El juicio que por estos días se realiza al expresidente Álvaro Uribe por soborno de testigos y fraude procesal, está mostrando muchas hebras del conflicto en Colombia y poniendo de manifiesto el modus operandi de diversos actores políticos donde la mentira, la manipulación, la violencia y la maldad resultan configurando un conjunto de estrategias recurrentes, notorias y contundentes. Un juicio que viene en mi concepto aportando elementos para reconocer el entramado violento donde converge el paramilitarismo, el narcotráfico, el crimen, la cárcel y la política y contiene material probatorio suficiente que va más allá del soborno a testigos y fraude procesal por el que se le acusa a Uribe y se acercan a piezas muy importantes del rompecabezas para el esclarecimiento de la verdad y el reconocimiento de los patrones de la violencia política en Colombia.
Ahora que la verdad está surgiendo, es necesario poder crear espacios colectivos para escucharla, instalar una comisión de la verdad en todas las relaciones, una clase magistral de ética para todo el país. Ambos juicios, el de Diego Cadena y Álvaro Uribe, están nutriendo nuevas comprensiones sobre cómo opera la política perversa y cruenta y por otro lado es un caso ejemplar sobre la legitimidad y pertinencia de la justicia, la importancia en la separación de poderes, el esclarecimiento de acontecimientos que estaban velados e interrumpidos deliberadamente.
Otro cualidad especial del juicio es que sean conducidos por dos mujeres: la juez Sandra Heredia y la fiscal Marlene Orjuela Rodríguez. Un ejemplo para toda la humanidad y ejemplo de valentía, rigor y entereza.
Escuchar estos testimonios directos implicados en el caso de Uribe y Cadena, recuerdan a su vez el poder de conocer las memorias del conflicto, para tener comprensiones más completas y sistémicas de los conflictos, por qué llegamos hasta donde llegamos. Ver los intríngulis de una política peligrosa, opresiva y cruenta que ha permeado al país.
Sorprende también la insistencia de la defensa en seguir negando y dilatando el proceso y ver también la existencia de personas que escuchando tales testimonios sigan defendiendo a los acusados, los medios refuerzan la desinformación y la polarización y son sagaces como los políticos en el arte de manipular.