1.
"Así como cuando tenemos traumas personales, la percepción interna y externa se ve sesgada y las relaciones se ven deterioradas y minimizadas, a nivel cultural, suceden cosas similares, el trauma cultural amplifica las distorsiones en las percepciones sociales" (Hübl, 2020). Estas dislocaciones se manifiestan en expresiones generalizantes y limitadas tales como: “nosotros los buenos, ellos los malos”, “buenos y malos muertos” “así son las cosas”, “deje de ser soñador, aterrice”, “proferimos ser anti jerarquías pero nuestras ideas son superiores a las tuyas”, “ellos nunca van aprender”, “esos indios tan ignorantes”, “culpa del patriarcado” “eso es el Estado paramilitar” “el mal del capitalismo vs el mal del comunismo" “los hombres son así y las mujeres asá” “estudiantes guerrilleros”, “cerdos policías”, “nosotros contra ellos”, “todos los que marchan son perezosos y quieren todo fácil”, “vándalos antisociales”, estereotipos falsos y limitantes acerca de las personas, culturas y roles de género que nos atrapan en un loop eterno de disputa y confrontación sin salida. Esta división es también la base para la violencia, la exclusión y la deshumanización del otro. Como gesto etnográfico, los invito a leer con curiosidad los tweets de los políticos (de izquierda y derecha) y cotejen esto con la información que circula actualmente en redes sociales: cuál es la foto que sale? identifican el patrón de las publicaciones? cuál es la estructura de sentimiento que movilizan? ¿cuál es la profundidad a la que invitan las reflexiones?
2.
Cuando vemos la realidad sólo como una cuestión de nosotros los buenos y ellos los malos - nosotros contra ellos - estamos hablando de una visión bastante simplicista y plana que reduce y minimiza la complejidad de la situación coyuntural actual. A menudo es lo usual, lo más rápido, cómodo y confortable, expiar la culpa sobre los demás. "Esto no tiene que ver conmigo". Lo que la teoría integral informa como etnocentrismo, la creencia inflexible y fanática y sin matices en la verdad de mi grupo, independiente del asunto, sea una hinchada, un grupo religioso, político, un grupo identitario, de clase, género o racial, etc...
En estos días de agudización de los conflictos sociales en Colombia, al dar una vuelta por las redes sociales, se encuentra abundante material de tendencia etnocéntrica, muchas voces y publicaciones que interpretan la situación desde dos posiciones que se excluyen mutuamente y en algunos comentarios y líneas de conversación se enfatiza la incomunicación y la hostilidad.
No podemos contarles a nuestro hijos y a la gente más joven que lo que pasa en el país, solo tiene estos dos matices, la izquierda vs la derecha, los jóvenes estudiantes dignos vs los cerdos policías, los pobres vs ricos, el neoliberalismo vs socialismo, El Estado vs la sociedad civil; hay que ser más cuidadosos, inteligentes y responsables con lo que narramos y más agudos en la interpretación y soluciones; debemos evitar transmitir análisis tan superficiales e ideológicos, donde se cuela trauma, visión estrecha (2D) y posiciones listas para seguir luchando ad infinitum contra sus propios fantasmas.
3.
Veamos rápidamente un poco de historia. Con el surgimiento de la perspectiva en el renacimiento, inició una reivindicación por el espacio, lo mensurable y la objetividad; posteriormente, al tiempo que la ciencia se expandía, nos dio una perspectiva más universal del mundo, al observar lo lejano a través del telescopio y lo más cercano de nuestro cuerpo, con el nacimiento de la anatomía; luego a partir de la física cuántica y el cine, ambos contemporáneos, se introdujo la cuarta dimensión: el tiempo; también en la corrientes estéticas y filosóficas contemporáneas, advirtieron nuevas dimensiones de la realidad, en la filosofía (ser y tiempo, el existencialismo, el élan vital, las estructuras de consciencia, los holones), en el cubismo (la multi-perspectiva), en el surrealismo (el inconsciente), en el suprematismo (el vacío), en el dadaísmo (el azar), en el situacionismo (lo pisco-geográfico), en las estéticas relacionales (el ir más allá del arte reificado); lo más curioso es que pasado todo este aumento dimensional, y los grados de complejidad creciente incorporados a través del tiempo, el arte, la ciencia, la biología evolutiva, la cibernética, al momento de analizar los problemas y traumas actuales, tendemos rápidamente arribar a planilandia, a visiones 2D regresivas y en instante tenemos además de dificultades para tener una conversación, las personas reducidas a meras caricaturas: todo el paisaje complejo bien aplanando.
Un retorno inconsciente a las visiones etnocéntricas, responsables hoy en día de la mayoría de las guerras culturales. Curiosamente estas visiones 2D han tenido un gran resurgimiento en los últimos años, en tiempos de gran desconfianza por las instituciones sociales, en tiempos de Pandemia e incertidumbre, apareciendo el interés por la tierra plana, los movimientos anti-vacunas, la nueva era y su pensamiento mágico, el guru-centrismo, QANON y MAGA y también cantidad de grupos negacionistas del conflicto armado, del holocausto y cambio climático. En todas estas tendencias, se expresa ese achatamiento y distorsión del espacio-tiempo y una mengua en la profundidad de la percepción: una suerte de pérdida dimensional. Se cuela a su vez mucha percepción dualista en las interpretaciones de lo que sucede y en vez de conectar y mostrar totalidades en interacción, predominan las consignas que nos siguen dividiendo.
Es necesario introducir en la educación una visión más amplia y sensata, más integradora y sistémica sobre la realidad social, seguir introduciendo nuevas perspectivas; no nos podemos seguir engañando ya que esto posterga las grandes transformaciones que se requieren implementar en todos los sistemas; precisamos seguir aumentando dimensiones, conexiones, complejidad y creatividad (compromiso vital) en horizonte de Cuerpo-Casa-Barrio-Planeta y en todas nuestras relaciones. Recordemos que las relaciones además de ser nuestro terreno fundacional para el arte, son la base esencial de la política y de las transformaciones espirituales.
4.
Viendo la situación política de Colombia y las coyunturas de explosión de traumas históricos, tengo la intuición que la enseñanza de la historia, y las lecciones que aprendemos de la inmersión en ella, no se pueden dar solo desde un plano cognitivo....en lo que respecta a los sufrimientos y traumas históricos, como las Guerra mundiales, Hiroshima, las guerras de liberación nacional, el holocausto, la guerra en Siria, Israel y Palestina, los Ecocidios, la actual deforestación de la Amazonia, los falsos positivos, los campos de concentración Comunistas como el Gulag, el genocidio de la UP y de líderes sociales y campesinos, las violencias de género, el racismo, los crímenes de estado, entre muchos otros, no se puede enfocar en la enseñanza solamente desde un enfoque meramente mental e informativo. Esta modalidad racional, aún cuando somos conscientes de sus beneficios y nos permite perspectiva y escuchar diversas voces sobre un tema de la historia, hay que incluirla y trascenderla, ya que su fuerza transformadora parece ser hoy en día limitada. Hay que recordar que estos acontecimientos y cicatrices anidan y perviven en nuestros cuerpos, por lo que se requiere además relaciones personales, ínter y transpersonales, líneas de tiempo somáticas, ambientes y exploraciones más creativas y holísticas sobre estos traumas; de no hacerlo, a menudo quedan en la superficie, lo olvidamos con frecuencia, se reducen a contrastar por medio de evaluaciones individuales datos y no hay anclas profundas y contenedores amplios que permitan la descarga y la transformación energética, emocional, mental y espiritual de estos dolores profundos.
5.
Estamos siendo testigos de cómo el cuerpo colectivo expone todos sus fantasmas y sombras. Igual que cuando enfermamos, el cuerpo y la mente se desaceleran y nos damos el tiempo para digerir lo que no pudimos en el día a día, igual pasa en los colapsos sociales como los que estamos viviendo, se abre una oportunidad de procesar los huesos duros de roer, los traumas familiares, intergeneracionales e históricos a los que tanto tiempo hemos evitado y rechazado.
6.
En una marcha y un paro, hay muchas motivaciones en quienes acompañan, ciertamente imposibles de censar, no obstante, en sus expresiones y performances, se da una cualidad de su visión, intención, propósito y (in)coherencia....salen a marchar desde los que caminan para descargar la ira contenida, otros porque los amigos asisten con emoción, otros para gritar y exigir cambios políticos, otros más románticos y de pensamiento mágico, que creen que al parar, todo de repente va a cambiar, o que un día en paro, puede hace milagros en la política y transformar positivamente nuestros grandes problemas; otros caminan para manifestar su inconformismo y empatía, para expresar públicamente un malestar y hacer pedagogía social, otros para reclamar dignidad, con la intención de pedirle a los gobiernos más inclusión, respeto y humanidad, otros porque creen que es un deber ciudadano, una forma de hacer política asistiendo a la plaza y declararse en resistencia.
