martes, 13 de marzo de 2012

El poder de la oscuridad en las imágenes pensativas.


El cine de Pedro Acosta, te hace una mirada y un guiño directo; interpela a una razón emocional y a un inaugural nacimiento. Los planos que brinda este acontecimiento cinematográfico, permite que te descubras y emancipes tu mirada. Poco a poco, cuando vez estas imágenes, una y otra vez, la mirada se va dotando de fertilidad y de una libertad de movimiento inusitada. Al tiempo que vas descubriendo como el artificio que estas presenciando, recrea tus propias ficciones.
A pesar de la oscuridad y opacidad manifiesta en imágenes que proyecta este director, que a primera vista pueden hacerte pensar en un fallo técnico o en una pobreza en la producción, es evidente como es capaz de inundar el espacio de la percepción de una extraña claridad frente al poder de la desposesión y de los que no hacen parte. Tal vez este director haya descubierto en el microplano y en el tenue encuadre, así como en el poder del vaciamiento y de la vida en tiempos paralelos, un lugar apropiado para suspender el poder de la espectacularización y de la especulación de las vidas vacías que tanto las políticas como los medios hacen visible, o por decirlo de otra manera, las ubican en batallas ideológicas carentes de subjetivación.
Se asiste en muchos momentos de sus escenas, a una especie de fin de las ideologías y el inicio de una captura del vacío que transgrede tu mirada.

En el cuarto de Vanda y en Juventude em Marcha, hay instantes donde la mirada se sustrae a la interpretación: aquí hablan los objetos y la ausencia de luz, aquí la vida se demora. Por eso el cine de Pedro Acosta es un cine de la impotencia politizada, de la disminución de la luz a favor de la implicación y compromiso de tu mirada. El tiempo y el espacio que logra hacer visible ( y no sus historias) en muchos momentos te hace partícipe de una intensidad de la imagen pensativa y a una potencia pasiva que arroja brillo a todo la oscuridad que nos habita.

Es un cine sin actores y no se ata a la estructura de una historia o un guión predeterminado. Es cine puro que tiene el poder, si lo quieres, de rediseñar tu mirada. Además es un cine que se priva de grandes técnicas de iluminación artificial, de representar la crueldad a través del gesto documental. Los planos son organismos que invaden tu película cotidiana y tu banda sonora. No son los desposeídos, ni víctimas de la censura de la representación, ni objeto de la mirada del director. Las vidas están allí hablándonos desde muchos lugares a todos, al universo entero, desde un lugar oscuro y marginal con la compañía de objetos y sujetos emborronados.

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