miércoles, 31 de julio de 2024
Invitación a la 1a publicación colectiva de la Universidad del Futuro
lunes, 1 de julio de 2024
A propósito de la vergüenza
Actualiza tus mapas de significado
Un mapa de significado se refiere a un conjunto de valores que nos permite interpretar el mundo, tiene que ver en cómo percibimos y nos guiamos en la vida y en la toma de decisiones, proporcionándonos además de dirección, un sentido de propósito y esperanza. Todos tenemos estos mapas que nos sirven para caminar y no podemos quedarnos como polillas atrapados por su luz, sino que éstos nos sirven para iluminar el camino. Hay un momento que los mapas nos proporcionan claridad y perspectiva y otro en los cuales hay que prescindir de ellos para ingresar a territorio desconocido y seguir jugando y viviendo. Hay mapas mejores que otros, unos más claros y otros más distorsionados (todos incompletos), pero entre más espacio interno tengas, más posibilidad de actualizar los mapas y más amplio en cuanto a su significado. Las personas de mentalidad rígida y dependencia emocional, suelen tener mapas más estrechos, las personas más abiertas y autodidactas, suelen tener mapas más abiertos, generosos, lúdicos y trandisciplinarios.
La visión integral de Ken Wilber me ha ofrecido desde hace más de una década un marco de acción para mi vida personal, intelectual y pedagógica. La obra de este filósofo, que recoge un gran acervo de teorías del siglo XX - tales como las de Aurobindo, Gebser, Jung, Whitehead, Köestler y expresiones de la sabiduría perenne de oriente y occidente - ha sido un referente muy importante para mi pensamiento, escritura y en lo referente a la incorporación de las prácticas integrales en mi vida cotidiana, que paso por confesar, a veces no he sido tan juicioso con ellas, pero siempre me resultan muy inspiradoras y me traen al centro, proporcionándome un marco sensato para las prácticas formativas que realizo en escenarios educativos.
Fueron más de 10 años de luna de miel con estos mapas integrales, pero en plena pandemia de Covid 19, después de leer La religión del futuro (Wilber, 2017), empecé a sentir cierta insuficiencia y hastío; me pareció que necesitaba moverme, actualizar el sistema operativo, explorar otros referentes y empezar a quemar estos mapas (integrarlos) para jugar con otros nuevos. Allí inicié el éxodo y en cierta medida una diáspora silenciosa y lo digo así, ya que son pocas las personas que conozco que interactúan y juegan con estas meta-teorías.
Lo primero que empecé a sentir fue que la visión integral aunque fue una gran influencia para mí, comenzaba a saberme redundante y que necesitaba ser actualizada; como toda experiencia de duelo, comencé por la negación, la ira, la negociación y finalmente aceptar y a tener un sentido de gratitud por los alcances de esta perspectiva que evidencia un enfoque muy potente y sofisticado que ayuda a navegar la consciencia, una tecnología para el crecimiento (y también trabajo con la sombra), un enfoque clave para comprender con mayor profundidad los problemas y un esfuerzo inmenso meta-teórico que percibe las totalidades y sus interdependencias.
Una de las desilusiones con el enfoque integral de Wilber (y sobre todo con los seguidores), inició al percibir que en muchos círculos presenciaba cierta tendencia a seguir muy literal al gurú; otras personas informadas por esta visión (incluyéndome), se inclinaban por alfabetizar a todo el mundo en esta visión como si fuera el mejor mapa del mundo y a quienes lo leían a ponerse en la cima de la evolución cultural. Me desagradó cierta arrogancia camuflada de muchos integrales que manejaban la teoría pero que al interactuar con ellos actuaban realmente en otros niveles de desarrollo; noté mucho bypass espiritual y algo muy evidente, la falta de perspectivas experimentales, artísticas y culturales. Otra cosa muy curiosa es que en general veía mucha sobrevaloración del fenómeno de la consciencia.
Otra cuestión notoria es que Wilber profundizaba con holgura en los cuadrantes interiores, pero poco en los exteriores, había un gran interés en los estados y estructuras de consciencia, pero que poco lidiaba con la política y los asuntos más intensos de las situaciones globales por las que estamos viviendo. Pero el problema no solo estaba en su enfoque, veía también muy malos usos de su teoría por los seguidores, respecto a las teorías de desarrollo y en muchos diálogos notaba callejones sin salida. Mi impresión es que este gran filósofo es un ser genial como académico pero que se había quedado con poco diálogo en espacios digitales, artísticos e intergeneracionales acerca de su teoría, animándola a continuar y a trascenderla.
Uno de los hallazgos que aprendí en esta diáspora, es que por más completo que fuera el mapa, éste nunca es el territorio, el mapa es una representación relativa de las cosas, falseable y que ayuda en ciertos momentos (como toda teoría) pero que llega un momento en que afortunadamente nos desilusionamos. "Es apropiado asumir que si el mapa de todos los demás está equivocado, también lo está el nuestro. Pero al menos podemos convertirlo en un compromiso de por vida para que cada vez sea menos malo. Una parte bastante deprimente de este esfuerzo es que parece volverse más difícil con la edad" (Freinacht, 2023).
Como decía antes, era un tiempo de gran incertidumbre y había empezado el coqueteo con el metamodernismo político de Hanzi Freinacht, escuchar el podcast de Layman Pascal, la voz sabia de Bruce Alderman, las series de Parallax, Rebel Wisdom, The Great Simplification, Theory Underground, leer algunos textos de Mónica Sharma, Otto Scharmer y Patricia Albere y siguiendo al renacimiento oscuro (Owen Cox, Alexander Bard, Cadell Last, Raven Connolly), el trabajo de Daniel Schmachtenberger, Jonathan Rowson y la lectura de la visión filosófica y educativa informada por la teoría integral de Zach Stein y algunos pensadores de la escena liminal que fueron y siguen siendo un aire fresco, ante las visiones posmodernas e integrales de las que ya su poder explicativo estaban para mí menguando.
Todos estos referentes expuestos anteriormente han sido muy inspiradores para mi trabajo actual, todos ellos plantean con mucho arte mapas muy completos, informados por meta-teorías diversas, reconstructores de mundos (a pequeña escala) y al tiempo muy abiertos al misterio, al no-saber, a la construcción de comunidades, al diálogo, la dialéctica y la invención de nuevas historias y mitos más bellos, desafiantes y ardientes.
Una de las habilidades para la educación del futuro es poder cambiar y actualizar los mapas que nos ayudan a dar sentido al mundo. Todos tenemos mapas que nos ayudan a navegar el presente y que nos sirven a dar sentido, interpretar fenómenos sociales y para priorizar las cosas más importantes en nuestras vidas, así no seamos muy conscientes de ellos. Sin mapas quedamos navegando en el vacío y es así imposible vivir e iniciar proyectos colectivos y prácticas educativas y sociales… pero si nos quedamos con el mismo mapa en muchos años, también puede ser una muestra de que nos estamos quedando rígidos y anquilosados. Una habilidad que los maestros pueden ayudar a descubrir en sus estudiantes, es descubrir lo que la vida les está llamando a ser, a vivir y a pensar, observar el conjunto de valores en los que orbitan sus prácticas y comportamientos y ser más conscientes de esta gramática oculta de nuestros pensamientos, emociones y percepciones. Cambiar el mapa es una habilidad que hay que perfeccionar y sobre todo en tiempos donde nos visitan tantos cisnes negros, como dice Nicholas Taleb.