El
lugar, el valor social y la legitimidad
del saber en el contexto actual, nos lleva a plantearnos varias
cuestiones alrededor del ejercicio ciudadano, las prácticas sociales emergentes
y el rediseño de los procesos de aprendizaje que faciliten no sólo la
adquisición de conocimientos, sino la creación de riqueza comunitaria y la
gestión colectiva de los territorios que habitamos. A continuación enlistaremos
una serie de vertientes de reflexión, que tienen su correlato en prácticas
concretas, acerca del desafío del saber hoy en una sociedad del conocimiento o
de los saberes compartidos.
- El saber es una actividad, no una propiedad. Es algo que el ser humano hace en contextos y no algo que alguien tiene (Innerarity, 2012). El saber, a la luz de hoy, es una disposición vital y un factor de riqueza comunitaria: puede facilitar la creación de formas de vida y de convivencia entre las comunidades. El saber es entonces más una relación con el mundo de la vida y de comprensión del entorno que activa, despierta y moviliza a la comunidades.
- Estamos transitando de una visión ingenuamente acumulativa, centralizada y consumista de adquirir el conocimiento, a una transformación radical de la producción social del saber (Innerarity, 2012). Este salto ha sido tensionado entre muchos otros, por los desequilibrios actuales del planeta tierra, ostensibles en diversas crisis como la individual, económica, laboral, cívica, institucional, ecológica, que nos hacen repensar el proyecto humano y el presente y porvenir de la civilización occidental; también, ésta transición, está condicionada por los usos sociales de las nuevas tecnologías de información y comunicación que facilitan el intercambio, la coordinación y el empoderamiento ciudadano; al igual, de cara a la cultura política, este cambio está condicionado por el erguimiento de la ciudadanía ante la desconfianza frente a quienes han gobernado los bienes comunes: el Estado y el mercado.
- Asiste un profundo interés de democratizar la cultura y las capacidades de cualquiera en un nivel más integral. Presenciamos el fin de la delegación del poder y la expropiación de la subjetividad y de la vida cotidiana (sus placeres y rituales) mediante cualquier vía, ya sea electoral, pedagógica, económica o laboral; nos encontramos en un despertar de conciencia frente a la gestión de la vida compartida; frente a lo que sabemos y a lo que ignoramos; frente a los límites del saber científico y tecnológico; frente a nuestras potencialidades humanas y a las diversas sabidurías prácticas que estimulan la tranquilidad, la felicidad y la esfera relacional y humana.
- El saber está distribuido en la sociedad. Esta concepción habilita la expansión de la acción social y de comunidades creativas (Manzini, 2012), diversas formas de auto-organización que generan riqueza comunitaria y ejercicio ciudadano de los saberes compartidos (Barbero, 2009). El tránsito de un organización de los aprendizajes, de uno fuertemente centralizado a otro distribuido, debilita la autoridad de los expertos y cuestiona la rigidez de las instituciones que certificaban el monopolio del conocimiento.
- El saber es cada vez más accesible y abierto a las personas y comunidades. Cada vez más contrastado por comunidades de práctica y deja de ser un saber seguro, universal, fiable y definitivo y empieza a ser gestionado efectiva y libremente por comunidades (se ha ampliado considerablemente la capacidad de acción de los actores sociales). Las prácticas sociales agenciadas por comunidades Software Libre y las creaciones de código abierto, representan una gran oportunidad de aprendizaje compartido y su modelo estratégico viene siendo apropiado por la cultura, trascendiendo asuntos estrictamente técnicos (Kelty, 2008) (Lafuente, 2007). Ejemplos de éstos son: A) comunidades de afectados (e-pacientes) por alguna enfermedad como la diabetes, el cáncer, la depresión, el sida, que empiezan a co-gestionar la enfermedad encontrando en el intercambio y en las redes de apoyo, muchas soluciones efectivas a sus padecimientos y neutralizando el poder y legitimidad de los monopolios farmacéuticos; B) las formas de financiación colectiva de proyectos o crowdfunding como Goteo, Ideame, Verkami; C) Las formas de cultura política en red y a través de los medios sociales e internet, que gestan movimientos sociales como los indignados 15M en España; Occupy Wall Street y la primavera árabe; Comunidad Nasa ACIM y Paro agrario y popular en Colombia, entre muchos otros; D) las formas de gestión de los saberes en espacios extraescolares, que desplazan la función transmisionista de conocimiento y el maestro como administrador de información; E) las comunidades creativas y ciudadanos que diseñan formas de vida más sostenibles como las indagadas por Ezio Manzini (2007) y (Camponeschi, 2010).
