Este es un tiempo de éxtasis, celebración universal, unidad
radiante con el espíritu.
Nuestras huellas más bellas, se hicieron alegría, quedaron
ambulantes. Nadie las hizo suyas, pero inspiraron muchas cosmologías, hoy
manantiales de amor.
Por una relación altiva con el espíritu, soberana en cuanto
a sus gestos y cósmica en sus nacimientos.
Nuestro primer nacimiento fue una textura abierta, hoy somos canción de amor.
No
fuerces interpretaciones que precarizan la voluntad. Mal nos acostumbramos en
forjar hábitos que disminuyen nuestra capacidad de amar. La primera caricia por
el bien común, consiste en practicar con alegría el arte de estar feliz con lo
que hay y no seguir postergando nuestro gozo. Ejercita, por el contrario, un
campo de afectos y de instantes, en donde tu buena siembra, amplifique la
semilla, dadora de aliento y amor.
Ahora, como nos recuerdan las tradiciones, somos un
territorio humeante en donde exhalan fuego las almas de buen corazón.
El aire que respiras, el viaje al que inspiras.
En cada acción se despliega tu divinidad. Enredada en
nuestro cuerpo como una serpiente, la sensualidad camina, nos hace brisa.
Cada acción despliega e imagina un universo.
El espíritu viaja enamorado, pero ese amor no tiene objeto,
es infinito. Cada acto pone a flor de piel la sensualidad y la gracia.
Actúa con coraje, alegría y suavidad.
Conspirando aún más profundo cuando respiro. Mi aliento es
tu fuerza, la voz del misterio.
Haz vibrar las cuerdas que componen la realidad. Le damos la
suavidad y dureza a la realidad. La realidad es un tatuaje sin nombre. Haz todo con
estilo y mantente radiante y de fiesta.
Nuestros derechos inquebrantables, no tienen límite.
Los
médicos antiguos nos recuerdan que es más sano tratar la realidad como una
urdimbre que está tendida en el universo y directamente tejida por nuestras
voces y corazones.
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