miércoles, 31 de julio de 2024

Invitación a la 1a publicación colectiva de la Universidad del Futuro

La universidad y en general la escuela ha entrado desde hace unas décadas en una crisis de sentido donde se evidencia una especie de desinterés por parte de maestros, académicos y personas más jóvenes; procesos formativos muy mediocres, producción masiva de profesionales, clases y cursos que se limitan a transmitir conocimientos desconectados de la vida cotidiana, una educación virtual muy instrumental, donde los estudiantes se preparan para los exámenes enmarcándose en unos roles pasivos y metodologías anacrónicas y rutinas burocráticas que a menudo merman la creatividad, el juego, la curiosidad, los sueños, la voluntad y la imaginación social y política.  

En medio de esta desilusión con estas formas de educación - centradas en contenidos, cursos obligatorios y enfocada en el trabajo, la obediencia, el énfasis en lo individual y mental- viene naciendo en todo el mundo experimentos sociales y pedagógicos más holísticos, conectados con el cuerpo, el arte, lo relacional, las redes digitales, la regeneración de la vida y de los ecosistemas, el pensamiento crítico, conexión con lo humano y lo no-humano, la presencia de lo espiritual, la transdisciplinariedad y las ciencias sistémicas.

Más allá de las perspectivas catastróficas y de aquellas que ponen el acento en ideas optimistas e ingenuas acerca del futuro - que muchas veces nos inmovilizan o nos llevan a callejones sin salida - nos interesa explorar un camino intermedio, más imaginativo, curioso, juguetón, especulativo, que nos invite a descubrir los paisajes de la educación anhelada, inspirándonos en las sabidurías del mundo, nuestros ambientes donde hemos aprendido, las intuiciones sensibles, las poéticas, el pensamiento filosófico y transdisciplinar, la cibernética y la ciencia ficción solarpunk. 

Sintonizamos las señales del futuro como una suerte de especulación sobre lo posible, un espacio para resignificar la esperanza en lo cotidiano, no de algo que necesariamente va a suceder, sino leer y comprender los futuros posibles expresados en tendencias culturales y educativas innovadoras en las que estamos comprometidos.

Sabemos que para que algo nazca y florezca, se necesita que algo muera, así que estamos intentando acelerar estos cambios e inclinarnos a construir desde ya nuevos proyectos de educación donde una comunidad de personas de diversas edades, regiones, formas de vida, procedencias epistémicas y culturales puedan construir espacios de aprendizaje descentralizados e intergeneracionales nutridos por la confianza, la colaboración y los procesos de experimentación. 

Cuando hablamos de explorar la Universidad del futuro, apelamos a esos otros lugares que están naciendo y que son diferentes a los instituidos, procuramos pensar e imaginar las arquitecturas, ambientes y la nueva gramática que nos permita escuchar el currículo como viaje, los arquetipos del futuro, la abundancia educativa, las habilidades interiores prioritarias, las escuelas como bosques, la ciudad como escuela, las pedagogías urbanas, el maestro como intermediario, evocar los ambientes y ritualidades y las experiencias e instituciones sociales que están dando lugar a nuevos espacios de aprendizaje para las presentes y futuras generaciones.

Hablar de la Universidad del futuro, está más allá de los procesos formales de escolarización; imaginar la educación por-venir no es solo cambiar cursos, herramientas y materias por otras, es un gesto más desafiante que implica diseñar un ecosistema de prácticas, visiones de mundo, reflexionar sobre los ciclos de muerte/nacimiento, hablar sobre las biografías, los rituales de transición existencial, las dinámicas de apego, los sistemas familiares, la integración de las inteligencias múltiples, la sanación de las heridas más profundas, establecer contacto con otras formas de conocimiento y sabiduría, la calidad de los espacios comunes y las redes de afecto, las dinámicas de vida en los barrios y localidades, las economías, el uso de las tecnologías y las aulas vivas como se pensaba provocativamente hace unos años la “Escuela del instante”: “en cada casa un aula”. 

Acogemos para esta primera publicación, ensayos, reflexiones, narrativas, poéticas, experiencias y proyectos educativos de todo el mundo más libertarios, emancipadores, integrales, regenerativos de la vida y sus ecosistemas, prácticas pedagógicas experimentales, que combinen el arte, la creación colectiva, las ciencias interiores y las tecnologías sociales y las comprensiones más profundas sobre los problemas contemporáneos por los que estamos atravesando. 