- El saber que quizá necesitamos es un saber construir con el otro la vida y la cotidianidad, que en la sociedad moderna e industrial, se nos expropió y se tornó demasiado opaca. El saber, en este sentido debe permitir descubrir y experimentar la potencia de la vida, de los afectos y de la imaginación humana. Necesitamos cada vez un saber que nos haga vivir la vida de una manera integral. Es decir integrando y movilizando el Cuerpo-Psique-Espíritu; Manos, Cabeza y Corazón. Hacer, Pensar y el sentir (Kumar, 2003); el sí mismo, los otros y el mundo (Clarke, 2001) (Guattari, 1990).
- El gran desafío del saber en el mundo en que vivimos, y de lo que desde hace unas décadas, algunas veces sin reparo, se ha denominado sociedad del conocimiento, es la generación de inteligencia colectiva y de riqueza comunitaria.
- Pasar del contexto centralizado a otro distribuido, no sólo replantea las relaciones entre saber y poder, sino que introduce nuevos criterios de gobernanza del saber, entre los que mencionamos: el ecológico, el humano, las economías solidarias y del bien común, la justicia, equidad, la inclusión social y ciudadana.
- No podemos esperar a que los problemas locales y globales a los que asistimos sean solucionados sólo vía centralizada: Estado, partido político, ciencia, tecnología, economía, empresas. La delegación del poder, el individualismo, el trabajo mal hecho y la competencia, son tal vez asuntos que en buena parte han debilitado las formas de cooperación y del tejido social.
- El saber es un bien disperso y abundante. Esta afirmación exige plantearnos al igual que otras plataformas que lo dinamicen, otras economías del don como las que movilizaron la construcción de la Wikipedia, la enciclopedia colaborativa libre realizada por personas, que precisa hoy ser uno de los portales más visitados en internet y una de las obras colectivas más interesantes de nuestro tiempo. Hay algunos asuntos que vale la pena sintetizar sobre la Wikipedia: el valor activista y cooperativo en la construcción social del conocimiento; la reputación que otorga estar en comunidad; el valor de lo abierto y libre, es decir que cualquiera puede acceder, modificar y complementar; la ética hacker en relación al conocimiento, que siguiendo a Pekka Himanen (2002), es sinónimo de pasión, conexión, libertad, autodidactismo y disposición a la creación colectiva.
- El saber como bien común de la humanidad viene siendo objeto de privatización a través de patentes, leyes, acuerdos de libre comercio y mecanismos institucionales que debilitan su producción, circulación y apropiación. Privar los usos del saber, mediante la propiedad intelectual que efectúa la legislación Copyright; privar a alguien de la receta de lo que nos queda bien; privar a los campesinos de sus tierras y de sembrar semillas nativas (Ley 970 ICA); privar a los niños y jóvenes del uso de los espacios públicos; privar a las personas del tiempo libre, del ocio, de sus talentos y su creatividad, como lo hacen muchas empresas; privar a los ciudadanos de crear sus propias economías locales y complementarias a las nacionales; privar a las personas de los descubrimientos e inventos, la música, el arte, el conocimiento, las semillas y últimamente el sol. Ver aquí la noticia. Es por esto que se hace relevante incorporar estrategias abiertas (open data, open source) que favorezcan la gestión del saber y no dejar que estos sean apropiados por monopolios que son muchas la pruebas que nos hacen desconfiar, ya que tienen otros intereses a los del bienestar común.
- Articular el saber diverso y vivo que está distribuido en la sociedad, es una de nuestras necesidades pedagógicas más estimulantes y a su vez la forma en que podemos hacer que las cuestiones que nos afectan, sean más robustas, integrales e incluyentes, es decir, esto implica que más actores puedan poner su experticia, su saber en común. Estamos ad portas de una revolución de lo amateur.
- La
principal dificultad a la que se enfrentan las organizaciones y en
especial la escuela, de cara al contexto que venimos hablando, no es,
dicho paradójicamente, obtener más conocimiento, dar más contenidos, especializarse
o cualificarse más, ocupar la mente de las nuevas generaciones, crear
nuevas asignaturas, sino librarse de todo esto. Es decir, la escuela si
quiere promover un contexto abierto, distribuido y amplio de saber, debe
maximizar las potencialidades humanas, re-inventar los intercambios,
cualificar las relaciones, movilizar las memorias intergeneracionales y
ser un dispositivo social que acelere las mutaciones en el saber que
venimos describiendo. Esto implicaría redescubrir los entornos sociales y
naturales, las prácticas sociales alternativas y los saberes emergentes y
populares, reconquistar los sentidos, en especial la escucha de todo lo
que late en lo cotidiano, puede ser pretexto para expandir los procesos de
aprendizaje.
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