de las tecnologías al servicio del cambio cultural (de las ciberciudadanías, la educación expandida y de la creatividad social en red), que exploramos hace una década atrás, se está viralizando ampliamente y mostrando actualidad y pertinencia; la integración de lo masculino y lo femenino, parece tener hoy en día un espacio y una posibilidad de resurgir maravillosa; la consciencia del linaje y la descendencia, de los ancestros, de la madre y del padre, de los hijos; la importancia y conexión con la familia humana y no humana es inédito; la consciencia de nuestras vulnerabilidades más profundas y heridas abiertas cobra hoy mucha importancia para sanar traumas del pasado; saldar todas las cuentas, pagar los créditos y cancelar tarjetas de créditos, pagar, tributar, resolver los conflictos pasados que no nos dejan dormir…un momento para resolver los problemas que tenemos con los demás, para perdonar y agradecer; un tiempo necesario para el no hacer, descansar, pasar el rato, hacer cosas improductivas, reírse, jugar, estar en paz y en silencio: la potencia de la colaboración y la generosidad de compartir los saberes, oficios, alimento, capitales culturales; la mengua del miedo a la muerte y la vejez se están volviendo más naturales a la existencia humana; el miedo a estar solos decrece porque nos sabemos juntos, compartiendo los dolores y alegrías; que muchas más personas están aportando a construir redes de apoyo para los más necesitados; que los contenidos que publicamos están ofreciendo mejores contribuciones a la sociedad; que estemos presenciando los límites y problemas de salud frente al acceso intensivo de internet, el teletrabajo y la fragmentación de la atención que generan los usos de los dispositivos digitales y redes sociales; que veamos con mayor nitidez la precariedad de los gobiernos, su anacronismo, la fragilidad de las instituciones sociales, especialmente las del ámbito de la salud, política, economía y escuela; que los niños puedan estar más tiempo con sus madres y padres; que ya se estén visualizando y configurando las nuevas formas de trabajo social local y global; que más gente esté hablando de la importancia de los trabajos de cuidado y la restitución de la dignidad de todos los seres, la renta básica universal y que empecemos a considerar a todos los humanos y seres sintientes con mayor cuidado y amor es algo en rápido crecimiento; que estemos lidiando radicalmente con la cotidianidad, con sombras y temas tabúes; que nos demos la importancia de conectar con el cuerpo y serenar la mente; que los espectáculos innecesarios estén suspendidos y que muchos millonarios y gobiernos estén aportando mayores recursos a causas sociales; que veamos con mayor claridad la inoperancia de los políticos, líderes abusadores, activistas que quieren agrandar solo su fama y la cantidad de seguidores; lo inoportuna de las teorías posmodernas, la economía neoliberal, las lógicas extractivistas y paradigmas basados en la escasez junto con el fin de la hegemonía de la escuela moderna; que estemos sintiendo con mayor certeza, la ineficacia de las teorías consoladoras y formas de alegrarnos destruyendo el mundo; que nos demos cuenta del poder de las palabras, dañan o honran la dignidad de las personas, sanan o trauman; que los padres se articulen y se comprometan con tiempo de calidad en la crianza de los hijos; que reconozcamos el valor, el poder de la música, el arte, la naturaleza y las prácticas espirituales para entrar en otros estados de consciencia y de resonancia con el mundo; que la máquina de producción de enfermedades, gases y tóxicos y el excesivo consumo innecesario se haya detenido y esté permitiendo que la naturaleza respire y descanse de tanta contaminación, era hace unos meses toda una utopía; que podamos trabajar desde nuestras casas y que nos tengamos que hacer cargo de nuestro propios desórdenes y de todo lo que acontece allí es demandante,  agotador y también fantástico si sabemos organizarnos y llegar acuerdos; que hoy como nunca se torne tan primordial abordar las cuestiones esenciales y evitar las cosas que nos quitan energía y salud; que todos los hábitos cotidianos también aparezcan mostrando sus riquezas y futilidades; que decaiga la importancia primordial del dinero y de los deseos y apegos, las falsas recompensas, que estemos valorando otro tipo de conversaciones, de capitales afectivos, culturales, sociales y comunitariosque estemos empezando a reconocer la importancia de la vida en pareja y empezando a trascender las vanidades, el egocentrismo y las vergüenzas, me parece toda una posibilidad refrescante; que estemos alimentando a las presentes y futuras generaciones; que nos demos cuenta que somos una red interconectada y que somos parte de un tejido global interdependiente; que no podemos controlarlo todo, que el problema de la educación no son los contenidos y la información, que reconozcamos con mayor intensidad el valor de la sexualidad, las relaciones, la amistad y la familia… bueno la lista podría continuar…pueden hacer el ejercicio de contar las buenas y las malas noticias que abre este tiempo; recordemos como al inicio hay muchas cosas que ya no volverán hacer las mismas.

