sábado, 12 de septiembre de 2020

Reflexiones sobre la violencia policial

·      Se siguen destapando traumas intergeneracionales, sombras institucionales (especismo, racismo, sexismo, violencia policial), traumas familiares y personales....a menudo todas estas sombras interactúan. Nos cuesta mucho lidiar con el dolor y hay muchas recompensas culturales y físicas para negarlo y evadirlo. Esto está creando un gran daño para las vidas, las familias y los cuerpos humanos y no humanos...incluso, tomando los avances de la epigenética, un gran impacto para las futuras generaciones. Particularmente en la educación, hemos estado por décadas, mirando hacia otras orillas más ascépticas, a las disciplinas, a los logros, la calidad, la erudición, el trabajo, un conocimiento fosilizado y poca ciencia en acción, en el caso de las ciencias humanas, no logramos a veces salir de los dualismos y del pensamiento crítico, lineal y arrogante, con poca belleza, imaginación e invitación a una reconstrucción experimental, esperanzadora y co-creativa....en el Arte, ideales de genialidad que ocultan nuestras debilidades... y muchas envidias destructivas....se podría concluir, que son aún muy escasas las visiones y herramientas que estamos democratizando en lo cotidiano, para abordar y digerir esto de la sombra a todos los niveles ...que a pesar que puede parecer incomible y desbordante, sí se puede empezar a digerir girando hacia los dolores más profundos, intimando con el cuerpo, las emociones, los traumas, adicciones y alergias, la herida colonial, asumiendo mayores responsabilidades y liderazgos, recordando nuestro papel como opresores, de la violencia que somos capaces, abordando los temas del pasado pendientes y los tabúes, de los que nadie quiere hablar, en conversaciones más amplias, complejas y profundas, de corazón a corazón, en procesos de una ciudadanía mas compasiva, integrando más voces, ciencias, tradiciones y actores y con prácticas espirituales más auténticas...Un viaje del alma, que pasa por abrirse a lo vulnerable, una aventura en la que aprendemos a hacer un cambio verdaderamente importante de evitar nuestro dolor a avanzar directamente hacia él.

 


·      Para no seguir el hilo (bastante atractivo) de los ciclos de destrucción y de guerra tanto en el plano verbal, como las expresiones incendiarias y violentas como las que hemos visto surgir en estos días, respecto a los abusos de la violencia policial que se han multiplicado, me pregunto varias cosas...¿quienes entran a esta profesión, tienen oportunidad de abordar o tener acompañamiento para sus traumas o lesiones de la infancia...las lesiones propias del trabajo y los abusos o negligencias del pasado, o entran a esta institución a resolverlas, como a veces a menudo pasa. Lo otro que me inquieta es que no es solo la violencia policial algo personal, sino que está alimentada e incrustada como mecanismo psicológico en esta institución. Parece haber mucha corrupción, abusos de poder, uso de la vergüenza generalizada y formas donde la humillación es bastante cotidiana y aguda. Lo otro que me llama la atención, es el ocultamiento y la impunidad que muchas veces opera como mecanismo de distracción por gobernantes y medios de comunicación ante torturas, homicidios y genocidios. Igualmente, reiteramos que no es la violencia solo de los "tombos", un caso aislado, sino la expresión y voluntad de gobiernos de darles más fuerza, empoderarlos y que en vez de aportar a la solución de conflictos civiles y comunitarios, ser jueces de paz, están legitimados por Los Altos mandos para atacar muchas veces con violencia a las minorías. Es un entrenamiento y un aprendizaje que sistemáticamente se replica al interior de la institución, para actuar así, y otras veces hasta legitimado y hasta premiado, como el caso de los falsos positivos. El último punto a considerar, es la cantidad de personas en el mundo que pide más seguridad, más policías, incluso más violencia y mano dura para los conflictos que hay en la sociedad y que no se van a arreglar (quizá empeorar) con más penalización, cárcel o torturas.

 

·      La policía está en el ojo del huracán… para muchos representa el símbolo de lo demoníaco y de la maldad, de la insensibilidad y la falta de empatía. Es una evidencia en las últimas décadas, agravándose con los últimos gobiernos, observar múltiples abusos, homicidios e impunidad. Pero paradójicamente, y algo que muy pocos se dignarían en reconocer, también hemos visto cómo han arriesgado muchas veces sus vidas para atenuar conflictos y normalizar desmanes que se viven diariamente en la sociedad. Lo que veo en el ambiente, es que hay un gran cansancio, una ira reprimida, manifestaciones de la desigualdad, de la privación de las libertades en los últimos gobiernos, la ingobernabilidad del país, el fascismo in crescendo, la falta de liderazgo y queremos deshacernos de esto, acabando con esta institución. Quisiera compartir unas cuantas intuiciones acerca de las personas cuyo trabajo es cumplir la ley, inspirado en el maravilloso libro “The Grandmothers Hands” de Resmaa Menakem, muchos integrantes de la policía, en su gran mayoría proviene de grupos de jóvenes traumatizados - muy similares y guardando proporciones - a los que se enfrentan cotidianamente… muchos están cansados de perseguir a los intrusos, al ver que el circuito de recuperación no es efectivo, sino que parece un círculo vicioso. Se sienten muchos de ellos sin jefes y para medir su eficacia a veces necesitan cuotas de detención. Al no tener nada que hacer, montan a jóvenes en sus camiones como pasatiempo. Sus mentalidades muchas veces por formación y cuna son conservadoras y les cuesta mucho lidiar con la diversidad. En vez de proteger a la ciudadanía y servir comunitariamente muchos se han volcado a ser fuerzas de ocupación. A esto agreguémosle el trauma institucional, lógicas de tortura y de violencia psicológica internalizada. A muchos les toca que presenciar grados de violencia cotidiana muy alta y esto a veces genera un trauma indirecto. La mayoría de ellos no están capacitados para descargar el exceso de energía que queda en sus cuerpos después de un evento traumático. Tampoco existe una infraestructura organizativa para apoyar su auto-cuidado y su sanación. Como resultado muchos policías viven con los bioquímicos del estrés crónico en su torrente sanguíneo. Algunos agentes de policía intentan controlar esta energía a través del alcohol, las drogas, la prostitución, los acosos sexuales, la violencia doméstica, la ira crónica, el aislamiento o la combinación de éstos.

 

Muchas de estas reflexiones son inspiradas en la realidad nacional y en la lectura del maravilloso  libro My Grandmothers Hands de Resmaa Menaken.

No hay comentarios: