jueves, 11 de abril de 2019

El mito de la Vejez

El miedo a envejecer es una problemática latente en las sociedades actuales y un asunto del que se habla poco, ya que en muchas ocasiones se asocia con el ocaso, la muerte, la dependencia y la pérdida de la juventud. A mi parecer, es un asunto que vale la pena abordarse, en un momento en el que el número de personas mayores crece exponencialmente. Tanto desde las familias, los medios, la publicidad y la cultura se promueve permanentemente el mito de la eterna juventud y junto a esta, una imagen de la vejez empobrecida y despotenciada. Las cirugías estéticas han crecido predominantemente en mujeres mayores; es usual ocultar las arrugas, las canas y cualquier aspecto asociado a lo viejo. Los hombres, acostumbrados a su virilidad y a silenciar sus emociones, muchos de ellos toman viagra, se encuentran deprimidos y algunos no saben cómo gestionar su tiempo libre. La psicología hasta hace muy pocos años empezó a reconocer el desarrollo en las edades mayores, no obstante, la fuerte negación, alimenta las depresiones y suicidios (provocados por el no sentirse útil, el condenarse al ostracismo en un ancianato, el despojo de poder, de empleo, de ingresos y de propósitos). Ahora bien, son escasos en los medios de comunicación, ejemplos de personas mayores activas, creativas y autorrealizadas y parece estar vigente la idea por todos lados de negar la edad. Son muy escasos también los espacios educativos y de intercambio para personas mayores y aún faltan propuestas de escenarios que fomenten la vecindad y la puesta en valor de su sabiduría. Un ejemplo de negación de la edad muy frecuente en nuestra cultura, se hace palpable al preguntar la edad considerándose algunas veces hasta ofensivo. Las consecuencias de no aceptar esta condición y reforzar esta dependencia van desde las cirugías, el aislamiento en ancianatos y la naturalización de la imagen que tememos. “El mito ha sustituido a la realidad”. Y como nos cuenta Friedan en el maravilloso libro la Fuente de la Edad...” toda forma de negación y rechazo de la edad acaba por hacer saltar la temida trampa que tratamos de evitar”. “ cúanto más negamos nuestra propia edad, más crédito damos a esa terrorífica aura que rodea a la vejez”.


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