Invitamos a artistas, educadores, escritores, autodidactas, investigadores, filósofos, líderes sociales y gestores culturales a soñar la educación superior del futuro, imaginar sus dinámicas y metodologías, los ambientes de aprendizaje, la ecología de saberes, contenidos, experiencias y experimentos sociales que se materializarían a través del currículo y las experiencias formativas. 

¿Cómo sería la educación en tiempos de internet y en una era tanto de la ansiedad como la insinuación de procesos de simbiosis cultural? ¿Cómo pensar la educación conectada con la ciudad y con la naturaleza? ¿Qué aportes hace el arte, la ciencia y la espiritualidad a esta ensoñación? ¿Qué desafíos tiene la educación en el campo de las metacrisis que estamos viviendo y en especial ante el aumento de la automatización y la inteligencia artificial? ¿Cómo está catalizando las afectaciones de la salud mental los espacios educativos superiores? ¿Existirán narrativas más integrales y holísticas para pensar la educación sexual? ¿Es viable la construcción de monasterios para que las personas puedan limpiarse, sanarse y salir fortalecidas? ¿Cómo catalizar la ira y la ansiedad que produce esta época en obras éticas y políticas más imaginativas?

Un llamado entonces a desplegar el pensamiento teórico imaginativo, la ficción especulativa, las poéticas y narrativas esperanzadoras que se expongan a través de ensayos en diferentes medios y formatos: puede ser un artículo reflexivo; contar una experiencia social, artística o pedagógica; un proyecto de innovación social o una comunidad de aprendizaje, un escrito poético o experimental, un relato donde converjan las posibilidades y las paradojas, relatos de ciencia ficción, video-ensayos, piezas sonoras, dibujos y fotografía, entre otros. Se espera que con todos los materiales seleccionados nos permitan configurar un ecosistema narrativo y polifónico de la educación futura.


Los ejes que han sido recurrentes en muchos de los diálogos de “La universidad del futuro (que cuenta con 115 Episodios) y que invitamos a explorar son: 1) Experiencias de pedagogía intercultural, ancestral y educación regenerativa. 2) Espacios innovadores de educación infantil, crianza y partería 3) Proyectos artísticos y pedagógicos donde interviene el arte, la ciencia y la tecnología. 4) Experiencias de educación popular, edu-comunicación y transmedia. 5) Juego, arte y espiritualidad. 6) Bienestar y Desarrollo humano. 7) Culturas de paz y convivencia. 8) Reflexiones sobre Sexo-Género y educación sexual y 9) Pensamiento teórico, filosófico y proveniente de las ciencias sociales y humanas. 

Los que quieran participar en esta publicación deben enviar sus contribuciones al correo: nomada_20@hotmail.com fecha máxima de recepción 15 de octubre de 2024 adjuntando sus nombres, un breve perfil, espacios a los que hacen parte y correo electrónico.

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lunes, 1 de julio de 2024

A propósito de la vergüenza

Las emociones negativas son un componente necesario de la salud emocional. Negar esa negatividad es perpetuar los problemas en vez de resolverlos.

Mark Manson.

¿Qué cosas puedes aprender de ti y de la cultura en la que vives navegando en la emoción de la vergüenza? 

Hace unas semanas atrás estuve reflexionando sobre la envidia, una emoción sutil que se activa con facilidad en la actualidad y más en sociedades altamente creativas, digitales y competitivas. Ahora quiero hablar brevemente de la vergüenza, una emoción difícil para todos, especialmente para los hombres, dado los sobornos de la cultura por mantener la imagen de firmeza, seguridad, valentía y ocultar lo que nos hace vulnerables - y también por la dificultad de abrirnos a lo que no somos tan buenos, el miedo a ser inferiores y ser señalados o juzgados por nuestras imperfecciones, limitaciones, fealdad, malas decisiones o errores.


La vergüenza es una emoción que tiene una direccionalidad hacia adentro, que nos empuja y constriñe, de textura áspera, genera a veces pena, calor y enrojecimiento y cuando la sentimos, queremos desaparecer de la escena, hacer un chiste o cambiar de tema. Al enterrarse en las profundidades interiores para que no se vea, la escondemos, la negamos y terminamos sin darnos cuenta con mucha vergüenza atrapada en el sistema…. incluso “las personas desvergonzadas, una vez las conoces profundamente, solo eran desvergonzadas como mecanismo de afrontamiento a capas más profundas de vergüenza” (Freinacht, 2023).