42.
Desafío a la educación: integrar la ciencia ficción dentro de todos los currículos educativos y transitar del pesimismo adormecedor de las conspiraciones (visiones mágicas y posmodernas), al optimismo oscuro y vibrante de la ciencia ficción, el steampunk, las distopías-utopías, las ucronías retrofuturistas y retrospectivas, la patafísica, que permitan ser melodías para abrir claros en el bosque y un futuro que irradie al presente con todos sus complejidades, ambigüedades y posibilidades. Imaginemos juntos cosas más terribles que la Pandemia del coronavirus, releamos el último hombre de Mary Shelley (1826), Neuromante de Gibson, La isla de Huxley, los trabajos de H. G. Wells, Aasimov, Richard Powers y  las ciencias biológicas que desde los año 90 son excelentes referentes donde ya se había investigado la presencia de terribles plagas y sus consecuencias (explorar el enorme y completo trabajo de Laurie Garrett). Ahora seamos más oscuros, pero con elegancia, con más arte, tecnología y espiritualidad, para que allí donde sembremos la oscuridad más profunda sea el espacio para nuevas conversaciones, acciones colectivas imaginativas y solidarias y donde podamos descubrir nuevos relatos  y preguntas más profundas a la humanidad, donde se prendan nuestras imaginaciones, cuidados y alertas y podamos rodearnos de un espíritu que catalice lo mejor y neutralizar lo peor del ser humano y empezar abrir resquicios en la cotidianidad a las enormes complejidades que nos deparan.

43.
Los actos de solidaridad se han puesto últimamente de moda. Cosa que me alegra muchísimo. Veo que este movimiento es lo que mejor ayuda a dar una coherencia efectiva para enfrentar los tiempos de incertidumbre que estamos viviendo. Aquí todos ganan. No nos podemos quedar en la retaguardia en los hábitos anteriores de solo saber, informarnos, culpar, proyectar, negar, detectar información errada que tanto abunda en las redes sociales. Podemos normalizar estos comportamientos y dar pasos más grandes al respecto, viralizarlos ya que inspiran a todas las familias del mundo. En mi familia, he visto la emergencia de pequeños gestos como el de las mesas solidarias en las cuadras, los fondos familiares para algunas personas que lo necesitan, mi hermana ha enseñando a mi padre a cocinar galletas y tortas. Mi padre se ha puesto el delantal y se ha involucrado con mucha alegría ante estas invitaciones. Las acciones de gratiferia que hicimos hace unos años en Sembrando Barrio en Teusaquillo, han mostrado su pertinencia y cómo son una práctica cotidiana en este momento donde mucha gente necesita de nuestros aportes. Tenemos muchas cosas en las casas que podemos regalar y muchas cosas para dar y recibir. Hoy Iara regaló a una familia que pasaba con niños juguetes suyos y de su hermano que ya no usaban y observamos la alegría de los niños jugando de inmediato con ellos. La solidaridad también se hace presente cuando saludamos y honramos la dignidad de las personas, cuando miramos a los ojos a las personas que están en la calle pidiendo reconocimiento y nuestra ayuda. También ser solidario se hace tangible cuando compartimos nuestras dificultades, nuestras emociones de una manera más franca y abierta. Al hacerlo, las personas que escuchan, la mayoría de veces despliegan su empatía, solidaridad y apoyo. También ver los hackathones, como globalhacks, donde cualquier persona plantea ideas inspiradoras, buscando la solidaridad y la inteligencia colectiva para resolver problemáticas sociales, son ejemplos contundentes de respuestas y acciones directas. Ha habido a su vez, un incremento de una mejor calidad en las conversaciones y en los encuentros entre las personas. En el curso de la Maestría en innovaciones sociales en educación he visto cómo los estudiantes se implicaron en acciones solidarias dirigidas para  fortalecer el vínculo familiar, intergeneracional y la gratitud para las personas mayores. También es una alegría ver como las personas con capitales  culturales (artistas, gestores, educadores, músicos, intelectuales, trabajadores  sociales) han compartido abiertamente sus conocimientos y sus herramientas para transformar el mundo. Son muchas las evidencias que está dejando este momento de crisis global y ver cómo la mejor respuesta, son las acciones colectivas solidarias. Podemos pasado el momento de pandemia, instituir en todos los encuentros más prácticas como estas  que despiertan lo mejor de los seres humanos.

