I. Hablar con la sombra
Sé que muchos van a temblar con lo
que voy a decir… pero a mi manera ver las cosas, no es saludable para las
transformaciones que asisten hoy al país, con el desafío de construir
unidad-en-la-diversidad, seguir extendiendo un odio tan punzante a los uribistas
y secuaces del Centro Democrático… a pesar de que son bastante peligrosos, mentirosos
y egocéntricos, y han causado una cadena de odios, miedos y violencias, son el fundamento y origen de muchas de las visiones de mundo -
y sostenidas por un gran número de personas en el país – que han surgido, desde
los discursos de Vargas Lleras (eminentemente materialista y racional), Fajardo
(Cool y Postmoderna) y de la Calle y Petro (Humanistas, Ecosociales y
Social-Demócratas).
II. Blanquear la paz
Es doloroso darse cuenta que las peleas que hemos visto en las últimas
semanas entre los partidarios de la Colombia Humana y Coalición Colombia, además
de absurdas e injustificadas, restan, antes que sumar nuevas posibilidades de
transformación al país. Por otra parte, El voto en blanco, en unas condiciones tan delicadas de retroceso histórico del país, que representa el CD de nuevo al poder, además de ser mero simbolismo, disipa las fuerzas del cambio…. Fajardo y De la Calle, incluso Robledo, con
su decisión de votar en Blanco, muestran una falta de una posición clara y
contundente para unirse a derrotar a las maquinarias y a la corrupción, de la
que tanto proferían en sus discursos. Clara, Claudia, Navarro y Mockus, lograron acordar el apoyo a la Colombia Humana.
III. Alfabetización política
Parte de nuestra alfabetización
política consiste en aprender a lidiar con las lógicas fanáticas, míticas,
dogmáticas y conservadoras políticas que se orientan al orden, la venganza, la
familia, la clase,… es un gran reto que tenemos por delante. Aprender a
conversar con ellas… ya que todos tenemos adentro, así sea en pequeña escala y guardando las distancias y el valor de la metáfora, un Uribe, que a veces brota con ira, es impulsivo,
totalitario y fascista. Somos a veces bastante orgullosos y reacios. Tenemos
también un Lleras, cuando nos orientamos por el logro material, el
extractivismo, los objetivos, el fin justifica los medios y arreglar las cosas
apunta de golpes; también en muchas discusiones optamos por el romanticismo
social posmoderno, el idealismo de lo diverso de un Fajardo y en la humanidad y justicia social que
orienta la voz de un Petro, combinado con un fuerte individualismo y
sensibilidad dominante; y en la mediación de conflictos propia de un Humberto de la
Calle. Recordemos que cada visión representa una modalidad de conciencia y con
ninguna debemos pelear, más bien el desafío está en integrar a través de una
comprensión profunda y saber como hablarle a cada una, como integrarla y
trascenderla. Cómo des-identificarnos de todas, por bien de nuestro crecimiento
global y expresión de lo espiritual en nuestra vida política.
Aún no somos modernos
Momentos previos a la elección de
Presidente, se ha puesto en evidencia que la mayoría de los ciudadanos, abrazan
las ideas políticas más desde el lugar que otorga la fe, que desde la óptica de
la razón y el intercambio de argumentos. Los debates en redes sociales muchas
veces han mostrado ser pobres en evidencias y más bien sobrecargados de
creencias. Aún cuando desde hace varios siglos se ha posicionado la ciencia, la
validez del experimento y la prueba empírica como fuente de verdad, todavía prevalece
en nuestro país, la fuerza de la creencia. Es cierto que es más fácil creer que
comprender. Comprender requiere no sólo de investigación, observación,
atención, una mentalidad más abierta a escuchar, sino también una gran dosis de
empatía, de ponernos en los zapatos del otro. El predominio de la creencia corrobora
que todavía necesitamos de una autoridad férrea, de la seguridad que provee un
mito o un mesías, nos gusta más descalificar e ir a los lugares comunes que
ofrece el mercadeo de la imagen y la posverdad, de los que es necesario hablar
y discutir hoy en los estrados de la ciberpolítica y en los templos de los nuevos
fanatismos.
Etnografía virtual
En una etnografía realizada en las
últimas semanas a través de internet, en el contexto electoral de presidente, se puede inferir que las opiniones de los
partidarios de Duque, son más ofensivas, descalificadoras y basadas en la
creencia y en la fe dogmática en un discurso fuerte, que busca orden, el
trabajo, la seguridad, la fumigación, el confort de clase, la venganza y la
mano dura. Ahora bien, en los debates de aquellos que resuenan con los
programas de la Colombia Humana, no sólo exponen con mayor amplitud los
argumentos, sino que sus juicios priorizan realidades humanas, de cuidado de
los bienes comunes, los ecosistemas y la biodiversidad, las personas, la salud y bienestar de todos, la educación y el respeto e inclusión de las comunidades que han sufrido la
guerra y afianzamiento de las garantías de una paz en todos los territorios. Señalarían
algunos que optaron por Fajardo, que las dos opciones que están en pugna, son
discursos igual de extremos, pero esta apreciación es tan falsa como exagerada.
En esencia, son dos apuestas diametralmente opuestas, una que opta por la
exclusión y el mantenimiento del statu quo a través del miedo y otra que busca una
política del amor, incluir para sanar y transformar, que piensa dar los
primeros pasos, e invitando plenamente a la ciudadanía, para construir una sociedad
más equilibrada, humana y sostenible.