Muchas de las cosas
que se aplican al movimiento de las mujeres, de liberación de los roles,
desmitificación de lo femenino, como exclusividad en su rol de amas de casa,
madres, objetos sexuales, seres pasivos y dependientes, necesitan apreciarse
históricamente y de las cuales, los hombres podemos aprender y hacer más
consciencia para la liberación de roles estereotipados que se transmiten por la
familia, los medios y la cultura y que son condición y fuente para muchas de
las violencias de género. Las mujeres iniciaron hace mucho tiempo esa
liberación y ese empoderamiento y el hombre, creo yo, va un tanto rezagado,
está inmunizado...ahora le corresponde romper el mito de lo masculino como el
fuerte, duro, inflexible, violento, competitivo, agresivo, objeto de éxito, el
que se identifica únicamente con el dinero, el poder y el trabajo, el que
siempre quiere tener la razón, el que reprime sus emociones y el que le cuestan
las amistades y relaciones duraderas...y ser fuente de problematización y apoyo
para que otros den el salto, comprendan los privilegios y las crisis de la
masculinidad que se expresa inicialmente como crisis de la educación; crisis de
la paternidad (ausencia de responsabilidad); crisis del hombre mítico (el héroe
que muere en la guerra); crisis del hombre moderno (individualismo, codicioso y
competitivo); crisis de salud mental (acosos sexuales, suicidios, violencia
intrafamiliar y trabajos riesgosos); crisis del hombre posmoderno, el que dice
unas cosas y hace otras, el que habla de paz y engendra violencia, el man
retórico y enredador, que dice que no hay jerarquías pero le encanta dominar.
La conclusión es que se necesita remar el barco juntos, porque de hacerlo por
un solo lado, corremos el riesgo de quedarnos dando vueltas en círculos y no avanzar.
jueves, 11 de abril de 2019
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