44.
Esta es la primera publicación, comenzando junio. Todo sigue moviéndose, estamos siendo estremecidos y ya nada se salva ser lo más oscuro y lo más claro. La cuarentena no ha sido fácil, los hábitos al verse suspendidos, confrontados, desplazados y el tener que convivir con nuestras personas cercanas y familia, me ha llevado a profundizar de maneras nuevas en lo que tengo que mejorar. Podemos escondernos en leer, bajar música, pintar, trasnocharnos buscando información, escribir, reflexionar sobre temas actuales, tener un discurso donde queremos corregir, estar en lo políticamente correcto, pero por más que queramos mostrar nuestra consciencia y potencialidades, volvemos a la realidad de nuestras relaciones y sobre todo al trabajo con la sombra. Hace unos día descubrí que en una situación de dolor, en una separación que tuve hace años, el mecanismo de resiliencia estuvo en traer a todo mi ser la alegría, el positivismo, la fortaleza, la auto-suficiencia, la creación colectiva, acompañada de desórdenes en el sueño, relaciones frágiles y en el abuso del licor. Fue un tiempo vertiginoso donde aprendí a rescatarme, pero también me hundía en un hedonismo fallido y efímero que no ayudaba a confrontar los problemas de raíz. Hasta ahora estoy descubriendo mis comportamientos frente al dolor, la cuarentena me recordó mis falencias, mis mecanismos de defensa, poder sentir como me paralizo, me congelo y me distancio cuando hay problemas….el mecanismo de huida y de lucha son dos formas para afrontar el miedo y el dolor. Me he dado cuenta que mi comportamiento habitual es huir, aislarme, estar solo, replegarme en el trabajo personal y cuando tengo un problema me escondo, me refugio y me desconecto de los demás. Esto hace que la empatía sea la víctima del conflicto y me blinde de muchas maneras cuando siento dolor, angustia y miedo. Ahora que se hace transparente esta estrategia, estoy buscando afrontar mejor estos mecanismos, para descubrir que en ellos se esconde el yo que no quiero ver… cuando tengo conflictos con las personas, me dificulta reconocer mis errores y muchas veces quiero ganar, doblegar al otro, hacerlo sentir mal a través de la ironía oscura. Y hablo de oscura, porque también hay una ironía potente y clara, sincera y abierta. La ironía, en su versión sana, puede ser una forma de relación con el conocimiento, un gesto sincero y atrevido, que busca compartir una información de maneras abiertas, provocando hacer salir a las personas de sus zonas de confort. La ironía sincera busca hablar de cosas importantes y actuales siempre con la sospecha de que podemos estar equivocados, pero que aunque tenemos rastros de verdad, esta se enuncia de maneras tentativas y juguetonas. Como decía Wilber, nadie está el 100 % equivocado y también ninguno está en el 100 % en lo correcto. La ironía oscura se empecina en dañar al otro, es el ego tratando de defenderse de lo que no quiere escuchar, es recurrente en personas intelectuales, que a veces nos escondemos en nuestro saber y reconocimiento de realidades, creyendo que nos las sabemos todas… La ironía oscura es la expresión de una ira escondida, que está en la sombra, que la hemos rechazado por creer que es mala, y cuando nos sentimos amenazados, derrotados, la ira emerge como hostilidad a los otros. Para los que son muy dominantes e irascibles, aprender a lidiar con la ira, una ira sin agresión, es un desafío bien complicado, pero con la práctica se puede realizar. Para estas personas, el problema es de contención y auto-regulación. Igualmente, para los que tenemos la ira escondida, en la sombra, la tarea es aprender es no evitar la confrontación, expresar la ira a tiempo, decirle a los demás lo que nos disgusta, reconocer que algo nos lesionó y abiertamente y con respeto enunciarlo directamente. No me queda sino sentir gratitud con que la sombra, lo oscuro y mis realidades emocionales negativas se hayan puesto en primer plano y quiero aprender cada vez más a afrontar el dolor, conversando con disposición, nobleza, humildad, como alguien que se reconoce perfectible y que tiene mucho aún que trabajar sobre estas realidades que a veces da miedo afrontar.

Ante un conflicto, lo primero que necesitamos hacer es tranquilizarnos, dar tiempo para que el sistema nervioso se calme. Luego podemos describir qué nos está pasando, qué estamos sintiendo, escanear el cuerpo y sus sensaciones agradables y desagradables… luego los pensamientos que tenemos… ubicar el radar en ellos para mirar su matiz, su color, su forma, textura y direccionalidad. Cuando el sistema nerviosos está tranquilo, escuchar es mucho más fácil. Cuando estamos en este estado, es más fácil tener múltiples perspectivas y tener diferentes puntos de vista. Recordar en la conversación frente a temas conflictivos, como podemos ser el uno para el otro. Crecer a través del conflicto significa que aprendemos a cómo mantenernos abiertos a nueva información y perspectivas sobre los temas que nos apasionan. Si queremos interrumpir los ciclos destructivos y vengativos que aparecen en nuestros países, comunidades y relaciones personales, necesitamos encontrar formas más constructivas para procesar nuestras lesiones y dolores. (Diane Hamilton, Conversaciones Compasivas, 2020)

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