La antípoda de la vergüenza es sentirnos bien con nosotros mismos, aceptarnos y encarnar el orgullo, una emoción que quiere manifestarse y mostrarse tal como somos. En redes sociales nos gusta compartir lo que nos orgullece de nosotros mismos y evitamos compartir nuestras vergüenzas más profundas (y es sano no compartirlas en público, con cualquier persona, dado que los espacios para explorar temas sensibles deben hacerse de manera íntima y privada, en espacios seguros, confidenciales y tántricos). Surge entonces la pregunta, ¿Dónde y cómo estamos tramitando nuestras vergüenzas más profundas? Intuyo que, de no hacerlo, fácilmente será activado el botón por otras personas en los momentos más inesperados e inoportunos.

En la película rumana de Radu Jude, Sexo desafortunado o porno loco, un video de una fantasía sexual de una pareja se cuela subrepticiamente del espacio privado al público (se viraliza en una página de porno) y trae por consiguiente el aluvión de comentarios cizañosos, toda la hipocresía, morbo y descontextualización que surge cuando se desplaza este acto sexual a la esfera social. La parte de la película donde se juzga a la mujer (una profesora de colegio), hace visible los tabúes acerca de lo sexual y sus paradojas donde muchos podemos ser políticamente correctos de día y políticamente incorrectos en la noche.

Todos hemos experimentado la vergüenza ya sea por un rechazo romántico, momentos en que nos han dejado por otras personas, donde hemos roto el corazón de los demás, una enfermedad crónica, fallos en la salud mental, donde nos han percibido con nuestros vicios y adicciones, vergüenza por la impotencia creativa, física o sexual, que nuestras parejas conozcan nuestras historias pasadas de inmadurez, o ya sea vergüenza por no ser capaz de acabar y completar determinada acción, por el estilo de vida, status, etnia, entorno social o económico, rechazo por amigos o en espacios laborales; hemos tenido pena de no tener pareja, dinero, un trabajo digno, vergüenza por las elecciones tomadas en el pasado, por la escogencia de la profesión elegida, inexperiencia en algo, limitaciones cognitivas y creativas, vergüenza corporal, de tu condición física, identidad sexual, género, ya sea por muy joven o muy viejo….oveja negra, desordenado…ser menos exitoso, incompetente.  Hay tantas maneras de sentir vergüenza…

En una cultura donde se le ha dado muchísima importancia a lo que dicen los demás, una moral que ha humillado los cuerpos, marginando la sexualidad y violentado la diferencia, la vergüenza es un caldo de cultivo para muchos problemas en nuestras formas de relacionarnos. Cada vez que estos sentimientos aparecen, nos coaccionan y nos impiden actuar con claridad y libertad. El desprecio, el no ser aceptados, el no estar a la altura de las contingencias que depara la vida y la vergüenza, son expresiones que comparten muchos patrones comunes.

Una última arista sobre la vergüenza, esta no solo existe como el desprecio por las cosas negativas y que no queremos reconocer de nosotros mismos, sino también el denostar de nuestras cualidades positivas y talentos, lo que en la psicología se ha llamado la sombra dorada. Esta es un desprecio por nuestros potenciales. Esta condición he visto que está algunas veces asociada a personas que tienden a elogiar (y a envidiar) demasiado a las personas. En realidad, “todos tenemos miedo de parecer patéticos” y “debemos superar nuestro miedo a la grandeza”.

Como señala Hanzi Freinacht, dado que a menudo nuestras insatisfacciones están relacionadas con la vergüenza y el fracaso, valdría la pena preguntarnos ¿De qué estamos insatisfechos? (una pregunta detonante para explorar la vergüenza). Lo primero es notar y admitir nuestras insatisfacciones. Aceptarlas. Podemos con nuestras insatisfacciones, de la que nadie se salva, un poco de imaginación creativa para completarlas y cultivar un sentido de gratitud y abundancia. Así tal vez no quedamos aprisionados por la codicia y la malicia.

La invitación que suelo realizar en entornos educativos es construir una pequeña historia con una emoción y profundizar en ella, luego estas narrativas han de ser libremente compartidas en grupo. Se invita a que no sea una reflexión en tercera persona, impersonal, sino que intervenga la precisión, la sinceridad, el patetismo y una mínima (lo más reducida) conceptualización. Me ha servido en estos círculos sobre las emociones separar hombres de las mujeres buscando mayor apertura y sinceridad. Mantener los espacios combinados entre hombres y mujeres para explorar temas calientes, difíciles y oscuros, a menudo es inapropiado, dado que por experiencia he notado que algunos se cierran al hablar, mientras que separados se puede profundizar con mayor apertura en las conversaciones.

Unas inspiraciones para esta construcción de las microhistorias de las emociones: primero, la invitación es a abrir un diario hipermedia, explorar la fenomenología de la emoción, cómo se siente, en qué parte del cuerpo aflora, identificar las reacciones, cómo ha sido o qué función tiene la emoción desde el vientre hasta nuestros días (contar algunas experiencias), encontrar una grafía que permita explorar la situación y algo que he venido agregando para no quedarnos en historias personales, es mirar cómo opera la emoción en nuestra sociedad (en la familia, mínimo en 3 generaciones), en las artes y el cine, qué la impulsa y la inhibe… y explorar con curiosidad lúdica algunos ejemplos emblemáticos de cómo se expresa la emoción en nuestra cultura actual.

Si trabajamos a través de nuestra vergüenza, no necesitamos estar humillando y avergonzando a los demás; a veces, como decía anteriormente, juzgamos a los demás cruelmente debido a nuestras propias inseguridades o complejos. Sin embargo, si logramos trabajar a través de nuestra propia vergüenza, podemos desarrollar una mayor comprensión y empatía hacia los demás e igualmente integrando nuestras historias de vergüenzas nos pueden ayudar a desarrollar humildad y coraje y asumir tareas y riesgos más significativos y valerosos en la vida.

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Actualiza tus mapas de significado

Un mapa de significado se refiere a un conjunto de valores que nos permite interpretar el mundo, tiene que ver en cómo percibimos y nos guiamos en la vida y en la toma de decisiones, proporcionándonos además de dirección, un sentido de propósito y esperanza. Todos tenemos estos mapas que nos sirven para caminar y no podemos quedarnos como polillas atrapados por su luz, sino que éstos nos sirven para iluminar el camino. Hay un momento que los mapas nos proporcionan claridad y perspectiva y otro en los cuales hay que prescindir de ellos para ingresar a territorio desconocido y seguir jugando y viviendo. Hay mapas mejores que otros, unos más claros y otros más distorsionados (todos incompletos), pero entre más espacio interno tengas, más posibilidad de actualizar los mapas y más amplio en cuanto a su significado. Las personas de mentalidad rígida y dependencia emocional, suelen tener mapas más  estrechos, las personas más abiertas y autodidactas, suelen tener  mapas más abiertos, generosos, lúdicos y trandisciplinarios.

La visión integral de Ken Wilber me ha ofrecido desde hace más de una década un marco de acción para mi vida personal, intelectual y pedagógica. La obra de este filósofo, que recoge un gran acervo de teorías del siglo XX - tales como las de Aurobindo, Gebser, Jung, Whitehead, Köestler y expresiones de la sabiduría perenne de oriente y occidente - ha sido un referente muy importante para mi pensamiento, escritura y en lo referente a la incorporación de las prácticas integrales en mi vida cotidiana, que paso por confesar, a veces no he sido tan juicioso con ellas, pero siempre me resultan muy inspiradoras y me traen al centro, proporcionándome un marco sensato para las prácticas formativas que realizo en escenarios educativos. 

Fueron más de 10 años de luna de miel con estos mapas integrales, pero en plena pandemia de Covid 19, después de leer La religión del futuro (Wilber, 2017), empecé a sentir cierta insuficiencia y hastío; me pareció que necesitaba moverme, actualizar el sistema operativo, explorar otros referentes y empezar a quemar estos mapas (integrarlos) para jugar con otros nuevos. Allí inicié el éxodo y en cierta medida una diáspora silenciosa y lo digo así, ya que son pocas las personas que conozco que interactúan y juegan con estas meta-teorías.

Lo primero que empecé a sentir fue que la visión integral aunque fue una gran influencia para mí, comenzaba a saberme redundante y que necesitaba ser  actualizada; como toda experiencia de duelo, comencé por la negación, la ira, la negociación y finalmente aceptar y a tener un sentido de gratitud por los alcances de esta perspectiva que evidencia un enfoque muy potente y sofisticado que ayuda a navegar la consciencia, una tecnología para el crecimiento (y también trabajo con la sombra), un enfoque clave para comprender con mayor profundidad los problemas y un esfuerzo inmenso meta-teórico que percibe las totalidades y sus interdependencias. 

