La comprensión que hago de la emergencia del cultura EMO, tan popular hace unos años, es que fue el eco de la acumulación
exacerbada de la vanidad y la explosión del narcisismo. Esta forma de ser popular
entre adolescentes, fue indicio y expresión de una profunda crisis emocional
como sociedad… muchas de las acciones que realizaban las personas
pertenecientes a este cultura urbana - provenientes de una visión mítica - confirmaban la ingenua creencia que a través de la automutilación o al
inflingirse dolor y daño físico, se podía poner fin a un estado emocional
doloroso.
El
suicidio, la culpabilización y denigración de sí mismo, la pérdida de la
confianza entre los vecinos, los abusos sexuales y psicopatías, la corrupción,
el extractivismo, las formas de operar del Estado y del mercado - que expropian
a las comunidades de los bienes comunes que sostienen su bienestar - la cooptación
egoísta de las necesidades de la gente por las religiones; la irresponsabilidad
y ausencia de muchas familias frente a la formación de sus hijos; la vida de
muchos ciudadanos, teóricos y activistas motivados por pasiones egoístas y por
poner un caso más, la paradoja que observamos hace un año, quienes vivimos en
Colombia frente al plebiscito por la paz, donde las personas con más
posibilidades de acceso a la información y que viven en contextos urbanos, fueron
incapaces de ponerse en los pies de otras comunidades y regiones que han
sufrido intensamente la violencia…. y podríamos seguir con la lista, todas
estas expresiones del sufrimiento y la falta de empatía son nada menos que la
punta del iceberg de un egocentrismo e individualismo que ha calado fuertemente
en la consciencia de las personas y es sostenido por buena parte de la
institucionalidad, así como también por nuestros pensamientos y deseos… creemos nosotros, que esto representa una crisis emocional global que indica que
debemos trabajar más arduamente y creativamente por reinventar desde nuestras
acciones cotidianas y con nuestra presencia y potencialidades, una sociedad más
empática y altruista, más generosa, abierta a la escucha, amorosa, humilde y justa.