La duración de la jornada laboral ha cambiado en el
curso de la historia, de 14, 12, 10, hasta las 8 horas diarias actuales (48
semanales). La sobreproducción de mercancías (superfluas) y el sobreconsumo
desmedido generan pérdidas en tiempo y vitalidad para las personas, afecta la
vida relacional y la salud de la tierra. Igualmente la automatización ha
liberado el tiempo, razón por la cual dispondremos exponencialmente cada vez de
mayor tiempo libre. Qué vamos hacer entonces? Yo pienso que no solo la cuestión
estaría en aumentar el salario mínimo, ni de seguir exigiendo más trabajo, sino
que por un lado es necesario reconceptualizar lo que implica trabajar hoy en
día (priorizar jerarquías y necesidades y fortalecer los trabajos de cuidado
que gozan de poca monta, pero que son claves para mejorar las condiciones de
vida) y reducir las horas de trabajo, con el objetivo de disponer más tiempo,
para alimentar opciones de vida más ecológicas, creativas, sustentables e
integrales. Reducir el tiempo de trabajo podría ser también el pretexto para
fortalecer las economías locales solidarias, los recorridos por los territorios,
consolidar nuevos tipos de alimentación más saludable, creación de nuevas
instituciones, aumentar el tiempo en
familia y la co-gestión de los bienes
comunes. Eso sí, tenemos que estar alertas que un eventual incremento de tiempo
quede cautivo por las redes sociales, donde la humanidad hoy vive inmersa.
domingo, 31 de enero de 2016
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