Una de las desilusiones con el enfoque integral de Wilber (y sobre todo con los seguidores), inició al percibir que en muchos círculos presenciaba cierta tendencia a seguir muy literal al gurú; otras personas informadas por esta visión (incluyéndome), se inclinaban por alfabetizar a todo el mundo en esta visión como si fuera el mejor mapa del mundo y a quienes lo leían a ponerse en la cima de la evolución cultural. Me desagradó cierta arrogancia camuflada de muchos integrales que manejaban la teoría pero que al interactuar con ellos actuaban realmente en otros niveles de desarrollo; noté mucho bypass espiritual y algo muy evidente, la falta de perspectivas experimentales, artísticas y culturales. Otra cosa muy curiosa es que en general veía mucha sobrevaloración del fenómeno de la consciencia. 

Otra cuestión notoria es que Wilber profundizaba con holgura en los cuadrantes interiores, pero poco en los exteriores, había un gran interés en los estados y estructuras de consciencia, pero que poco lidiaba con la política y los asuntos más intensos de las situaciones globales por las que estamos viviendo. Pero el problema no solo estaba en su enfoque, veía también muy malos usos de su teoría por los seguidores, respecto a las teorías de desarrollo y en muchos diálogos notaba callejones sin salida. Mi impresión es que este gran filósofo es un ser genial como académico pero que se había quedado con poco diálogo en espacios digitales, artísticos e intergeneracionales acerca de su teoría, animándola a continuar y a trascenderla. 

Uno de los hallazgos que aprendí en esta diáspora, es que por más completo que fuera el mapa, éste nunca es el territorio, el mapa es una representación relativa de las cosas, falseable y que ayuda en ciertos momentos (como toda teoría) pero que llega un momento en que afortunadamente nos desilusionamos.  "Es apropiado asumir que si el mapa de todos los demás está equivocado, también lo está el nuestro. Pero al menos podemos convertirlo en un compromiso de por vida para que cada vez sea menos malo. Una parte bastante deprimente de este esfuerzo es que parece volverse más difícil con la edad" (Freinacht, 2023).

Como decía antes, era un tiempo de gran incertidumbre y había empezado el coqueteo con el metamodernismo político de Hanzi Freinacht, escuchar el podcast de Layman Pascal, la voz sabia de Bruce Alderman, las series de Parallax, Rebel Wisdom, The Great Simplification, Theory Underground, leer algunos textos de Mónica Sharma, Otto Scharmer y Patricia Albere y siguiendo al renacimiento oscuro (Owen Cox, Alexander Bard, Cadell Last, Raven Connolly), el trabajo de Daniel Schmachtenberger, Jonathan Rowson y la lectura de la visión filosófica y educativa informada por la teoría integral de Zach Stein y algunos pensadores de la escena liminal que fueron y siguen siendo un aire fresco, ante las visiones posmodernas e integrales de las que ya su poder explicativo estaban para mí menguando.

Todos estos referentes expuestos anteriormente han sido muy inspiradores para mi trabajo actual, todos ellos plantean con mucho arte mapas muy completos, informados por meta-teorías diversas, reconstructores de mundos (a pequeña escala) y al tiempo muy abiertos al misterio, al no-saber, a la construcción de comunidades, al diálogo, la dialéctica y la invención de nuevas historias y mitos más bellos, desafiantes y ardientes. 

Una de las habilidades para la educación del futuro es poder cambiar y actualizar los mapas que nos ayudan a dar sentido al mundo. Todos tenemos mapas que nos ayudan a navegar el presente y que nos sirven a dar sentido, interpretar fenómenos sociales y para priorizar las cosas más importantes en nuestras vidas, así no seamos muy conscientes de ellos. Sin mapas quedamos navegando en el vacío y es así imposible vivir e iniciar proyectos colectivos y prácticas educativas y sociales… pero si nos quedamos con el mismo mapa en muchos años, también puede ser una muestra de que nos estamos quedando rígidos y anquilosados. Una habilidad que los maestros pueden ayudar a descubrir en sus estudiantes, es descubrir lo que la vida les está llamando a ser, a vivir y a pensar, observar el conjunto de valores en los que orbitan sus prácticas y comportamientos y ser más conscientes de esta gramática oculta de nuestros pensamientos, emociones y percepciones. Cambiar el mapa es una habilidad que hay que perfeccionar y sobre todo en tiempos donde nos visitan tantos cisnes negros, como dice Nicholas Taleb. 


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