Las motivaciones son tan variadas en quienes marchan que a veces hace que sea difícil tejer una plataforma de pensamiento y acciones colectivas, una unidad más efectiva y sostenible a largo plazo. Posterior a la marcha, que muchas veces trae un agotamiento físico, a veces vuelve a quedar un tiempo largo quieto, un bache de silencio, meses en olvido y nos distraemos de cómo poder buscar mayor coherencia en todos los sistemas que vivimos. A veces también, tanto ruido creado juntos cuando nos movilizamos, hace difícil la gestación de algo nuevo, la co-creación y la activación de un campo consciente de inteligencia colectiva que sea más que la suma de las partes. Puede también que hayan muchos apegos inconscientes al momento de marchar y liderar, que nos vean que somos comprometidos, ser aceptados por los demás, tener un sentido de pertenencia, sentirse con esperanza, romper los vidrios de la apatía, sentirse cool y alternativo, culpar de todos los males al sistema y gobierno y ejercer el ser político con clicks, compartiendo el orgullo por redes sociales.
Una marcha podría ser una expansión de la coherencia interna y externa de las personas, una posibilidad de actualizar los acuerdos colectivos y manifiestos de la ciudadanía, intercambiando información relevante, haciendo uso de la comunicación segmentada para llegar a toda la población; generar clases abiertas vivas y ciudadanas y mejores diálogos, realizar performances e intervenciones culturales en espacio públicos, apropiarse de las tecnologías para compartir un mensaje claro, inspirador y vital, igualmente puede ser un proceso para hacer acupuntura social en todo los territorios y no solo en la plaza de Bolívar. Después de Ocuppy Wall Street, el 21N, la ocupación ciudadana (la aldea de Paz) y la Minga indígena en la plaza de Bolívar, necesitamos seguir reinventando las formas de pedir y manifestar inconformismos, de reclamar dignidad. Necesitamos acciones en todos los sistemas y más creativas, que se vuelvan campos conscientes donde abunde y amplifique la inteligencia colectiva. Podemos enseñarle a la gente, especialmente a los más jóvenes, que hay muchas maneras de participar en una movilización por la dignidad de los pueblos y transformación de la consciencia colectiva. Hay que revisar nuestras motivaciones antes de salir a marchar, a menudo puede haber muchos apegos inconscientes detrás de nuestros deseos de reclamar dignidad y también necesitamos cada tanto, revisar nuestros prejuicios, la sombra personal, las visiones de mundo, las teorías y los valores, compromisos y acciones colectivas, plataformas y comunidades para el cambio.
7.
Sin una visión integral, que observe los diferentes niveles de consciencia de la población, los intereses en juego, sin un marco político más actualizado y sistémico y sin un plan de por dónde podría orientarse la innovación social, institucional y comunitaria global, en la vida cotidiana, quedamos caminando hacia los mismos lugares y clichés de la manifestación, una gran fiesta de rebeldía y entusiasmo pero con muy pocas consecuencias en modificar las estructuras, energías y la conciencia social.
Estamos en un momento dramático y trágico de la historia de COLOMBIA, pero también en un tiempo donde hay mucha esperanza e intuyo que también palpita en muchos de ustedes, que de esta situación caótica, emerja algo mejor para todos, algo ejemplar para la humanidad naciente y las venideras generaciones...un mutuo despertar y un ruta de acción para la próxima generación..."Allí donde está el peligro, crece lo que salva" (Hölderlin). Mi esperanza y compromiso es que todo esto nos lleve a aumentar la empatía y la compasión (reducir el sufrimiento e integrar mejor nuestros dolores), expandir la creatividad y la generosidad y a que toda la sociedad se una en acción, propósito y en comprensión más profunda de sus interdependencias; estamos unidos tanto en lo divino, como en el trauma...es el momento de que empecemos juntos a integrar tanto sufrimiento residual por siglos reprimido e inconsciente.
Además de limpiar la memoria de los genocidas, tal como viene siendo derrumbada en muchas ciudades de Colombia, también es necesario hacer una higiene interior de nuestros dolores y oscuridades reprimidas, al igual que la reconstrucción de otras arquitecturas visibles (esculturas sociales), e invisibles (lenguaje, cultura, consciencia, creencias y valores) a través de nuestras acciones cotidianas. Es necesario abrazar esta noble y desafiante invitación, derribando igualmente esos muros que hacen que nuestras mentes, corazones y voluntades se cierren; derribar esas esculturas que nos separan. Abramos espacio en nuestro corazón para el criminal como para el santo, tanto para el cuerdo, como para el loco, para el exitoso, como para el fracasado, para el perpetrador como para la víctima. Todos estamos juntos en esto y somos uno. No podemos seguir viendo extraños, el viaje heroico y el nuevo movimiento mundial es Todas las Vidas Importan (All Live Matters).
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